Un paseo entre las nubes

Salimos a las nueve como siempre. Esta vez no teníamos que recoger a nadie, por lo que llegamos demasiado temprano al lugar donde solemos tomar nuestro cafecito con el sandwich, estaba cerrado. Seguimos hasta el punto donde dejaríamos el coche, enfrente del mirador de la Caldera de Los Marteles. Todo el camino había estado nublado y la temperatura bajaba a medida que subíamos. Cuando bajamos del coche nos pusimos todo el abrigo que llevábamos, hacían unos 4 grados. Crucé la calle para ver la caldera, pero la nube sólo te dejaba ver trocitos de ella mientras se movía.

un paseo en las nubes

Bajamos hacía el pinar por un camino con grandes charcos de agua y mucho barro. El día anterior había llovido muy fuerte. Ahora mismo caminábamos entre nubes, el aire estaba húmedo, aunque por suerte no llovía. Caminábamos con las manos, que no llevaban los bastones, en los bolsillos. El ambiente era mágico, pocas veces tenemos la suerte de pasear con esta temperatura entre las nubes en Gran Canaria. Iba sacando fotos de los pinos que aparecían a ambos lados del camino entre la niebla de la nube, para guardar recuerdos de este día tan especial. Sus troncos negros estaban cubiertos de líquenes blancos por su parte norte, sobre un suelo marrón de pinocha. Salimos del pinar y seguimos un camino entre hierba verde que pronto se llenaría de unas florecitas azules. De repente el silencio fue interrumpido por los ladridos de unos perros que cuidaban un edificio sin terminar, que estaba a la izquierda del camino.

Y.. que bonito ! el primer tajinaste azul, estaba casi florecido. Por la época no habíamos esperado encontrarlos tan florecidos. Cómo toda la vegetación tenían un mes de adelanto. Sacamos muchas fotos. A medida que avanzábamos fuimos encontrando más tajinastes, blancos, rosas, lilas, azul y rosas, de todos los colores. Aunque el sol no podía traspasar la cubierta espesa de nubes, la naturaleza nos mostraba su vestido más bonito. Entre medio de los tajinastes también había inmensos dientes de león de un amarillos intenso, lilas y blancos alheli de la cumbre y los botones de oro, las flores amarillas que parecen de plástico que tanto le gustan a nuestra jefa de expedición.

Volvimos hacía el pinar mágico para tomar el otro camino del tajinaste hacía el Roque grande. Recorrimos un camino lleno de margaritas a ambos lados, entre las cuales también destacaba el lila de los alhelies. Pasamos dos cuevas cerradas que servían para refugio del ganado. Llegamos hasta el primer tajinaste delante de un gran pino cuyas raíces están al descubierto. Seguramente una fuerte lluvia se había llevado la tierra que las había cubierto antes. Estábamos maravillados de que el pino siguiera alli tan recto y verde como siempre. El pino realmente es un símbolo de constancia, fuerza de carácter y superación de dificultades.

Habíamos llegado al otro camino del tajinaste. Aquí en algunos caso estaban tan juntos y eran tan altos que casi cerraban el camino. Había que pasar por debajo de un tejado de hojas y flores de un intenso color azul. Entre medio de los tajinastes había muchos arbustos de retama, que todavía no estaban florecidos. El agua bajaba de la montaña de la derecha, cruzaba el camino y seguía bajando al valle de la izquierda, para terminar en alguna presa. No parábamos de sacar fotos, todo era hermoso. Otra ventaja de las nubes, las abejas estaban en sus colmenas, ya que estas flores son muy golosas para abejas y abejorros. Hicimos este camino otro año en un día soleado y el lugar había estado lleno de abejas, que hacían su trabajo de recoger el néctar de unas flores tan generosas.

Finalmente llegamos al punto desde donde normalmente hay una bonita vista del Roque grande y el pequeño. Además se ven los pueblecitos como Valsequillo en el fondo e incluso la costa incluso. Pero hoy todo estaba blanco, de vez en cuando un trocito del Roque grande o una parte de algún pueblo se hacían visibles, cuando el viento desplazaba la nube.

Volvímos por el mismo camino, el día cada vez se cerraba más. Cuando llegamos al coche ya estaban cayendo unas gotitas, habían esperado a que terminemos la caminata. Fuimos a Cazadores al bar que había estado cerrado por la mañana. Ahora estaba abierto y allí recuperamos fuerzas y entramos en calor con unas buenas tapas canarias acompañados de una copa de vino tinto.

Carina

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