Las artes marciales conquistan a las mujeres maduras

Son adultas mayores, pero tienen un estado físico envidiable. Ellas reconocen que su vida cambió tras abrazar disciplinas orientales que requieren de un enorme trabajo corporal.
Débora Gutiérrez A.
No hubo tortas ni velas de cumpleaños. En su lugar, un cálido público, 38 combates de karate y una exhibición de artes marciales que Lilianne Pierron nunca olvidará. «Lolo», como la llaman sus alumnos, celebró sus 80 años en un tatami (piso japonés), durante un Campeonato de Karate Kyokushin que organizó su escuela el 20 de junio. Lilianne es cinturón negro 3 {+e} {+r} dan y es una de las instructoras de karate ( sensei ) más longevas del mundo.
Esta deportista senior, junto a un grupo incipiente de mujeres mayores, decidió apostar por una disciplina dominada por hombres. Demostrando que la edad no es una limitación para practicar desde karate con contacto hasta estilos más sutiles de defensa personal como el tai chi.
La apariencia de la sensei Lilianne no delata su edad y menos la energía que muestra al simular, durante el campeonato, una pelea callejera. Es imposible pensar en sus 80 años mientras realiza una exhibición para un estadio lleno de fanáticos de las artes marciales. El karate, asegura, le ha permitido cuidar su cuerpo, convivir con una filosofía oriental profunda y continuar con una fascinante actividad después de jubilar.
Envejecer con dignidad
«Sin esa motivación en la vida», confiesa «Lolo», francesa radicada en Chile hace más de 50 años, «estaría llena de los achaques que aquejan a las personas mayores». Para ella no existen secretos de longevidad, pero sí para envejecer con dignidad: permanecer activo (hace dos clases diarias de artes marciales), rodearse de gente joven y cuidar su cuerpo toda la vida.
Así lo hizo Mafalda Sánchez, dentista jubilada y practicante de tai chi y de gimnasia china chi kung hace cinco años. Bordea los 80 años, pero confiesa que ni sus más íntimos amigos saben realmente qué edad tiene. Se siente bien y así lo proyecta: se encarga de las reuniones de un grupo de amigos de gimnasia de la Municipalidad de Las Condes, maneja su auto sin problemas y tiene actividades a diario. «Con el tai chi no solo me relajo, también he conservado mi estado físico y mi buen humor», dice.
Sacudirse los años o los primeros signos de envejecimiento no fue fácil para Rosa Marambio. A sus 65 decidió luchar contra su arritmia cardíaca, los mareos y las caídas y se inscribió en clases de taekwon-do ITF en el Centro Budó. «No sólo disminuí de peso y mejoré notablemente mi estado físico; me curé prácticamente de todos mis problemas de salud».
Profesión: sensei
Danilo Parra, instructor de esta disciplina coreana y profesor de Rosa, comenta que los adultos mayores son más reticentes a las artes marciales, pero cuando comienzan las prácticas notan el cambio: «No sólo tienen un mejor control y percepción de su cuerpo, además logran una mejor tonificación muscular y mejoran notablemente el estado de ánimo».
La sensei María Eugenia Bañados también es parte de este fenómeno. Ella atesora en su pequeño y cálido doyo (escuela) de aikido 25 años de práctica de este arte marcial japonés, inspirado en los antiguos samuráis. Llegó casi por casualidad, pero la práctica regular y luego la enseñanza de esta técnica se convirtieron en un estilo de vida. «Sin el aikido y mi escuela, seguramente envejecería sin remedio», confiesa minutos antes de iniciar su clase.
María Eugenia bordea los 70 años y no mide más de 1,60 m, pero su perfecto manejo de las técnicas de defensa personal hace olvidar fácilmente su edad. Durante las clases, confiesa, no repara en el cansancio, pues son ellas las que le regalan esa evidente energía que proyecta. «Disfruto mucho de las clases, de mis alumnos, del crecimiento que experimentan», dice tras acabar con los ritos propios de una clase de artes marciales que culmina. Domo arigato gozai mashita sensei («muchas gracias por enseñarnos, maestra»), le dicen sus alumnos.
Fuente: diario.el mercurio

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