Cumpliendo con nuestra tradición

El último día del año siempre hay mucho que preparar, pero por ello no íbamos a dejar de cumplir con una tradición. Así que nos levantamos temprano, nos reunimos y subimos al centro de la isla hacia arriba a unos 1600 m. Habíamos quedado a las 10:30 en el parking y al encontrarnos poco tráfico en el camino llegamos rápido, nos dio tiempo a parar en Artenara a tomar un cortado. Nos encontramos puntualmente en el parking del Roque Nublo, eramos menos, de nuestro grupo había gente resfriada. Pero vino gente nueva, amigos de miembros del grupo, entre ellos canarios que nunca habían subido al monumento natural de la isla, increíble. Por suerte y por la hora que era no tuvimos problemas de aparcamiento. Ya que esta caminata es muy conocida y muchísima gente, canarios y turistas suelen subir, sobre todo en fines de semana, normalmente está todo lleno, una vez tuvimos que dejar el coche al borde de la carretera.

Aquí arriba el tiempo estaba hermoso, totalmente despejado y soleado, pero se divisaba a calima que seguíamos teniendo, llevábamos unas dos semanas con este aire lleno de tierra, debajo nuestro. Por ello tampoco se podía ver a Papá Teide en la isla de enfrente, que normalmente en días claros se distingue en todo su esplendor, además ahora estaba nevado, motivo por lo que el aire y viento aquí arriba estaba tan helados. Me puse mi chubasquero para protegerme del frío que sentía, sobre todo al ver a los turistas en pantalón y manga corta y sandalias. No entienden que a esta altura nunca pueden hacer los 25 grados que tenemos en la playa. Ellos vienen a Gran Canaria a disfrutar del buen tiempo y creen que toda la isla es igual, no conocen a nuestro continente en miniatura que en cada zona tiene otro clima.

Estaba agradable para caminar, la tierra ya no estaba húmeda, sólo nos encontramos con un charquito, asi que el peligro de resbalar era menor. Ya nos encontramos con bastante gente en el camino, incluso con bicicletas. Nos entretuvimos en sacar fotos, no teníamos prisa. Tomamos el camino directo, no el que da la vuelta alrededor del Roque. Caminando entramos en calor asi que me quité mi chubasquero y los demás también se iban quitando capas. No podíamos haber deseado mejor tiempo, el sol calentaba con fuerza, había una enorme diferencia de temperatura en la sombra, además en las zonas despejadas seguía soplando el viento helado. Llegamos a la plataforma desde donde subimos primero a la formación que parece una rana, algunas, las solteras la abrazaron, para ver si en el año nuevo encontrarían a su príncipe. Seguimos unos pasitos más arriba y llegamos al Roque Nublo, todos lo abrazamos para que nos de energía positiva para éste nuevo año que venía. Había dos perros por allí y un gatito, habrían venido para lo mismo?

Rodeamos al Nublo y nos sentamos en la plataforma delante de él, donde respiramos conscientemente con los ojos cerrados, para relajarnos totalmente, la vista panorámica que teniamos delante nuestro nos acompañaba, así como los rayos agradables del sol. Nos sentíamos totalmente libres a esa altura, listos para volar. Después de un rato volvimos y rodeamos el Nublo hacia el otro lado. Alli había un grupito sentado, en sus cuellos plumas, con copas de champagne, de repente oímos las doce campanadas que sonaban del móvil, eran las 12 del mediodía, ellos se comieron las uvas y brindaron. Hermoso lugar para celebrar la entrada al año nuevo con doce horas de antelación. Nos dieron una idea, a ver si a final del 2017 hacemos lo mismo.

Bajamos uno poquito para comernos nuestros bocadillos sentados al sol, mientras observábamos a mucha gente subiendo y bajando y el precioso paisaje que teníamos delante. Después de un rato, seguimos bajando y subimos a visitar a la catedral, llamada así por su forma, una cueva por la que habíamos pasado muchas veces, pero nunca habíamos visitado. Por supuesto que los turistas que íban detrás nuestro, hicieron lo mismo, el camino era bastante estrecho y empinado, si alguien subía, mientras tu bajabas, uno de los dos tenía que esperar. También fuimos a ver de cerca la formación rocosa que de un lado parece un monje y del otro una pata de jamón.

Finalmente llegamos al punto de partida, parte del grupo fue al puesto que siempre hay allí a comprarse bocadillos de chorizo de Teror y tomarse una cafesito caliente. A nosotros nos esperaba mucho que hacer abajo, incluida nuestra familia para el almuerzo. Así que retomamos el camino de regreso, sobre las 15 llegamos a casa, después de una hermosa caminata para la que había merecido la pena madrugar. El último día de este año se estaba transformando en inolvidable.

Carina

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