Un dilema aplazado: una identidad denegada y desestimada

A mediados del siglo XX, Morihei Ueshiba O-Sensei presentó un arte marcial que es único hasta la actualidad. Hay muchos testigos que actualmente viven en todo el mundo que estuvieron allí, mirándole, oyendo lo que decía y que le tocaron físicamente. Además hay una cantidad significativa de grabaciones y anécdotas históricas sobre su arte, del mismo modo que hay prácticas y seminarios que han ido proliferando durante muchos años que parecen estar directamente relacionados con lo que él fundó. Sin embargo, encontramos poca, si acaso, evidencia de alguien, incluso entre aquellos que estaban más próximos a él, que haya entendido su aikido con certeza y claridad, por lo que parece no existir transmisión reconocida de su arte. Por lo tanto, el aikido que él fundó todavía permanece único y el legado de lo que fundó existe como una serie redundante de tentativas, interpretaciones invalidadas de su idea original – o algunos otros conceptos y prácticas de “aikido”.

Esta otra vertiente de un arte común con un objetivo singular ha sido esencialmente una combinación de tentativas de interpretaciones que han sumado a una repetición de monotonías. La singularidad del arte parece haber sido desestimada por aquellos que han estado concentrando las crónicas de aikido en una forma ambigua del arte. Más aún, se supone que este arte ha sido fundado por una persona legendaria, idiosincrásica, de múltiples facetas que ha expandido el arte(s) que aprendió de otros. Estos esfuerzos y pensamientos han recuperado claramente lo que O-Sensei había desechado totalmente. Obviamente las muchas interpretaciones de su arte han dado lugar a los paradigmas de las artes marciales que precedían a su aikido y han sido sustituidos y ajustados a la mentalidad contemporánea. Esto sólo ha ampliado en mayor medida la separación respecto de su aikido. Esta discontinuidad ha resultado en una parodia que ha retardado más la evolución y desarrollo del arte marcial de O Sensei. Las referencias a las técnicas con nociones absurdas como estilos “suaves o duros” o incluso aikido de “clase mundial” tan solo han añadido una vuelta de tuerca más para hacer borroso lo que ha sido vago desde el principio. De algún modo, el “aikido” se ha convertido en una terminología para una diversidad colectiva de interpretaciones bienintencionadas en lugar de una diversidad de algo original.

Las frecuentes reuniones de cursos y seminarios para todos los grupos y estilos parece reforzar lo que ya existe pero no se dirige hacia lo que se ha perdido. El esfuerzo loable de compartir información y formas de entrenamiento a través de la amistad y apertura es una sobre simplificación que no está enfocada al verdadero problema – como en un cuento popular familiar del emperador sin ropas; es decir el aikido sin ningún O-Sensei. La mayoría de las prácticas, si no todas, son interpretaciones de una idea del “aikido” sin ninguna validación de que sean el aikido de O-Sensei. No hay claridad alguna en cuanto a la integración de la estrategia y disciplina marcial y filosófica que se supone que deberían expresar, satisfacer o personificar estas prácticas. Su identidad está escondida o no existe y ,por lo tanto, puede ser cualquier cosa. Paradójicamente, sin la presencia del aikido de O-Sensei, el probable potencial que se ha visto permanece limitado para cualquier otro aikido que no sea el suyo.

Muchos de nosotros sólo podemos imaginar indirectamente a través de documentos pasados y anécdotas de O-Sensei, su personalidad y carácter y su relación con aquellos que estaban más próximos a él, incluida su familia. Existe poca evidencia entre los practicantes de aikido, religiosos o no, que hayan aceptado su espiritualidad como la esencia primaria dentro del paradigma de su aikido. Escuchamos o leemos más acerca de su idiosincrasia que de su espiritualidad.

Debemos concluir que hasta ahora ha existido una variedad de respuestas a la pregunta, “¿Qué es el aikido?” La mayoría de los análisis, si no todos, han formulado la pregunta equivocada. La pregunta obligada desde el principio debía haber sido, “¿Qué es el aikido de O-Sensei?” No se trata de su relación con otras artes marciales o su relación con otras personas. Se trata de su creación y su singularidad y del entendimiento de lo que él creó. El problema continúa estando oculto por la vaguedad y ambigüedad implícitas de las prácticas que son descritas por una abundancia de retórica eufemística y racionalizaciones intelectuales.

