Impresiones sobre el regreso

Después de seis años hemos regresado a ver a la familia, a mi lugar de infancia y adolescencia. Quiero resumir algunas de los cambios e impresiones que me quedaron. volamos como siempre en el invierno de allí, para que todos los miembros de la familia pudieran viajar, es decir tuvieran vacaciones.

El primer día que caminamos hacia la costa que está a seis cuadras( cada cuadra tiene 100 m) de la casa familiar notamos que la playa era mucho más grande. La última vez que habíamos estado sólo tenías un trocito de playa cuando bajaba la marea, sino te tenías que acomodar sobre las piedras. Habían construido unas barreras rompeolas que como resultado habían logrado aumentar la cantidad de la arena en la minúscula playa de antaño convirtiéndola en una verdadera playa donde, estoy segura, que en verano mucha gente puede pasar buena parte del día disfrutando tomando el sol, bañándose y tomando mate.

Me llamó la atención la gran cantidad de cernícalos que sobrevolaban el barrio, al principio vi uno o dos, pero al acercarme otra vez a la playa pude ver unos 8 a 10 buscando comida entre las conchas, piedras y más delicias que había traído el mar. Cuando comenté mi asombro, alguien me dijo que los habían traído para acabar con la plaga de palomas. Bueno no se que es peor una plaga de palomas o de cernícalos.

Una de las cosas que me gustaron mucho fue la amabilidad de la gente. Esta vez tuvimos que utilizar el transporte público para desplazarnos. No había suficientes coches en la familia para desplazar a todo el grupo. No me asombró que cada vez que mi madre de 85 años subía al colectivo, la persona que ocupaba el asiento de adelante se lo cedía. Pero si me encantó que los jóvenes también se levantaran para cederme su asiento a mi o a mi marido. Nunca me había pasado, o es que ya nuestra apariencia es de muy mayor 🙂

Tanto los alimentos, ropa, zapatos o tomar café, comer en un restaurante, todo, todo estaba muy caro, lo podría entender si la gente de allí también ganara más que aquí, pero no es así. Un sueldo medio es menos que la ayuda que proporciona nuestro gobierno a la gente sin medios. A pesar de todo eso, las cafeterías y restaurantes siempre estaban a tope, en algunos tenías que ir muy temprano para reservar mesa, sobre todo si eras como nosotros un grupo grande. Lo único barato era el colectivo 0,40 € y podías viajar pasando por toda la ciudad (más de una hora de viaje) y las facturas y media lunas (dulces exquisitos parecidos a los croissants) entre 0,17 y 0,35€ cada una. Otra cosa que también encontré relativamente barata y exquisita son las pastas caseras que puedes pedir a una pequeña fábrica que te la trae a tu casa, son realmente caseras y baratas teniendo en cuenta el trabajo que te ahorras, por ejemplo canelones, ravioles, ñoquis. Y es que allí la mano de obra no vale nada.

Que la mano de obra no vale nada lo puedes comprobar también en lo que pagas por las artesanías, verdaderas obras de arte muy creativas y bonitas, con lo que te cuestan nunca pagarás realmente el trabajo que le costó al artista que la creó. Las artesanías más originales y bonitas las encontramos en el Shopping de Sierra de los Padres, adonde fuimos también en colectivo. Este costó un poquito más 0,60 € para llevarnos a la hermosa localidad que se encuentra a 15 km de Mar del Plata. Allí a diferencia de lo que esperamos comimos muy bien de calidad y precio. Fuimos al único restaurante que estaba abierto, teniendo en cuenta que era un día entre semana en invierno y no siendo vacaciones de invierno. Había tres menús que incluían bebida y café, probamos los tres, ya que compartimos, eran excelentes los tres y nos costaron 7,35 € cada uno.

Otra experiencia nueva fue cambiarle los Euros a los arbolitos, son personas que se ponen cerca de la Casa de cambio y te dan más, están muy bien organizados ya que nos llevaron a un pequeño local cerrado y nos dieron 25 centavos más por cada euro.

Ese mismo día, un día espléndido frío pero con sol y sin viento, nos fuimos hacia la playa del centro y luego a la escollera donde estaban pescando. Uno de los pescadores, que pescaba con medio mundo, es una red con esa forma sacaba un montón de cornalitos, unas sardinillas muy pequeñas. Al verlas tan frescas no pudimos resistirnos a la tentación de comprar un kilo, que luego con sal y harina fritos estuvieron exquisitos.

Cuando fuimos al puerto nos recibió el mismo olor fuerte de siempre a pescado y algo más. Vimos a nuestro amigo Juan Carlos el lobo de mar que ya hacia seis años era el dueño del puerto, él conoce la fábrica de pescado, sabe donde le dan comida y además es un experto modelo que posa para todo el que quiera grabarlo, sacarle fotos o sacarse selfies con él.

Resumiendo unas vacaciones muy lindas y entrañables con la familia y seguramente no dejaremos pasar tanto tiempo para volver otra vez.

Carina

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