El hábito de la excelencia

No hay nada en la naturaleza que no le pertenezca. No hay nada «no natural», siempre y cuando la naturaleza le de la aprobación de existir o suceder. La naturaleza no tiene por qué «practicar para hacerlo bien», en nada.

Los seres humanos, curiosamente encuentran imperativo de constantemente «hacerlo mejor», tratando de llegar a alturas arbitrarias de realización previstas, y a objetivos de importancia dudosa que, en la gran mayoría se desvanecen de su memoria más rápido que un arco iris después de la lluvia. Es casi como si la raza humana estuviera condenada de antemano, y estuviera a la vez autorizada y obligada a mejorar el diseño de la naturaleza siempre y cuando sea posible. En verdad, esa era nuestra descripción de trabajo al parecer desde el primer día, y nada nos haría más felices que el cumplimiento de estos objetivos autorealizados. Esta es la razón de que naciéramos. Es por ello que ahora existimos, correcto?

La naturaleza, por lo que podemos percibir o concebir, nos pertenece, para servir como plantilla para hacer nuestras marcas, construir, reconstruir, sustituir durante siglos para mejorar el diseño original de todo lo que vemos y encontramos. ¿No fuimos, después de todo, hechos a imagen de Dios, y no es así cómo se comportó en los primeros siete días de la Creación? Ahora, no nos toca a nosotros, de hacer valer este regalo de original derecho, para continuar con la obra justa y necesaria para mejorar y terminar su Gran Obra?

gentileza de Ken Freiberg del ACNJ Holiday Seminar & Testing. December 10th & 11th 2011 – East Hanover Dojo, New Jersey

Hasta ahora, todo va bien, aunque sólo algo de lo anterior tuviera alguna posibilidad de ser remotamente precisa o cierta. Si es verdad, no habría necesidad de preocuparse más de nuestras misiones en la vida, nuestras nobles llamadas a los logros, o para introducir la prueba de la necesidad de nuestra participación y papel en el Gran Diseño de la Naturaleza. Si tan sólo ……

Pero ¿y si nada de lo anterior es cierto? ¿Qué pasa si no hay forma de demostrar o respaldar cualquier reclamo auténtico de la pre-eminente función de la raza humana en la gestión de ese gran diseño? ¿Qué pasa si nuestra investigación viene a demostrar lo contrario, que nuestros esfuerzos insignificantes y de corta visión de futuro simplemente serán absorbidos por la naturaleza en su infinita capacidad de adaptación, y «naturalmente» incorporados en su diseño de constante cambio, y no necesariamente de nuestro agrado? ¿Qué pasa si nos damos cuenta de que no importa lo que hagamos, nunca podríamos hacer nada «contra natura», o para perturbar de manera significativa o sensible o alterar cualquier Gran Diseño de Dios o de la Naturaleza, y que hagamos lo que hagamos, ES y siempre SERÁ una parte de ese plan inviolable.

Una vez que podamos aceptar totalmente que somos inexorablemente y de forma indeleble una parte de planes mayores que nunca podremos apreciar en su totalidad o conocer lo suficientemente bien, podremos descansar y llevarlo a cabo de la manera para la cual fuimos maravillosamente diseñados. A continuación, podemos decidir a ser estudiantes de por vida de este gran diseño, y encontrar el camino para estar en armonía con su propósito, y feliz en su ejecución. Esto es lo que realmente creo que el fundador descubrió en su búsqueda del sentido, y llamó a este gran diseño, Aiki. A su debido tiempo, su manera de reconocer el poder de este diseño fue crear su regalo de reconocimiento, que ahora llamamos Aikido.

En cuanto a la noción de excelencia, opiniones y posiciones literarias varían de hecho. Tal vez podamos mantenerlo simple, y referirnos a esta declaración de principios, no como una meta arbitrariamente determinada de alcanzar, sino como un recordatorio de constante evolución, tanto para aplaudir el esfuerzo sincero, y para alentar su constante búsqueda sobre una base diaria.

De esta manera, la búsqueda honesta de la excelencia de hecho se convierte en un hábito diario, no con el «éxito» como objetivo final, sino por la satisfacción de hacer lo mejor que uno pueda en ese día, y en previsión de mañanas aún más productivas. Por lo tanto, podemos estar seguros de una promesa infinita de excelencia aún por realizar, sobre todo porque se convirtió en un hábito. No, no tenemos superpoderes, o el derecho de interferir con el Gran Diseño de la Naturaleza. Sin embargo, podemos hacer un hábito de la excelencia en todo lo que hacemos, y realmente estar en unidad con la existencia que compartimos con todas las cosas. Este es mi Aikido.

Francis Y Takahashi
Traducción Carina

Fuente: Aikido Academy USA

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