Lo que le ocurrió al aikido de O-Sensei raramente se discute y la probable complicidad que provocó sobre las prácticas actuales es fascinante en si misma. Lo que existe puede ser descrito como diferentes formas de arte de culto sin los cimientos del nuevo paradigma del fundador. El alcance de esta actividad, como se percibe y practica hoy en día, ha producido una cantidad desenfrenada de actividad, y esta práctica ha tomado vida propia y se ha unido a otras formas de entretenimiento. Parece ser practicado como un arte de muchas formas y filosofías, compartiendo la misma etiqueta y una sabiduría convencional similar. Esta sabiduría incluye la relación retórica de que el aikido que se practica sigue la misma filosofía y es funcionalmente igual al aikido desarrollado por O-Sensei. Este es un mito persuasivo, dado que tal presunción comparte muchas de las características familiares y de linaje común a las formas y estrategias de las antiguas artes marciales del pasado – pero no coinciden con su aikido. La esencia de la tesis de este artículo es que O-Sensei comprendió la futilidad de tales ataduras con respecto a lo que él buscó. Son los intérpretes, los marcialmente y/o intelectualmente orientados, quienes han seguido negando el nacimiento virgen de su aikido. El mantenimiento de los lazos antiguos y familiares pareció y fue coherente y adecuado a ojos de los primeros interpretes. También les daba las convenientes seudo encrucijadas a seguir por la mayoría de los practicantes. Pero el aikido de O-Sensei no era una continuación y extensión de lo antiguo y tenía una marcada discontinuidad con el pasado marcial y los conceptos filosóficos. El problema entonces y ahora es la necesidad de explorar lo que aún no nos resulta familiar, lo que el reveló como el nuevo “bu” impulsado espiritualmente. Su trascendencia a la realidad espiritual y universal constituyeron los fundamentos de los paradigmas que el demostró.

Esta tesis retorna a la disyuntiva que separó el aikido que hoy prevalece del aikido de O-Sensei, y retrocede hasta dicha encrucijada y llega al ámbito donde el introdujo su aikido. Lo más probable es que este camino fuera ocultado o marginado debido a que no existían huellas familiares y confortadoras de prácticas pasadas. El ámbito original que O-Sensei creó de cara a nuestra participación en la evolución ulterior de su aikido parece haber sido abandonado prematuramente como una ecuación parcialmente resuelta porque su realidad no pudo ser visualizada. Entre las muchas traducciones y datos dispersos, quizás existen suficientes detalles y continuidad para conectar los puntos metafóricos con la realidad de su aikido. No obstante, no tenemos que buscar o esperar que reaparezca ese ámbito; nunca ha desaparecido y no desaparecerá de las mentes de los individuos que lo han visto o sentido. O-Sensei probó su existencia y esperó nuestra llegada allí. Hay testigos que le han oído decir repetidamente a sus estudiantes jóvenes que un día entenderían lo que “este viejo” les estaba contando y demostrando. En el pasado, los participantes sólo vieron una imagen virtual de él fuera de este ámbito, aunque ellos estuvieran en la misma habitación o dojo, a poca distancia de él.

Mientras estuvo vivo, sus progresos estaban todavía dinámicamente en marcha, como repetidamente intentó hacer ver a sus estudiantes. Por retrospección está abrumadoramente claro que el futuro de su aikido dependió de cuanta comprensión y madurez espiritual pudieron asimilar los individuos en las culturas y generaciones de su época. La madurez, en particular, requería la capacidad de seguir su imperativo para liberarse completamente de las ligaduras de las prácticas pasadas, ya fuesen filosofías, rituales u otras ideas preferidas. Las actitudes contemporáneas marciales y culturales de los individuos eran una distracción o restricción notables para un mayor esclarecimiento y purificación (Misogi) así como para una mejor contemplación y meditación. En cambio, la atención habitualmente se distraía en los cálculos de técnicas efectivas a invencibles, pero sólo imaginables. Este hábito adictivo, el cual fue completamente eliminado en la nueva práctica, permanece claramente presente y visible en el legado del aikido contemporáneo.

Tras más de medio siglo, hay casi tantas razones mundanas como número de practicantes para evitar los cambios cruciales. De hecho, los individuos pueden alcanzarlo quitándose los grilletes de los accesorios cómodos y el bagaje familiar y elegir entrar en esta práctica. Debemos entrar para poder participar. De otro modo, sólo podremos seguir soñando, hablando, y escribiendo sobre lo que O-Sensei demostró en la mirad del siglo XX. La elección permanece abierta para los participantes que buscan la realidad de su aikido. Otros, los que prefieren practicar de la manera normal, pueden considerar la tesis de este artículo como una afirmación recurrente de la crisis de identidad del aikido que demanda claridad.
por Minoru J. Shibata
Published Online
Traducido por Fernando Gómez
Fuente:Aikidojournal.com

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