Todo tiene su lado positivo

Todas las cosas malas tienen su parte positiva y es bueno para nosotros buscarla, reflexionar sobre ella y aprender la lección.

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Un sábado salí del trabajo con un fuerte dolor de cabeza y a pesar del día soleado sentía frio. Cuando llegué a casa me puse el termómetro y tenía un poco de temperatura, nada de que preocuparse, pero a medida que pasó la tarde, subió otro pelin. Hacia años que no tenía fiebre, aunque sólo era un poco de temperatura porque la garganta estaba resentida y el cuerpo actuaba en su defensa. El cuerpo me había dolido por la noche, pero pensé que tenía agujetas del trabajo de armas que habíamos hecho en la clase de aikido del jueves.

Habíamos planeado una caminata para el domingo, pero preferí avisar, que estaba mala que no podría ir. Fue buena mi decisión, ya que el domingo por la mañana me levanté completamente mareada,… cuanto pueden debilitar al cuerpo unas décimas de temperatura. Me pasé la mayor parte del domingo sentada en el sillón sin hacer nada, ni siquiera pensaba mucho, a ratos me quedaba dormida, relax total, por la tarde ya me sentía mejor, casi no había comido, tampoco tenía apetito, algo que me venía bien.

Ese stop, parada de la rutina y en el estrés diario me sentaron de maravilla, las cosas que hice esa tarde fueron muy lentas y relajadas, comía más despacio, que es mucho más sano que engullir las comidas por falta de tiempo. Todo lo hacía a cámara lenta. Y justamente esa lentitud es la parte positiva, mi malestar me había obligado a ralentizar mi paso, tanto físico como mental, a disfrutar del momento aunque sea malita en el sillón haciendo simplemente nada, sin pensar siquiera, a comer más lento para saborear mejor las comidas, a moverme de forma más lenta.

Pero realmente hace falta ponernos malos para tener un momento, medio día, un fin de semana de relax? A la mente le vienen de maravilla unas vacaciones de nuestros continuos pensamientos. A nuestra barriga le viene de maravilla comer lentamente para llenarnos antes y para que ella tal vez se achique. Al cuerpo en general le viene de maravilla un día sin hacer nada.

Y como todo motor que una vez apagado tarda un poco en volver a ponerse en marcha, el lunes hice las cosa concentrada pero sin prisas, mucho mejor, tal vez necesité un poco más de tiempo pero todo sin errores.

Asique aunque no tengas fiebre, tomate tu tiempo, sobre todo toma tiempo para ti, cada día el que necesites!

Carina

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