La tórtola que quería ser blanca

Una mañana soleada de primavera una pequeña bolita de plumas grises golpeó la cáscara blanca del huevo desde el interior con su pico, asomó su cabecita y salió torpemente del mismo dando una gran alegría a su madre, que vió a su primer retoño. El nido estaba en lo alto de un árbol en la ésquina de un parque que daba a un gimnasio. El nido era una obra de arte hecha de pequeños palitos y trozos de cuerda y alambre fino entrelazados encontrados en el suelo del entorno de forma que su contenido se podía vigilar desde cierta distancia. Unas horas más tarde se rompió el segundo huevo y otro polluelo apareció en el nido uniéndose a la llamada del primero, demandándo comida a sus padres.

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Un par de semanas más tarde ambas tórtolas ya estaban practicando sus primero vuelos por los alrededores del parque y buscando semillas y miguitas en la calle, adquiriendo destreza en salir volando en el último momento cuando se acercaba un coche.

Una tarde la tórtola mayor llamada Timotea estaba sentada en la rama del árbol muy cerca del nido donde había nacido y vió pasar a una paloma totalmente blanca, que hermoso color! que maravilla, parecía un ángel, Timotea se miró a si misma, su color gris con el anillo negro en el cuello, porqué ella tenía un color tan feo, insípido, soso, del montón… Cómo o qué podría hacer para transformarse en una criatura tan sublime, quitarse ese color sucio y ser blanca como aquella criatura maravillosa, cuyo vuelo angelical había dejado este malestar en ella. Hasta ahora había sido feliz, tan feliz como una tórtola que tiene suficiente comida, charcos de agua para bañarse y el refugio en el árbol que era su hogar,  podía ser.

Desde aquel día todas las tardes la tórtola se sentaba en aquella rama, pero la paloma blanca no volvió a aparecer, sin embargo observaba a las personas pasar, muchas de ellas llevaban un bolso y entraban en el gimnasio que estaba junto al parque. Llevaban ropa de todos los colores, algunos bastante llamativos, otros negros o grises como ella. Una tarde de esas, en las que puede ocurrir algo especial, decidió acercarse un poco más al gimnasio, curiosa por saber que hacía tanta gente en ese lugar y cuando miró por la ventana, vió a algunas de la personas vestidas totalmente de blanco, otras tenían una ropa blanca en su parte de arriba y abajo otra negra, pero las personas que estaban totalmente blancas fueron los que más le gustaron. Podría Timotea hacer lo mismo que hacían aquellas personas, quitarse su color gris y convertirse en una paloma totalmente blanca?

Habría que seguir observándo, a ver que es lo que hacían las personas para lograr el cambio, se acercó más aún y los vió corriendo, saltándo, cayendo y levantándose, los oyó reirse, lo que sea que hacían, se lo estaban pasando en grande, lástima que Timotea no pueda ser una de esas personas y vestirse totalmente de blanco, quitarse este gris de su cuerpo.

Pensó que tal vez, si los imitaba, en lugar de volar, intentara correr, saltar, empujar a su hermano y hacer que su hermano la empuje para caer y volver a levantarse, a ver si haciéndolo durante un tiempo podría lograr el milagro de volverse totalmente blanca. Su hermano pensó que se había vuelto loca, pero le seguía el juego, sea lo que sea lo que pretendíera Timotea, le gustaba ese juego.

Pasaron un par de semanas y aunque todas las tardes jugaban y Timotea trataba de  imitar lo mejor posible lo que hacían los humanos vestidos de blanco en el gimnasio, ella seguia igual de gris, se bañaba varias veces al día, pero seguía igual. Al final se dió por vencida y reconoció que hiciera lo que hiciese nunca sería blanca, lo que la puso muy triste.

Una mañana cuando estaba buscando migas por el parque, sintió a otra paloma cerca suyo, alzó la vista para ver quien era la que le hacía compañia, habían suficientes migas para las dos, por lo que no le importó compartir,… Qué sorpresa! Era la paloma blanca, que hermosa era !, se acercó tímidamente y le dijo lo bella que le parecía. La paloma blanca se dió vuelta para ver quien la estaba distrayendo del placer de su desayuno y le dijo: tú si que eres hermosa con ese collar negro que llevas en el cuello, ya me gustaría a mi tener algo parecido que destaque en medio de mis aburridas plumas blancas. La tórtola Timotea no daba crédito a lo que había oido, la angelical criatura la consideraba bella!!!

Desde aquel día Timotea se transformó en la tórtola más feliz de la isla, se dió cuenta que era bella tal como era, que todas las criaturas del universo eran hermosas como la naturaleza las había creado !

Carina

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