La magia del camino

Voy a compartir con mis lectores y aquellos que tengan la intención de hacer el Camino de Santiago algunos momentos vividos y anécdotas que contribuyeron mucho a que el Camino me pareciera mágico. Desde luego también hubo tres o cuatro momentos no tan bonitos y personas digamos estresadas, pero eso te devuelve a la realidad, forma parte de la vida.

En primer lugar el canto del cuco que nos acompañaba todas las mañanas en casi todas las etapas excepto en las carentes de árboles. En cuánto había un árbol aunque a gran distancia detrás de un extenso campo de cereales, se volvía a oír su rítmico canto.

En cada pueblecito encontramos tulipanes de varios colores como anunciando la primavera, que todavía tardaría unas semanas en aparecer.

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El salir cada día sin saber lo que nos iba a deparar ese día, pero sabiendo que todo lo que íbamos a asimilar con nuestros cinco sentidos sería completamente nuevo. Cómo en las primeras etapas en las que nos dimos cuenta que puedes disfrutar de igual manera o aún más caminando bajo la suave lluvia o agua nieve si vas con la ropa adecuada. En el albergue de Zubiri, al que llegamos en nuestra segunda etapa el hijo del dueño se puso en cuclillas para ayudarnos a quitarnos las botas llenas de barro. Nos dijo que su cometido era hacer sentir a los peregrinos lo más cómodos posible. Allí conocimos a David, un peregrino de Boston, quien debido a una gran ampolla en el talón tuvo que descansar un día más en aquel albergue y preparó una cazuela de arroz con verduras para todos los que estabamos allí.

El increíble color verde de los campos de cebada y trigo y el amarillo de los campos de colza, de lejos parecen alfombras que ha puesto allí la naturaleza para nuestro deleite.

El dueño de la casa rural restaurada de un edificio de 300 años de antigüedad en Azkerreta, nos contó que cuando vino de vacaciones con su familia a Lanzarote, su hija pequeña le preguntó si el campo se había quemado y donde comían las vacas, al ver el picón negro de la tierra de lava que predomina allí.

El encontrarme con uno de mis fieles comentaristas y su esposa y tomarnos juntos una infusión.

La fuente del vino, la generosidad de la Bodega Irache que invita a todos los peregrinos a probar su vino gratuitamente mediante el cartel que dice así «“Peregrino, si quieres llegar a Santiago con fuerza y vitalidad, de este gran vino echa un trago y brinda por la felicidad”»

Las cigüeñas en sus nidos criaban a sus pequeñines en lo alto de la iglesia de cada pueblo.

En Viana conocimos a Julián, un auténtico zahori con un 97% de aciertos y que además es experto en setas, tiene su propio sello, un dibujo de su herramienta la varilla con el péndulo.

A la entrada de Logroño primero te encuentras con una casa llena de cartelitos «no stamps», «no hay sellos», «privado». Y unos metros más adelante la casa de Felisa, donde una señora nos ofrece el sello, además vende pulseras y otra bisutería del camino, le preguntamos si ella es Felisa, no ella es la hija y se llama María pero sigue la tradición, nos cuenta, cuando preguntamos por su vecina «no stamps», que no la entiende.

El fisio que nos atendió en Logroño, con cita inmediata en su apretada agenda con su masaje profesional y barato.

Con el tiempo cambiamos nuestro té verde de la mañana por un tinto de la zona que nos sentaba mejor tanto al cuerpo como al bolsillo, en el bar de un pueblecito incluso costaba la mitad.

Terminabamos el día con un Pacharán, cuyas florecitas blancas nos acompañaron durante gran parte del camino.

El pescadero que se anunciaba en los pueblos tocando la pita de forma prolongada, para que hasta el último de los aprox.40 habitantes se enterara de su llegada.

Los diferentes ríos cuyo murmullo nos acompañaba buena parte del camino.

En Rabe de las Calzadas nos alojamos en La Fuente, donde el camarero del bar obsequiaba a cada peregrino, incluso a aquellos que sólo entraban para utilizar el servicio con una medallita de la Virgen Milagrosa, para que nos proteja. Allí también conocimos a una peregrina de Oklahoma que tenía preparadas tarjetas con sus datos y un pin con el escudo de su estado que recuerda a los indígenas de aquellas tierras. Ella nos invitó a su casa en Estados Unidos, habiendo sido bibliotecaria, tenía tatuado en el lateral de su dedo indice : Sshhhh, que se hacía visible cuando ponía su dedo delante de la boca.

vimos a peregrinos de los rincones más lejanos del mundo, nos asombró y maravilló encontrarnos con personas que viven a doce horas de vuelo de nuestro país. Muchos de ellos sabían algunas palabras de castellano, y aunque no lo supieran siempre saludaban con un alegre «Buen camino».

Y en el último hotel/albergue de éste viaje, el propietario que tenía almohadas especiales para cervicales en todas las camas, ya que las necesita considera que los peregrinos también merecen ese privilegio.

Y finalmente en mis sueños sigo en ese camino mágico.

Carina

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