“El Judo podría cambiar al mundo”

El Profesor Claudio Ballester analiza en este artículo, un ensayo del Profesor David Matsumoto, quien fuera uno de los expositores durante el Simposio Internacional de Budo.

El documento que analizaré de manera breve, es un ensayo del Profesor David Matsumoto, quien fuera uno de los expositores durante el Simposio Internacional de Budo, realizado en Japón en diciembre de 2008. Un evento que parece haber pasado desapercibido para nuestra comunidad hispano-parlante, sobre todo y entre otros factores porque no estuvieron representadas nuestras culturas hispánicas, ya sean americanas o europeas. Si bien lo anterior es una realidad que nos pesa, sobre todo en Latinoamérica, no nos exime en la era de la información, de conocer lo que está disponible como conclusión de tal acontecimiento y que se encuentra en este documento y en otros, y que además son un material sumamente interesante y aprovechable.

El ensayo, a mi entender, está claramente compuesto de dos partes. En la primera se desarrollan aspectos que tienen que ver con detalles en la etiqueta y maneras de conducirse en el ámbito de las artes marciales, en particular en el Judo. En la segunda parte, el autor hace un paralelismo entre factores sociales, que parece conocer fehacientemente en función de su profesión, y cómo el judo sería perfectamente compatible con estos. Al final presenta a las artes marciales, incluido el Judo, no sin argumentos, como la solución a muchos de los problemas que estas podrían ayudar a resolver en la mayoría de las sociedades poli-culturizadas actuales.

Cuando uno termina de leer el ensayo anterior, se queda con la sensación de que a lo mejor el Judo no es suficiente cosa como para intentar cambiar el mundo, incluso a mí me pasó esa idea por la cabeza un momento; sin embargo, reflexionando un poco en relación a aquello que yo he vivido con el judo, tanto en lo individual como en lo grupal, me doy cuenta que es posible un mundo mejor a través de este.

Si cada uno de nosotros, los judocas, tiene una clara comprensión de lo que el judo es y del poder transformador de sus cualidades, y actuáramos como agentes de difusión, la cantidad de personas practicando judo iría en potencial aumento y el factor transformador de nuestra amada actividad, iría haciendo su trabajo benefactor en estas personas, y esa sería una forma real y concreta de ir consolidando un cambio en la manera de ver a los demás a través del cristal del respeto.

Pero, ¿Conocemos en nuestro país y en nuestra región acabadamente lo que es el Judo y el Budo? Y lo mas importante ¿Se lo transmitimos a nuestros estudiantes fidedignamente?

Mi impresión es que no se puede responsabilizar a todo el mundo por igual en este asunto, creo que hay muchos profesores que desde hace tiempo vienen haciendo un trabajo y un sacrificio enorme, tratando de hacer llegar a los demás lo que han podido aprender durante estos años, y creo que merecen ser reconocidos y respetados por tan loable acción. Sin embargo, creo también que existe un conjunto de otras personas, que por ignorancia o por descuido, han dejado de darle importancia a algunos aspectos del judo que son fundamentales y que no tienen tanto que ver con la efectiva realización de un Ippon Seoe Nage o de un Nage No Kata, sino con la forma de pensar al Judo y a todos los valores que están incluidos en él, a través de un gran sistema de pensamiento filosófico.

En este asunto, en mayor o menor grado, la responsabilidad parece ser de todos, como también parece ser de todos la oportunidad de darles un vuelco.

Los judocas no solo debiéramos intuir que el Judo no es un deporte olímpico más. Por el contrario, debiéramos conocer fehacientemente que el Judo además de ser una actividad competitiva por excelencia, tiene una tradición histórico-cultural que no es propiedad de nadie y que surgió para beneficiar a todos los seres humanos sin distinción alguna. Varios beneficios en este sentido han sido descriptos en el documento de Matsumoto.

Por otro lado, en judo como en la vida, hay cosas muy concretas que no se deben hacer, no porque sean siquiera cosas del Budo, sino porque el sentido común nos debiera indicar que tales cosas no son buenas.

Por ejemplo, un maestro no puede hablar mal de nadie, menos delante de sus alumnos, mucho menos de otros maestros. Un maestro no puede desligarse de sus responsabilidades en el Dojo, muchos menos aducir ignorancia de las cosas que allí ocurren, porque el Dojo y todo lo que allí pase es de su responsabilidad. Un maestro, no puede abandonar a una persona lastimada o golpeada durante la práctica, dentro o fuera del tatami, mucho menos si esa persona es una persona mayor, es su compañero e incluso necesitara atención médica y para peor irse de reunión social ignorando tal acontecimiento. Un maestro no puede tener predilecciones culturales o de cualquier otra índole con sus alumnos, tampoco puede tener a estos como consejeros, en todo caso, si puede solicitar consejo de un compañero con similar graduación, incluso puede y debe consultar con su “Sempai” cuando tenga dudas o deba tomar una decisión controvertida para con alguien. Un maestro no puede pensar en sus alumnos como procuradores de bienes o servicios, fuera del Dojo. Un maestro no debe castigar a sus alumnos negándoles graduación o reconocimiento de algún tipo, sino es a través del consenso de un grupo de maestros, donde tal consejo de maestros no esté, en lo posible, influenciado por nada ni por nadie y cada miembro tenga peso y criterio propio que garantice la equidad en las decisiones.

Menciono las cuestiones anteriores, no solo porque a veces, aunque parezcan obvias no se observan, sino porque en el documento de Matsumoto, el profesor habla de la importancia que tiene el respeto que el maestro debe otorgar a sus alumnos, del mismo modo que cuando uno es padre debe tener siempre presente que “se educa con el ejemplo y no con la palabra”.

Un referente infalible a la hora de comprender la ética del Judo, en caso que no tengamos un maestro a mano, es echarle un vistazo a la biografía y enseñanzas del maestro Jigoro Kano. Esto siempre nos acerca de manera concreta y eficaz al espíritu ideal del judoca.

En la segunda parte del documento, si bien la intención del autor es bastante ambiciosa, éste da argumentos concretos y se remite a procesos históricos reales que apoyan fuertemente una posibilidad real de lograr cambios sociales a nivel mundial a través de las actividades deportivas y marciales. Todo dependerá, creo, de la habilidad que tengamos quienes estamos en este tema, de transmitir del modo correcto aquello que aprendamos y vivamos a través nuestra actividad.

Seguramente hay mucho más para decir en relación, al respeto, al judo, al Budo, al resto de las artes marciales, al mundo, a las culturas, a las personas, etc. Pero, lo primero que me parece debiéramos trabajar, antes de ponernos metas más elevadas, es en sacarnos la propia ignorancia (hago explícita mi inclusión en este punto) y trabajar en la idea de difusión del conocimiento que tenemos a disposición.

Acerca del autor de la nota: Claudio A. Ballester, 3º Dan de Judo de la República Federal Argentina, integra el staff de profesores del Centro Nacional de Entrenamiento “Judo Club Riachuelo” que funciona de lunes a sábado en Chilavert 1700 de la localidad de Villa Celina, frente al Autódromo de Buenos Aires. Dicho centro cuenta con la supervisión del Maestro Luis Benítez 7º Dan. Sitio web http://www.judoriachuelo.com.ar/

Referencias

Artículo original (en inglés):
http://budo2008.nifs-k.ac.jp/pdf/matsumoto_e.pdf

Traducción al español
http://www.judoriachuelo.com.ar/10_biblioteca/matsumoto_esp.pdf

Detalles del Simposio
http://budo2008.nifs-k.ac.jp/index.html.en

Fuente:Red Marcial

Share