Las monjas de Yongtai-Damas menuditas que rompen hierros

Como la mayoría de las mujeres asiáticas, éstas también son menuditas, con expresiones faciales dulces y un andar como de poetas, pero son capaces de romper una barra de hierro con la cabeza. Supe algo de sus vidas al leer tiempo atrás en la prensa española las impresiones de una de ellas, con motivo de presentarse en Barcelona el espectáculo ‘’Loto y espada’’, integrado por monjas y monjes shaolín del famoso y mítico templo chino de Yongtai. El sitio donde viven se encuentra a poca distancia del turístico y muy concurrido templo de Shaolín, en el Parque Nacional chino de Shongshan, que desde 1963, fue declarado monumento nacional y está protegido por el gobierno de la provincia de Henan. Al bellísimo recinto lo rodean los 36 picos de la montaña sagrada y árboles centenarios. En medio de esta paz natural, están las monjas budistas de Yongtai, cuna china de las artes marciales femeninas. Cuentan que la primera mujer en ingresar a este templo fue la princesa Ming Lian, que al parecer, decidida a alejarse de la vida palaciega y la tiranía masculina, optó por buscar su propio camino. Pero hija al fin del poderoso emperador Xuanwu, la nueva residencia de la princesa se vio ampliada, acomodada, restaurada y dotada de comodidades que beneficiaron por supuesto a las entonces mil monjas budistas que vivían en condiciones muy duras. Los ejercicios espirituales, buscan equilibrar el cuerpo y la mente y un entrenamiento diario de gigong (se lee ‘’shi-kung) permiten a estos seres cultivar con paciencia de ajedrecista el arte en el manejo de todo tipo de arma y defensa a mano vacía. Horas diarias de adiestramiento espiritual para controlar a ese malcriado que puede ser nuestro cuerpo, llevan con los años a dirigirlo, alejarlo de enfermedades y a prepararlo para el rigor y la tolerancia. Digo, o mejor dicho, repito, que nuestro cuerpo puede ser malcriado porque luego de escucharlo de un neurólogo reputado, me convenció que es cierto. Lo acostumbramos a la nicotina y no puede vivir sin ella, a la comida, la rutina, al alcohol, a soportar dolores y en definitiva a dominarnos tanto como una idea obsesiva. Volviendo atrás, se sabe que aquellas primeras monjas no sólo dedicaron su esfuerzo cotidiano así mismas, ya en aquella época hacían trabajo social con los millones de campesinos muy pobres que además del asedio de las autoridades, eran víctimas de los bandidos, que como es tradicional hasta nuestros días, vivían del trabajo ajeno. Enseñaron a los campesinos artes marciales para defenderse y les dieron un arma eterna: les enseñaron a leer y a escribir. Las monjas de Yongtai entrenan el mismo wushu que sus vecinos los monjes. También mantienen una organización jerárquica análoga, pues además las Maestras de Artes Marciales son enterradas junto a los Maestros de Shaolin en el pequeño bosque de pagodas. Se estudia hoy con mucho interés si entre los seguidores de esta filosofía de vida existieron por ejemplo las discriminaciones por género. Tal parece que no, porque cuando se logra controlar la mente y el cuerpo, no hay cabida para tales ideas. Es la misma línea de los ejercicios tai chi, esos que han ido ganando espacio entre nosotros, los que vivimos aquí en esta Isla caribeña. Es decir, que también nosotros, tan lejos del Templo sagrado podemos ejercitarnos como ellos. Las monjas shaolín visten dentro de sus predios una especie de pijama gris. No se trata de un uniforme, es un criterio dentro de su filosofía, donde lo material no resulta imprescindible. Mantienen tradiciones milenarias para no dejarlas morir porque saben que la sabiduría les llega desde donde la memoria se pierde, sus conocimientos de medicina aún asombran a la ciencia moderna y son ante todo gente de paz aunque sean capaces de partir barras de hierro con la cabeza. Fuente:ACN,Agencia Cubana de Noticias

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