Amanecer

No me canso de admirar cada salida de sol, el despertar de un nuevo día, un momento especial porque siempre es diferente.

Por la mañana temprano antes de que salga el sol, en la playa está agradable, pero fresquito. Que momento tan maravilloso cuando el sol asoma, apenas una fina rayita en el horizonte. A veces el horizonte está cubierto de nubes que se tornan amarillas y luego anaranjadas, no podemos ver al sol todavía porque está oculto detrás, pero nos hace saber que está allí, despertando, desperezándose. Cuando por fin asoma por encima de las nubes sus rayos son suaves, acariciadores, todavía no calientan.

Cuando hay mucha humedad, como cuando a primera hora de la mañana encuentras a tu coche aparcado fuera totalmente mojado, el sol también sale escondido detrás de una capa de bruma, es un paisaje precioso la bruma blanca delante de las dunas.

Otra veces, el cielo está completamente nublado, por suerte estos días son contados y sí, si miras hacía el este, allí donde suele aparecer el sol, se ve una zona un poco más clara detrás de donde él está escondido. Normalmente esos días en algún momento se despejan aunque sólo se vea alguna pequeña laguna azul entre el inmenso mar de nubes grises.

Algunas veces también cuando los beduinos están bailando en el desierto del Sahara y envían el polvo hacía las islas, es decir que el cielo de nuestras pequeñas islas está totalmente cubierto de polvo vemos salir el sol sin sus rayos, simplemente un círculo redondo de color anaranjado o amarillo que si no supiéramos que es de día y que es el sol lo podríamos confundir con una luna llena amarilla y cercana a la tierra.

Poco a poco a medida que el sol sube hacia el zenit va adquiriendo más fuerza, más energía, enviando calor hacia la tierra. Esos rayos que nos dan la vida, hacía los que las flores dirigen sus caritas, los animales se acuestan almacenando ese calor y los humanos necesitamos para absorber la vitamina D.

Carina
23.7.2017

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