Qué soy ?

El significado literal de wabi es similar al concepto de “soledad” y lo solitario de la naturaleza o naturalidad. El wabi es la belleza en la Naturaleza en la que no hay artificialidad, es decir, es lugar bello donde no han intervenido manos humanas.

El significado literal de sabi es “oxidación”. El sabi es también una belleza rústica. El sabi es por lo tanto la belleza que los objetos envejecidos pueden tener. La madera no se torna vieja en un día y envejece con el uso.

El Wabi y el Sabi son las bellezas inmejorables, completas, permanentes y perfectas que tienen los objetos que parecen ser imcompletos, impermanentes e imperfectos. Algunos objetos curvados o torcidos son así intencionalmente.

Algo sobre Wabi Sabi

o aqui

roble rojo

Mis primeros recuerdos del lugar de mi nacimiento en aquel país situado al norte de ese gran continente, cerca de unos lagos están relacionados con las diferencias de cada estación del año y como las vivimos y sobrevivimos.

Nací en un día de primavera brotando del tronco y creciendo rápidamente gracias al sol que día a día brillaba con más fuerza y derretía la suave nieve que cubría las ramas desnudas mayores. Lentamente brotaban pequeños puntitos blancos que se tornaban verdes y se transformaban en pequeñas hojitas que crecían con una rapidez impresionante. Los pájaros felices se sentaban en nuestras ramas y nos alegraban el día con su canto. Nos cubrimos de hojas grandes y pequeñas florecillas amarillas, mientras la nieve desaparecía de la tierra que se cubría de verde. Disfrutabamos viendo a las mariposas revolotear entre nuestras ramas y las abejas que zumbaban buscando las flores de colores más fuertes y brillantes que asomaban entre la hierba.

En verano los humanos se sentaban a descansar a nuestra sombra y nos encantaba observar a los pequeños cuando jugaban o a los que aún no caminaban mientras dormían en sus mantitas. De vez en cuando un pájaro enorme, los humanos lo llaman águila, planeaba en lo alto atento a los roedores que se movían en la hierba o algún pez que nadaba bajo la superficie del lago, para bajar en picado y cogerlo con su fuerte pico y llevarselo a su nido.

En otoño nuestras hojas se teñian de un hermoso color rojo añejo y nuestros frutos, las bellotas se iban poniendo marrones, aunque necesitarían dos años para madurar. Cuando el viento soplaba con fuerza se llevaba nuestras hojas más débiles que caían sobre la tierra convirtiéndose con el tiempo en alimento de nuestras raices.

En invierno poco a poco nos ibamos quedando desnudos, las últimas hojas iban cayendo, la lluvia se convertía en nieve y cubría nuestras ramas y la tierra con su manto blanco, ésta última la aprovechaba para que nuestras raices bebieran al derretirse.

Y así año tras año ibamos creciendo y podíamos alcanzar una altura de 25 a 40 metros.

Uno de los últimos días de un otoño, un joven cortó mi rama y me llevó a su casa, me colocó en un trastero lleno de herramientas y objetos desconocidos para mí, allí me estuve secando durante unos meses.

Ya creí que se había olvidado de mí, hasta que de repente comenzó a trabajar conmigo, me cortó y me dió una forma curva, me lijó, me pulió, grabó unas letras en la parte más gorda de mi nueva forma, que luego oí que se llaman kanjis y después de varios días de trabajo, y cuando estuvo contento con lo que había hecho, me dió el toque final con una especie de aceite especial varias veces, ya que la primera capa la absorbí rápidamente, sin que se notara siquiera.

El joven estuvo muy contento de lo que había hecho conmigo y me enseñaba a todos sus amigos, quienes lo felicitaron por su hermoso trabajo. Algunos le preguntaron si podía hacer otro como yo para ellos. Yo no sabía lo que era, parecía una extraña rama no muy larga con forma algo curva. Un día me metió en una especie de bolsa, una funda decian, y me llevó con él por la tarde. Él y sus amigos se pusieron una chaqueta y pantalón blancos, con un cinturón blanco, algunos lo llevaban negro y encima una especie de falda larga negra. El que me creó me cogió con una mano y atacó al amigo que estaba frente a él, un extraño juego, nunca había experimentado algo así, creí que eran amigos, el atacado cogió hábilmente la mano atacante y redujo a mi creador. Luego cambié de manos, el otro atacó a mi dueño, esta actividad parecía violenta, pero ellos sólo se estaban entrenando, nunca se hacían daño, disfrutaban mucho de este ejercicio. Y con el tiempo yo disfruté con ellos, me ponía muy contento cuando me sacaban de la funda para entrenar.

Carina

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