El Guerrero

Licenciado Eladio Reyes
La Habana Cuba. 12 de mayo de 2002
Eladio Reyes Arias es ciego, pintor, poeta, teatrólogo, humorista, director artístico en espectáculos musicales, promotor cultural comunitario, especialista en afromasajes y oráculos africanos. Buscador espiritual permanente dentro de su tradición cultural afrocubana.

Hablar en ojo de agua del guerrero es de hecho una gran batalla porque habrá cientos de ojos que vendrán a guerrear con mis palabras, con estas palabras ya convencidas de que todo lo que existe en el universo se defiende. Guerreros son los árboles del monte cuando detienen al viento que baja de la montaña, guerreros son los arrecifes que se desgastan en la costa abriendo grietas en las olas para convertirlas en blanca espuma, como también guerrera es la noche cuando con suaves nubes no deja brillar la luna. Yo en tanto me defenderé con este mi punzón, que ya es pluma, hablando de Oggún, orisha nacido en época de escasez y expansión, que tomó el nombre de un río de su tierra nigeriana, uno de los más fuertes y temidos de los cuatro guerreros que pertenecen al panteón Yoruba:
Elleguá: dueño de los caminos y de la estrategia;
Ochossi: la astucia y la certeza;
Ossún: el de la vigilia y el vigor; y
Oggún: el de la fuerza y la acción en la batalla, dueño del cuchillo, la espada, el machete, el martillo, el yunque, el berbiquí, la navaja, el bisturí, de las armas y de todo metal.
Dios del hierro con tendencia rígida, indoblegable, amo de las cadenas, los rieles y los trenes, el que nunca duerme porque se auto maldijo a trabajar día y noche, cuando su padre Obatalá lo sorprendió al borde del incesto con su madre, por ello su espíritu se mueve incansable, en las masas de las centrales, en las dentadas ruedas de las industrias y el eje de los automóviles. Su número y su guarismo es el tres que nos conduce al triángulo, a la esencia del firme equilibrio que se da en tres puntos sobre una superficie, el número que dicta la familia cuando nace el crío, pero también el triángulo amoroso, el mismo que denota en las cábalas tragedia, y para todos, la última oportunidad, porque a las tres va la vencida.
Es muy interesante observar como los africanos dividen en cuatro un mismo guerrero, puesto que no se puede ganar ninguna batalla obviando a alguna de estas esencias.
Sería muy extenso hablar de Oggún: Zarabanda para los Congos, Martes para los Romanos. Y, para usted su propio nombre, de cualquier modo, porque sin duda, guerreros somos todos.
«Eleot era un hombre viejo… sus pies estaban cansados de ir y venir de aldea en aldea, de reino en reino, su cabeza estaba llena de sabiduría y de historia… quizás no estaba allí, en el momento, en el lugar donde cazaron al primer esclavo, pero lo supo, porque los tambores, los pájaros y la selva le llevaron la noticia.
Entonces su corazón se llenó de pena: ¿ qué les daré para que se lleven y que no puedan quitarles? Allá en lo más oscuro y espeso de la selva, en la hora en que hablan los dioses… Invocó a Olofi, y éste escuchando la queja doliente llamó a los Orichas, sus emisarios para llevar sus palabras a los-hombres. ¿ Quién? Preguntó el Dios supremo. ¿Quién seguirá a mis hijos más allá del mar y del mar y de estas tierras? Yo, Señor, Orí, el pensamiento, yo estaré siempre dentro de ellos y nadie podrá quitarles su memoria. Yo Señor, Obatalá, seré por siempre dueño de sus cabezas, les llenaré el corazón de paz.
Yo Señor, descenderé a la tierra junto con ellos, les abriré un camino por doquiera que pasen, de tierra, de piedra, de espinas; siempre Eleggúa estará con tus hijos. Yo Señor, subiré a lo más alto del árbol más alto, que encuentre en esa nueva tierra y convocaré al rayo para que me reconozcan y sepan que estoy con ellos, Changó estará en lo alto. Yo, Oggún, los esperaré en el monte para que la manigua los cobije. Sobre mí pasarán en el largo viaje sin retorno, los que no lleguen y caigan al agua, con mis olas les haré un sudario de espumas y sabrán de la protección de Yemanyá.
Y yo los endulzaré con mis mieles y mis cantos para que sepan que cuentan con la protección de Ochún. Sobre mis espaldas y cuerpo cargaré sus llagas y sabrán que Babalú Ayé está presente. Yo estaré allá haré de cada planta una medicina y el poder de Osaín estará con ellos. ¡Todos iremos Señor, y así con nuestra fuerza ellos serán los conquistadores y creadores de un mundo nuevo!»
Lazaro Ros

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