El kodama de los árboles y los terremotos en Japón

Cómo estructuras de madera de cientos de años logran perdurar en un país en constantemente en movimiento


Al pensar en la cultura japonesa viene a la mente la tranquilidad de un jardín Zen, la ceremonia del té con su estricta economía de movimientos, el rígido código de honor Samurai y la etiqueta social dolorosamente invertida que todavía impregna todos los niveles de la sociedad.

Viene a la mente una cierta rigidez, pero ésta podría ser la razón de por qué Japón conserva gran parte de sus artes y cultura antiguas. Entonces es irónico que –literalmente- todo esto se asiente en un país que está constantemente en movimiento.

Y, sin embargo, hay estructuras que han perdurado a estos impactos constantes a lo largo de los siglos. Muchos acreditan su supervivencia a las culturas orientales, su relación con los árboles y la comprensión intrínseca de la madera.

Los árboles

En Japón, aparte de otros tesoros, los árboles se encuentran entre los más venerados. En el libro “El arte de la carpintería japonesa”, el profesor de arquitectura Kiyosi Seike escribe que todos en Japón conocen la palabra kodama, que significa el espíritu del árbol.

“Yo creo que debió haber sido una temprana fe en kodama lo que causó que los japoneses veneraran sus árboles, los cuidaran y promovieran activamente la reforestación. Sin duda esta misma veneración explica en parte los innumerables árboles a lo largo de Japón que son considerados sagrados”, escribió Seike.

Y si pensaba que la vida sustentable es un concepto nuevo, el profesor Seike cita como ejemplo la prefectura de Akita en el norte de Japón y sus preciados cedros que fueron plantados por los líderes del pasado que apoyaban la reforestación durante el periodo Edo (1603-1868).

La madera

También dice que no es solo la abundancia de madera en Japón lo que contribuyó a que fuera el material preferido para la construcción.

“La construcción en madera, debido a su menor volumen, es más capaz de resistir terremotos que las construcciones de piedra o ladrillos. Durante un terremoto, las uniones, tan necesarias para la construcción en madera, funcionan como amortiguadores, proporcionando al edificio una cierta flexibilidad para soportar”.

El profesor Seike también menciona que la madera nativa japonesa es naturalmente resistente al ataque de bacterias, hongos e insectos, y mientras haya tal cosa como la termita nativa, no es lo bastante fuerte como para causar daño a los edificios de madera, a pesar de que las termitas han destruido prácticamente todos los antiguos edificios en la región del Pacífico sur.

“En contraste con los materiales inorgánicos y los más recientes desarrollados de alta construcción molecular, la madera requiere de una fe casi anímica de la gente que trabaja con ella… Cuando veo un ejemplo de una bella construcción de madera, no puedo dejar de pensar en que la belleza de la arquitectura no sólo se deriva de sus técnicas de diseño y construcción, sino también del alma de la propia madera. Al mismo tiempo, las estructuras finas de madera parecen hablar con el corazón de los carpinteros expertos que las construyeron, con el obvio respeto al alma de la madera”.

La comprensión japonesa de la madera ha servido de base para la arquitectura más impresionante que se mantiene todavía hasta el día de hoy y desmiente a aquellos que insisten en la vulnerabilidad de la descomposición de la madera que la hacen un material de construcción no deseado.

El profesor Seike señala el Shosoin, un gran depósito imperial, que ha sobrevivido por más de 1200 años y el Templo del Pabellón Dorado, Kinkaku-ji, que ha sobrevivido casi exactamente 1300 años, y ambos aun se encuentran en excelentes condiciones.

“Es obvio que los edificios de madera bien diseñados y bien construidos y que son bien cuidados pueden sobrevivir indefinidamente”, escribe.

Los muebles

El fabricante de muebles australiano, Simon Wong, puede relacionarse fácilmente con esta sensibilidad compartida por los artesanos que trabajan con madera, a pesar de que su opción preferida de maderas son las nobles australianas: el haya mirto, la madera negra y el roble de Tasmania. Su amor por la madera se hace evidente en su propio trabajo.

Simon Wong dijo a La Gran Época: “Me gusta la sensación, la textura y la apariencia de eso. Y a pesar de que el árbol está muerto, la madera sigue respirando y como que tiene vida propia. La madera te habla y te dice que hacer con ella”.

Dijo que ha sido influenciado por las culturas orientales, y que una de sus historias favoritas es una de Confucio: describió a un fabricante de soportes para campanas que fue al bosque a meditar y llegó a estar lo suficientemente tranquilo como para ver el soporte en el árbol antes de talarlo y tallarlo.

“Tenía que encontrar el árbol correcto, pero también estar en un estado mental adecuado para poder ver exactamente la naturaleza intrínseca de la madera y lo que está llamada a ser hecha”, dijo Simon.

Simon señala que aunque se está reduciendo el mercado de productos hechos a mano, tales como los muebles de madera, la gente todavía aprecia las diferencias.

“Pienso que siempre habrá gente que aprecie los muebles de madera hechos a mano. A menos que haya una mayor conciencia en la diferencia entre los que son producidos en serie y algo hecho a mano, la gente no estará dispuesta a pagar más dinero”.

Los muebles de madera hechos a mano, como muchos edificios japoneses antiguos, también tienen su propia vida, dice Simon.

“Una cosa sobre los muebles hechos a mano es que tendrán una duración de una, dos o muchas vidas, al contrario de los muebles desechables que se producen en masa por las grandes empresas. En cuanto al medio ambiente y su impacto, creo que es importante”, dijo Simon, añadió: “Es bueno tener un sentido de valor y un sentido de lo hecho a mano”.

Fuente: La gran época

A un olmo seco

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