Otro día espectacular

Esa mañana subimos desde Las Palmas hacía las montañas del centro de la isla, después de recoger a dos compis. A medida que subíamos las nubes se hacían más y más espesas, incluso en algunas partes caían gotitas. Nos preguntábamos adonde iríamos a caminar hoy. Veníamos preparados, siempre llevamos chubasquero en la mochila, pero es que ya no se veía nada. Nos gusta caminar por las montañas para disfrutar de las vistas, pero por donde estábamos pasando no había ninguna vista, solamente lo blanco de una nube muy espesa y cerrada, apenas se divisaban las luces del coche que iba delante.

Después de la siguiente curva se estaba aclarando el tiempo, menos nubes y un trocito de cielo azul apareciendo tímidamente. También había muchos coches a ambos lados de la carretera y gente esperando, a que? Nos dimos cuenta que hoy era el día de la Transgrancanaria, la carrera que atraviesa la isla de Gran Canaria de Norte a Sur de 125 km, en la que estaban apuntados 3.400 personas de 65 países diferentes.

otro día espectacular

Pasamos otra curva y el tiempo había cambiado completamente, ni rastro de las nubes, un día espectacular, se veían los pueblecitos en los valles entre las montañas cubiertas de pinares. No en vano llamamos a Gran Canaria el continente en miniatura. En poco kilómetros te puedes encontrar climas tan diferentes como temperaturas. Llevamos un coche al punto donde ibamos a terminar la caminata y volvimos al punto de inicio con el otro.

Que mañana más fresca! El punto de inicio de nuestra caminata de hoy coincidía con parte de la Transgrancanaria. Nosotros ibamos a nuestro ritmo y dejamos pasar a los corredores, cuántos extranjeros entre ellos. Esta carrera debía ser muy conocida en el mundo de la modalidad, para que atraiga a tanta gente de todos los rincones del mundo.

Íbamos bajando, el sol nos acompañaba entre los pinares, sus rayitos calentitos eran un bálsamo en esa fresca mañana, no era temprano, aproximadamente las 11:00. Asi que se podía calcular el frio que los corredores habrían pasado mientras corrían por la noche en medio de esas montañas. Ahora iban en manga corta, en silencio, el esfuerzo no les dejaba hablar. Aunque si había tiempo y ganas para un «gracias» o «buenos días» cuando los dejábamos pasar.

Entretenidos viendo a los corredores, no nos dimos cuenta que seguíamos su camino y habíamos pasado el cruce del nuestro, asi que volvimos atrás unos pocos pasos y vimos el nuestro cerrado con una cinta para que los corredores no se pierdan. Desde ese momento caminamos tranquilos, ya no encontramos a nadie. Subimos a una roca, desde donde se tenía una vista espléndida y nos encontramos con una pareja un poco perdida, buscaban el Roque Nublo. Habían seguido a los corredores de la Transgrancanaria y no habían visto el sendero más arriba que llevaba al Roque Nublo, ahora o tendrían que volver, lo más corto, o dar una vuelta larga con una subida muy dificil.

Nosotros seguimos nuestro camino de bajada hasta un pueblecito llamado La Culata, en la última bajada nos volvimos a encontrar con los corredores, que cruzaban el pueblo, uno nos preguntó en broma, que donde estaba el ascensor. En la entrada del pueblo unos vecinos habían puesto una mesa con cervecita fresca e incluso garbanzada, aunque no creo que ninguno de los corredores pararía para tomar algo de lo ofrecido, todavía les quedaba un tramo muy largo. Fuimos al barcito, donde solemos entrar y recordando otro día más fresco y lluvioso, nos pedimos un chupito de ronmiel y un plato de queso casero con bizcocho. En la mesa de al lado había unos turistas que aplaudian a cada corredor que pasaba para animarlo.

Ya nos separamos de los corredores cuando salimos del pueblo y emprendimos la subida a la Cruz de Timagada. Pasamos muchos lugares donde todavía corría el agua y es que toda la nieve todavía no se había derretido. Gracias a la nieve las presas había recogido mucha agua estos días, que hacía mucha falta. Nos sentamos en unas piedras a medio camino y nos comimos nuestra fruta y bocadillos. Ya con nuevas fuerzas emprendimos la subida hasta llegar a la Cruz y el sitio donde estaba aparcado uno de los coches. Buscamos el otro y fuimos a disfrutar del mejor momento del día, un rico almuerzo en uno de los restaurantes a los que solemos ir. Todo estaba buenísimo, tanto las papas arrugadas con mojo, como el queso fresco y medio, queso frito con mermelada, carne de cochino y el choricito parrillero y lo mejor del todo, el postre: polvito uruguayo, mousse de gofio y dos eligieron flan con nata y para terminar el día redondo un chupito de ron!

Carina

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