La acción se desarrolla siempre en el presente, porque es una expresión del cuerpo, que no puede existir más que en el presente. Pero el intelecto es semejante a un fantasma y, de hecho, nunca existe en el presente. No tiene otro poder que el de atraer tu atención fuera del instante presente.
El guerrero pacífico de Dan Millman
El espíritu vacío
Nuestro cuerpo es un muro y se derrumba
entre preocupaciones y cuidados
que el tiempo desvanece. No son nada,
nada turba el espíritu vacío.
Maestro Zen Vien Chieu, 999-1090
Olvidando los problemas cotidianos, en la pequeña barca que me lleva a la isla del Budo, me entretengo remando
Poema de Kenwa Mabuni fundador del estilo de Karate Shito-Ryu.
laguna de los padres de carina
Estas tres citas tienen relación con el presente artículo, pero realmente la última fue la que me inspiró a escribirlo. Y todas me parecen absolutamente oportunas. Sobre todo la última se puede aplicar con certeza a nuestro entrenamiento diario.
En cualquier deporte como puede ser la natación, el atletismo o el golf tienes tiempo de evadirte con la mente, o sea que no estás en el momento presente, el cuerpo y la mente no están unidos. El cuerpo está haciendo el ejercicio, pero tus pensamientos pueden estar en cualquier parte menos en la piscina, la pista o el campo del golf. Claro que el resultado no es el mismo, hay que intentar estar en todo lo que hacemos tanto con el cuerpo como con la mente, sino el efecto no es el mismo.
Y esto es lo bueno de un arte marcial o budo, como por ejemplo el Aikido, que es lo que conozco y puedo hablar por experiencia. Lo primero que me atrajo fue, que no hay otra posibilidad que practicarlo con cuerpo y mente, tu mente tiene que quedarse allí en lo que hará tu compañero, no puedes pensar en otra cosa, porque si te vas con tus pensamientos, es posible que te lleves un atemi, un golpe, lo que te hará regresar de donde estés inmediatamente.
Antes de practicar aikido estuve ocho años haciendo yoga y justamente lo dejé porque había demasiado tiempo para pensar en otras cosas, por ejemplo que haría al salir de la clase, los problemas seguían ahí, entonces para que continuar con la práctica, no salía relajada, aunque haciamos relajación, valga la redundancia. Aunque claro siempre nos repiten y la profesora insistía en ello,: «vivir y estar en el momento presente». Pero como dice Dan Millman en la primera frase arriba, nuestro intelecto, nuestra mente siempre nos aparta del camino con la cantidad de pensamientos que nos trae, que normalmente no están relacionados con el aqui y ahora, sino con alguna vivencia del pasado o algo que haremos más tarde.
Cada momento es único e irrepetible al igual que cada clase de Aikido.
Asique empecé a entrenar un arte marcial, con casi cuarenta y siete años, quien me lo iba a decir. Y después de casi diez años sigo aquí, mi maestro me dice, que ojalá él pueda llegar a esta edad en la forma que estoy yo. Pero el principal motivo que sigo practicando es por supuesto el buen ambiente familiar que hay en el dojo, del que se encarga concienzudamente el maestro, pero también los compañeros de muchos años.
Aunque otro motivo igual de importante es que me olvido completa y absolutamente de todo lo demás, lo que no sea la técnica que estamos practicando en este preciso momento. Hay que concentrarse cuando el maestro nos muestra la técnica, en no perder detalle, y a la hora de practicarla relajarse y fluir, reaccionar correctamente cuando somos uke y responder con todo el cuerpo cuando somos tori. Estoy en el aquí y ahora, viviendo justo este instante. Cada minuto de los noventa que dura la clase estoy allí. Y como al final de la clase, sudando, incluso en invierno, siempre hay algún juego que nos hace reforzar la postura y el cuerpo, pero además nos hace reír con ganas, salimos relajadisimos, sienténdonos estupendamente y con muchas ganas de volver a la siguiente clase.
Carina
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