A partir de las sensaciones

Todo nuestro conocimiento nos viene de las sensaciones.
Leonardo Da Vinci

Si quieres saber todo lo que ignoras, despréndete de todo lo que sabes.
Alejandro Jodorowsky

En las sensaciones escribí sobre lo que guardamos en el disco duro de nuestra mente: imágenes, sonidos, olores, sabores, tactos y las diferentes sensaciones que nos produjeron en cada momento, buenas o malas. En éste artículo me gustaria compartir como todas estas sensaciones y datos que almacenamos en nuestra memoria nos ayudan a valorar cosas nuevas que experimentamos a diario.

Lo que leemos lo comprendemos según nuestras vivencias anteriores y lo que escuchamos también lo juzgamos por las experiencias que tenemos almacenadas en nuestra mente y de allí partimos para hacernos una idea de lo que estamos leyendo o escuchamos. Algunas veces me asombro por los comentarios que recibo en los artículos de mi blog y como cada persona parte de sus propias experiencias para entender lo que está leyendo y lo entiende de diferente manera, cada persona comprende la lectura partiendo de lo que ha vivido, leído y experimentado anteriormente.

Igual pasa con lo que vemos, cuando miramos una imágen buscamos en nuestros recuerdos algo similar para saber lo que estamos viendo, por ejemplo esta foto: que es?

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Cuando mi hijo vino de vacaciones a casa, me dijo que quería llevarse los espaguetis «La Isleña», una marca de aquí de la isla que yo compro y le hacía siempre, porque en Madrid los espaguetis no le sabían igual, no podía decir si era el agua la marca o simplemente el toque que le doy.

Recuerdo que mi madre siempre que se sentía mala del estómago se hacía una crema de avena, mientras que mi suegra en la misma situación se hacía sopa de ajo, está claro que lo que nos alivia realmente es nuestro recuerdo, lo que nos daban en nuestra infancia para aliviar ese dolor de tripita, nuestro cuerpo guardó esta receta y nos sentimos mejor, porque en nuestro recuerdo nos lo daban para ese mismo malestar.

Cuando probamos un sabor nuevo, lo relacionamos con los sabores que tenemos en nuestro disco duro y decimos que se parece a tal o cual, hay sabores que no son para todo el mundo, como por ejemplo cuando trajeron a la oficina chocolate con chile, aunque a todos nos gusta el chocolate, éste se quedó allí esperando que algún sibarita se lo coma.

Pero por lo común juzgamos la comida con la vista y el olfato, la buena decoración junto con sus olores nos abren el apetito, los olores que recordamos de comidas anteriores nos dicen que ésta sin duda nos gustará.

Cuando miramos a una persona, vemos el exterior, lo que revela su cara, su postura, como va vestido y decidimos por ello si nos gusta, nos caerá bien o no, la primera impresión en la que valoramos si su cara es abierta, va recto, va «bien» vestido, según lo que nuestra mente por nuestra educación y lo que hemos visto en los medios nos indicá está «bien». Cuando esa persona comience a hablar nos dará más información para constatar con nuestra base de datos, origen, educación y a medida que conversamos la podremos conocer mejor. Otro ejemplo sería un actor que durante mucho tiempo ha hecho el mismo papel, nuestra mente lo encasilla en su papel, aunque en realidad como persona sea totalmente diferente.

Cuando en un curso de Aikido vemos a compañeros con hakama o sin ella ya juzgamos sus habilidades, partimos de la base que él que no lleva hakama es un principiante, mientras que con el otro aprenderemos más. Un gran maestro nos contó del día que la compañia aérea le había perdido la maleta con su hakama y fue a un seminario a entrenar con un kimono y cinturón blanco prestados, sus respectivos ukes se quedaron impresionados 😉

Y aquí un video que me gustaría compartir sólo en la versión española de este artículo, ya que el video sólo está en este idioma.

Carina

Please read this article in Aikido Academy USA in english

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