El kung fu no es sólo golpes

A lo largo de nueve meses, Tony Leung apenas podía levantarse de la cama en la mañana. Durante unos 270 días se fue a acostar con los músculos ardiendo y los huesos doloridos. El peor momento de su día era cuando sonaba el despertador.

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Leung se acerca a los 50 años y es una estrella del cine en su Hong Kong natal, pero nunca había vivido nada parecido a lo que tuvo que someterse al entrenar para interpretar a Ip Man, el maestro que le enseñó kung fu a Bruce Lee, en la épica película El arte de la guerra de Wong Kar-wai.

«Es largo y agotador entrenar y practicar kung fu siendo cuarentón», asegura Leung, «que es la edad que tenía cuando fui seleccionado«.

El actor se tomó un año libre en su ocupada carrera antes de que empezara el rodaje de la película, dedicando todo ese tiempo a practicar kung fu tres horas diarias, seis días a la semana. Su dieta, su horario de dormir, todo estaba estructurado en torno de su entrenamiento, y a medida que se acercaba el rodaje, Leung se sentía más confiado.

Quiebre.
Pero en una ocasión, el entrenador le lanzó una patada circular que Leung quiso parar con el brazo derecho. Y ahí fue cuando oyó el chasquido del hueso y sintió el dolor que le subía por el cuello.

«Todos estaban conmocionados», recuerda Leung, «pues faltaban unos cuantos días para que empezáramos a rodar la película.«

Los médicos le dijeron a Leung que estaría fuera de circulación los siguientes tres meses. Nada de deportes, nada extenuante de ningún tipo y, sobre todo, nada de entrenar kung fu.

«Pero después de dos semanas estaba de vuelta sin que mi médico lo supiera», revela telefónicamente Leung. «Nunca olvidaré el primer día de rodaje. Todos pensaban que yo estaba bien. Estábamos felices de estar rodando. Tres horas después, en mi primera escena de acción, me volví a romper el mismo brazo, en el mismo lugar».

«Yo estaba frustrado en lo personal, y me sentía mal por todo el equipo», recuerda.

Leung supuso que sería reemplazado, pero Wong, con quien ya había hecho antes seis películas, suspendió toda la producción para esperar a su protagonista. Y esta vez serían tres meses, sin ningún atajo.

«Creo que sí hay que hacerle caso al médico», dice Leung riendo. «Creo que lo que me hizo estar mejor en la película terminada fue que, cuando por fin me permitieron entrenar, yo estaba en el gimnasio todo el tiempo«.

Eso fue lo que necesitó el hombre que ha sido llamado «el Clark Gable de Asia« para interpretar a Ip Man, quien fuera su héroe cuando era niño en Hong Kong.

«Lo curioso es que de niño mi madre nunca me permitió practicar artes marciales», revela Leung. «No me dejaba estudiar ni practicar kung fu. Ella pensaba que era una simple pelea brutal. Mis padres pensaban que solo había dos tipos de personas que practicaban kung fu: los policías y los pandilleros».

Sin embargo, El arte de la guerra no habla solo del maestro que entrenó a Bruce Lee sino también de la profunda importancia del kung fu en la cultura china.

«He aprendido que las artes marciales no son solamente cosa de golpear a otra persona», afirma Leung. «Son cuestión de tradición, herencia e incluso zen. Son muy espirituales, y ésa es la clave. Esa tradición es la historia que narramos en El arte de la guerra«.

Entrenar kung fu no significa memorizar movimientos espectaculares, agrega. «Esta película habla de una tradición de 4.000 años de artes marciales», revela. «Habla de transmitir esa pasión. Y no es cuestión solo de entrenar el cuerpo. Es cosa de entrenar el cuerpo y la vida con las filosofías de Asia«.

Wong, que también escribió el libreto, vio a Leung como Ip Man aún antes de empezar a escribir.

«Al igual que en otros trabajos que hemos hecho juntos, en este caso no empezamos con el libreto», dice Leung riendo. «Lo primero que me mostró fue un libro de artes marciales muy antiguo. Me puso a leer novelas de artes marciales. Nunca había leído un libro de artes marciales ambientado en la Nueva República».

«No fue cosa de pelear o recitar mis parlamentos», continúa. «Yo tenía que sentir a este personaje. Tenía que encontrar su alma«.

Leung fue un estudiante ávido. «Yo soy gran admirador de Bruce Lee», afirma, «pero lo único que sabía de Ip Man es que había sido su maestro. Eso es lo único que sabe mucha gente, si es que sabe tanto. Esta película llena todos esos huecos«.

Estudiar las técnicas de artes marciales de Ip Man le ayudó en las escenas de pelea, que son tan intensas que el público queda jadeando.

«Yo quería que el espectador sintiera cada golpe en el estómago», afirma, «aunque solo la estuviera viendo en una sala oscura o en la pantalla. El entrenamiento para hacer esas escenas de combate fue muy largo y agotador, pero valió la pena«.

Algunas de las escenas de combate se desarrollan en lo más crudo del invierno, lo que fue particularmente arduo.

«Yo sacaba el brazo en la mañana y pensaba cómo iba a pelear con ese clima», recuerda. «No se podía ni respirar». Ninguna de esas dificultades es visible en la pantalla, añade.

Hermosura.
«No puedo creer la belleza con que se captó la acción», afirma, «pues no se ve ninguna de esas dificultades. En esas escenas lo importante no es tratar de matar a nadie. El kung fu es una forma de expresar un tipo de arte diferente. Lo que aprendí es que, en una batalla épica, no se trata de nuestra fuerza física sino de nuestro estado mental«.

Nacido en Hong Kong, Leung y su hermana fueron criados por su madre después que su padre abandonó a la familia.

«Yo fui un niño muy aislado», recuerda. «Cuando nos abandona el padre, no confiamos en nadie«.

Su refugio fue el cine del barrio.

«Me encantaban las películas de la época en que yo era niño», precisa Leung. «Me gustaba que la gente pudiera expresar sus emociones en la pantalla, que es algo que me parecía difícil hacer en la vida».

«Mi madre me permitía ver todo tipo de películas», continúa, «pero yo nunca pensé en ser actor. Lo que sí pensé después es en ser comediante«.

Él y su amigo Stephen Chow, que después sería actor cómico, tenían esas ideas. «Fui con él a hacer una prueba para un programa de televisión», relata Leung, «y me dieron el papel«.

¿Y Chow?

«Él se enojó mucho», responde Leung riendo.

Fuente: El País

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