La camiseta color vino

Recordar: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón
Eduardo Galeano

Hace unos días Ailena vio una camiseta manga larga de color vino tinto en las rebajas, una ganga por el precio y cuando se la probó, le quedó bien,  era su talla, asique la compró. Cuando la estrenó y miró el color con más atención se quedó pensando. Ese color le trajo recuerdos, aquello hacía más de cuarenta años. Que extraños caminos utiliza nuestra mente, que maravilla,  de repente un olor particular o un color nos lleva de vuelta a nuestra infancia o adolescencia.

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Ailena tenía entonces trece o catorce años cuando unos vecinos nuevos se mudaron a una casa en el mismo pasillo, que la casa en la que ella vivía con sus padres. Era una pareja con un hijo que era apenas un año mayor que ella. Desde que lo vio se sintió atraída por él. Era una niña introvertida y tímida a la que le gustaba leer y a quien le resultaba difícil relacionarse con chicos de su edad. Aquel vecino le gustó, quería ser su amiga, pero no sabía cómo lograrlo, lo miraba pasar a hurtadillas, pero no sabía que decirle. Iban al mismo colegio, asique hacía tiempo delante de su puerta, hasta que lo veía salir de la casa para así  coincidir con él en el camino al colegio, aunque apenas intercambiaban palabras y cuando él la miraba se sonrojaba. Como no iban a la misma clase, ella siempre lo buscaba en los recreos  con la mirada y  observaba desde lejos lo que hacía con sus amigos. Un día de invierno lo vio pasar por su casa en dirección al campo de futbol con un pullover de color vino que hacía resaltar su piel tostada por el sol y su cabello castaño. A Ailena le parecía el chico más guapo e interesante del mundo.

Un día fue de compras con su madre y encontró un pullover de una lana suave que no picaba, de un color parecido al del chico aunque un poco más tirando a rojo, le pidió a su madre que se lo compre, como no era una niña caprichosa de esas que todo lo quieren, su madre accedió contenta de que a  su hija le gustara algo de ropa en una tienda. Desde aquel día fue el pullover preferido  de Ailena .

El día que había previsto una excursión conjunta de ambas clases Ailena no pudo dormir en toda la noche, se levantó más temprano que de costumbre y después de ducharse, se planchó el pelo y cogió el maquillaje de su madre, aunque no tenía mucha experiencia, asique quedó demasiado pintada para su gusto, por lo que volvió a lavarse la cara y se puso el pullover de color vino nuevo. Se sentó al lado de su amiga en el autobús muy consciente de que el chico estaba sentado en la última fila con sus amigos. Se volvía de vez en cuando con la excusa de hablar con la amiga sentada detrás de ella. Cuando regresaron y bajaron del autobús el chico bajó detrás de ella y le dijo que ese pullover le quedaba muy bien. La cara de Ailena se puso casi del color del pullover, su corazón latía con fuerza.

Desde aquel día fue la prenda que más usaba y le  duró durante varios años, hasta que la lana se tornó tan fina y brillante en la zona de los codos de tanto usarlo.

Ahora con su camiseta nueva color vino se preguntó que habrá sido de aquel chico, lo último que supo fue que la familia se volvió a mudar de la casa vecina a los dos años con rumbo desconocido y el chico se cambió de colegio. Seguro que ahora cuarenta y tantos años después aunque coincidiera con él, difícilmente lo reconocería, aunque ahora sí tendría mucho que contarle.

La simple vista del color vino tinto le trajo los recuerdos, sensaciones  y sentimientos que había vivido hacia tantos años.

Carina

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