Etiqueta y reverencia

La etiqueta es una herramienta muy útil para ayudar a las personas de pensamiento independiente, diferente origen cultural y étnico, y de los individuos a quienes la vida ha puesto a prueba de suspender por el momento, sus prejuicios, creencias y sus límites, por el bien de la interacción social armoniosa y respetuosa con los otros. La especie humana es la única que se me ocurre que encuentra esto útil e importante.

Sin embargo, estas normas de etiqueta son mejores arbitrariamente determinadas, culturalmente específicas, y no pretendiendo ser una invitación con todo incluido para que todos puedan disfrutar sin condición o consecuencia. En otras palabras, que están diseñadas principalmente para discriminar entre los posibles participantes en una función social o actividad específica. O cumples con dichas normas, lo quieras o no, o eres potencialmente condenado al ostracismo y desterrado de una mayor participación con los privilegios y las actividades específicas definidas por límites tan arbitrarios e injustos inherentes de la etiqueta aplicada.


Por lo que sé o pienso del fundador del Aikido, probablemente rechazaría toda la conversación sobre «inclinarse», como una distracción tonta de la meta de su Aikido, que es crear y mantener un ambiente donde todo aquel que sea honesto y esté dispuesto a trabajo a través de las diferencias de estilo, experiencia, preferencias y malentendidos, pueda encontrar un terreno común en la gran capacidad para la tolerancia y la compasión que expresamente se encuentran en su Aikido.

Cuando hacemos un «gran problema» sobre un punto singular de la etiqueta requerida, nos enfrentamos al riesgo real de ignorar y perder tal vez la esencia misma de la razón por la que nos reunimos para entrenar. No es para reforzar las normas obligatorias de conducta, más bien de permitirnos a nosotros mismos de permanecer abiertos a nuevos y a veces desafiantes puntos de referencia diferentes al nuestro. Estamos en efecto llevando nuestros ojos fuera de la meta de crecer juntos en el Aiki por medio del entrenamiento respetuoso y abierto de mente y de corazón. Es quizás esta la forma de llegar a los demás a través del entrenamiento en la que estamos abiertos a encontrar un terreno común sobre asuntos no necesariamente ligados a él, sino a la esencia de la forma en que estamos de acuerdo de ir juntos a llevarnos bien.

He tenido varios casos de personas serias y con buenas intenciones que compartieron conmigo sus reservas de inclinarse al shomen, en todo lo demás, eran respetuosos, considerados unos con otros, y con la intención de entrenar de buena fe con el resto del grupo. Si caprichosamente no los hubiera aceptado como miembros, mi dojo, yo y mi sentido del Aikido del Fundador, hubieran sufrido una pérdida irreparable. El hecho de no haber cedido a una reacción tan unilateral y arbitrariamente corta ha dado lugar a excelentes estudiantes de Aikido, y el mantenimiento del respeto mutuo y la armonía en mi dojo.

Tal vez una discusión franca y tranquila sobre las razones de la parafernalia tradicional de la etiqueta del dojo común sería la primera orden del día con un miembro con problemas, y estoy de acuerdo en algunos medios alternativos aceptables para todos, que tomarían el lugar de inclinarse a un shomen o kamiza, esto nunca ha garantizado el verdadero corazón e intención de la persona de todos modos.

El fallecido Shoji Nishio Sensei escribió sobre «Yurusu Budo», que yo considero que es la «aceptación» de una situación temporal insatisfactoria, mientras se está trabajando en una solución justa y aceptable universalmente con honestidad y compasión a través de la genuina práctica de Aikido y la interacción sinérgica.

Francis Y Takahashi
Traducción Carina

Fuente: Aikido Academy USA

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