La dualidad del guerrero

Un simple afecto futbolístico, hoy tan en boga, mueve lo más primario del hombre. Un gol oportuno parece más puro y notable que cualquier acto político o de cancillería, desencadena pasión entre alegrías y odios, el poder de la acción.

“El conocimiento profundo consiste en ser consciente de la perturbación antes de que surja la perturbación” El Arte de la Guerra. (Sun Tzu)
Las artes marciales surgen indiscutiblemente al reconocer la violencia humana buscando anularla, estimulando un acto o estrategia de no violencia o cuando la confrontación se hace insoslayable, articular la manera más exacta para anular el ataque, dejando al oponente fuera de combate, usando el cuerpo como unidad de combate o valiéndose de armas individuales o movimientos de tropas o ejércitos.

El hombre, aunque a veces parece o quiere negarlo, se perfila en actos de violencia que inclusive a través de la historia se han perfilado en crueldad y genocidio. Es curioso observar que del homo sapiens han surgido las más sofisticadas y maravillosas religiones, sin embargo, de él han tomado vida los mejores ejemplos de belicosidad. La humanidad teme de sí misma y en la ecuación ella contra ella no ha logrado vivir en armonía y eliminar el odio entre sus congéneres.

Abstenerse de procederes violentos dice el Dojo Kun, código ético y moral del karate-do. Arte marcial de impresionante desarrollo en el ámbito mundial, surgido de una cultura prodigiosa en belleza en cuya historia está impresa la violencia. Pero qué cultura o desarrollo de una nación está o ha estado exenta de violencia. De qué dualidad es esclavo el ser humano… tanto cuesta vivir en paz. Se lucha contra nuestro destino o se pretende ser lo que no somos. Dónde estaría la fiera del gladiador, frente a frente o en las gradas.
Las artes marciales saben que la violencia de llegar no se detiene. En el libro El Arte de la Guerra, atribuido a Sun Tzu, recopilado hace más de 2000 años, está muy explícito el gran esfuerzo que ha de hacerse para vivir en absoluta paz, sin embargo, si la confrontación fuera inevitable se debe actuar de la manera más exacta para terminar la lucha lo antes posible, ya que, alargarla implicaría las mayores desgracias.

Con asombro observo que en la confrontación surgen los mejores ejemplos de compasión y valentía. Los héroes que tanto añora la humanidad no son hijos de la calma, sus bustos en museos o plazas recuerdan el temple de la confrontación que lo hizo crecer a la inmortalidad. Los próceres de América o los héroes griegos que han nutrido a nuestra intelectualidad no han crecido en un patio de flores. La humanidad clama por el hombre que ha confrontado y ha vencido. Perder no es opción en el anhelo popular. Un simple afecto futbolístico, hoy tan en boga, mueve lo más primario del hombre. Un gol oportuno parece más puro y notable que cualquier acto político o de cancillería, desencadena pasión entre alegrías y odios, el poder de la acción.

Será que los grandes maestros de las artes marciales lo sabían, la violencia destruye pero es lo que atrae. En ella está el contenido de lo que debe y no debe hacer el hombre, el cual ha exterminado a unos cuantos animales que nunca le hicieron daño. El pesimismo no es mío, tampoco es prestado, es lo que se ve. La ira no descansa en tormentas, también bebe el té en horas de la tarde.

Los Shaolin por eso exigían primero un espíritu puro y fuerte antes de mostrar la primera manera de atacar o defender. Las artes marciales confían en el hombre pero no le ocultan lo que es, le dan un segundo aliento, animándolo a sacar lo mejor de sí. La lucha descalifica y corrompe pero que hermoso es ver un acto valiente o una espada templada en una causa justa.

Texto: Darwin Rojas, Director Técnico Showakai KWF Venezuela
Fuente: Red Marcial

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