La IAF, tiene una estructura descentralizada en su relación de franquicia con sus afiliados, quienes tienen autonomía total en la apertura y gestión de sus dojos. Como contrapartida, estos no cuentan con ningún tipo de respaldo, guía, protección o supervisión por parte de la IAF.
Las principales líneas de negocio son la formación de instructores y la concesión del uso de la marca, ambas obligatorias para la apertura de un dojo afiliado. A pesar de esto, las barreras de entrada son muy bajas, lo que ha propiciado la rápida expansión de la marca.
Nuevos dojos abren en cada esquina, ser el primero o ser el único no sirve, porque ninguna de las dos durará mucho.
Hay que ser el mejor, pero no sólo el mejor instructor...
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