Hay que encontrar la forma de lograr la paz interior

Cuenta una antigua tradición que Bodhidharma, un monje budista indio de la escuela dhyana, y abad del templo Shaolin, viendo que los monjes se quedaban dormidos durante la meditación, les enseñó una serie de ejercicios para mantenerse despiertos. Eran 12 movimientos y 24 ejercicios musculares inspirados en actitudes del águila, el carnero, el ganso feroz, la grulla, el dragón, el ave fénix, el oso, la mantis religiosa, el tigre, el leopardo, el mono y la serpiente. La escuela dhyana , llamada chan por los chinos y zen por los japoneses, proponía la meditación como el camino más importante para lograr la iluminación. Con el tiempo, las enseñanzas de Bodhidharma fueron la base del kung fu, que integra las técnicas del arte marcial con la espiritualidad de la meditación.
Transcurría el siglo VI de la era cristiana, China atravesaba una época particularmente conflictiva de luchas contra enemigos externos y guerras civiles, y el kung fu terminó siendo un medio de defensa de los monjes frente a los ataques de asaltantes y soldados, hasta tal punto que los moradores del templo Shaolin llegaron a ser llamados los monjes guerreros .

«Esa es la historia del desarrollo de la parte marcial del arte, pero el kung fu que hoy llega a nosotros tiene otro sentido, es más espiritual, porque la práctica del arte es principalmente una notable técnica de meditación en movimiento, de gran ayuda para el atribulado hombre contemporáneo», aclara Shi De Yhang, Gran maestro de la 31a. generación de monjes del templo Shaolin y actualmente el mayor representante de la cultura Shaolin tradicional en el mundo. Llegó a Buenos Aires invitado por la Escuela de disciplinas orientales Shaolin Quan Fa Guan Argentina, en su primera visita a América del Sur.

«El monasterio fue construido hace 1500 años y sus enseñanzas dieron lugar a la creación de la cultura Shaolin, que constituye una forma de vida. La sabiduría Shaolin esta compuesta por tres elementos fundamentales: el budismo chan, el kung fu y la medicina china. Porque en la formación de un ser humano es tan necesario el trabajo espiritual, a través de la práctica de la meditación chan, como el trabajo corporal a partir del kung fu. La meditación Chan es el principal tesoro del Shaolin, porque es una filosofía que busca el equilibrio y la armonía interior. El arte marcial es una alhaja de ese tesoro», sigue.

Shi De Yang fue discípulo durante 30 años del mítico maestro Shi Suxi (1924-2006), que fue líder espiritual del templo y contribuyó a preservar la verdadera esencia de la cultura Shaolin en el nuevo milenio. Shi Suxi fue uno de los últimos monjes en recibir enseñanzas directas de los maestros del siglo XIX. Shi De Yang es un estudioso profundo de la tradición budista y un practicante apasionado de uno de los tesoros de la cultura china: la caligrafía. Por otra parte, es profesor de filosofía budista, líder de maestros de los monjes guerreros e investigador.

«Suelo recordar a mis discípulos que a menudo somos como un vaso lleno de agua donde, al ser agitado, los sedimentos flotan por doquier y el agua se vuelve turbia. Entonces hay que encontrar la forma de lograr la paz interior, para hacer que el agua (que es nuestra mente) permanezca en calma. Luego, todos los sedimentos se irán depositando en el fondo dejando el agua limpia. Logrando la paz y la armonía dentro de nosotros», agrega.

-¿Cuál cree que es el sentido de su tarea como filósofo, investigador y maestro de kung fu?

-Una de mis preocupaciones principales es que el Shaolin llegue a la gente para ayudarla a ser más feliz, a vivir mejor. Creo que el Shaolin está dentro de cada uno de nosotros, es parte de nuestra condición humana, sólo tenemos que despertarlo. Esa es mi tarea, ayudar a despertar, ser un maestro que guía para que cada uno encuentre su propio camino. Esas inquietudes nos llevaron proyectarnos fuera del templo.

-¿De qué manera?

-Entre otras cosas, creamos a unos pocos kilómetros del templo, en la ciudad de Dengfeng, una escuela donde recibimos a centenares de estudiantes de todo el mundo, a menudo de familias muy humildes. Les damos alojamiento y formación tanto primaria como secundaria. El programa de estudios incluye las enseñanzas del budismo chan y artes marciales; la mayoría de los instructores son mis discípulos.

-¿Un consejo final para los practicantes de kung fu?

-Que entrenen duro, y así llegarán a ser superiores a lo que jamás imaginaron, no sólo en las artes marciales sino en todo en la vida. Y mejores personas para sí mismos y para los demás.
Luis Aubele

Fuente:LaNación.com.ar

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