"El taekwondo es mucho más que las ‘pelis’ de Bruce Lee"

Ana termina de ajustarse su ‘dobok’ y anudarse el ‘ti’. Traducido al resto de los mortales que no conozcan la jerga del taekwondo, vestirse con el traje de práctica y atarse el cinturón que delata el grado de dominio del deporte. El de Ana de la Fuente (Madrid, 1992) es negro; del mismo color que deben ver el combate sus adversarios cuando luchan contra Ana, campeona de España en la categoría júnior.

Ni tutús ni ‘ballet’. Lo que motivaba a esta madrileña de pequeña era el taekwondo. «Empecé a los 6 años, vi a unos amigos que lo hacían y me gustó». Ahora, con 17 años, lo ha convertido en su afición, en su tiempo de ocio y en ¿su futuro? «Este deporte no te da de comer. Yo haré INEF, que me permitirá tener una carrera y continuar con el taekwondo».

Eso lo dice la parte racional de su cerebro; la que palpita cada vez que lanza una patada al aire sueña con unos Juegos Olímpicos. «Para todos los deportistas es lo máximo a lo que puedes llegar, pero sé que hay mucha gente por delante». Mientras espera en la cola de las ilusiones, entrena dos horas diarias. «Me organizo mejor, incluso doy clases de refuerzo a niños pequeños. El deporte me ayuda a relajarme», asegura esta estudiante de 2º de Bachillerato.

Expresiones como ‘chagui’, ‘maki’ o ‘hoo sin sool’ os sonarán a chino, pero son distintas técnicas del taekwondo. Ana reclama que la sociedad confunde todas las artes marciales. «La gente lo asocia con las películas de Bruce Lee, pero es mucho más que eso». Lucha no tiene porque jugar en el mismo equipo que violencia. «Hay personas que me miran raro o dicen: ‘Huy que peligro, no nos acercamos’», relata Ana.

A pesar del miedo que puede despertar a bote pronto una patada voladora, la deportista explica que en esta práctica hay más compañerismo que en otras y que «pegarse hace el cariño». Como buena profesional, lo que pasa en el tatami, se queda K.O. y dentro de él.

Ana siempre se ha sentido ganadora con los suyos, porque su apoyo ha sido fundamental. «Mi gente siempre ha entendido que tengo que viajar mucho, y nunca me han hecho elegir entre unas cosas y otras». Sus padres están orgullosos y la acompañan siempre que pueden a los campeonatos. Otro apoyo primordial es el de su entrenador José María (Xixo para los amigos) y el de su club, el Sánchez Élez de Leganés.

Ana no sólo ha competido en categoría júnior, también ha sido campeona en sénior en el Torneo de Madrid y bronce en el Campeonato de España. Para su entrenador, Ana se encuentra en el peso más complicado (-49kg femenino) porque en él luchan figuras como Belén Asensio –dos veces campeona del Mundo– y Brigit Yagüe, tricampeona en el mismo certamen. Aunque José María augura un exitoso futuro para su alumna por ser «una trabajadora incansable y con un tesón ejemplar».

Cuando se quita el dobok Ana se transforma, a lo Clark Kent, en una chica más de 17 años. «Por la mañana al insti, después al polideportivo a entrenar y luego a dar clases particulares». Ese es el día a día de esta joven, que en el tiempo muerto entre combate y combate se divierte con sus amigos, sale con su novio o practica otros deportes.

El taekwondo empezó siendo un juego para ella, pero las reglas han cambiado. «El hecho de competir es lo que tiene gracia». Lo que le da fuerza para ser la mejor del combate es «la satisfacción que sientes cuando ganas». Pero como bien sabe la taekwondista, quien da también recibe: «Lo peor de este deporte son los autocastigos; cuando fallo le doy muchas vueltas».

Madrid 2020, Ana de la Fuente en el tatami luchando por la medalla de oro de taekwondo en unas Olimpiadas: escenario utópico, protagonista imaginaria. Pero soñar forma parte de su profesión, como visualizarse subida en el podio para ganar un combate.
Otro ejercicio de clarividencia: ¿Cómo se ve esta madrileña en 10 años? La joven destapa la quimera: «Siempre imagino el futuro compitiendo o como entrenadora de futuras promesas, pero a pie de pista».
Fuente:El Mundo.es

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