El bosque de cedros

 

En 1939, el diplomático japonés Chiune Sugihara, que ocupaba un puesto en Lituania durante una de las épocas más terribles de la humanidad, salvó a miles de judíos polacos de la amenaza nazi, concediéndoles visados de salida.
Su acto de heroismo fue mencionado en una oscura nota al pié de página que pasó desapercibida en la historia de la guerra, hasta que los supervivientes por él salvados decidieron contar lo sucedido. Pronto su valor y grandeza comenzaron a ser celebrados, llamando la atención de los medios de comunicación e inspirando a algunos autores a publicar libros que lo describían como el «Schindler japonés».
Mientras tanto, el gobierno de Israel estaba reuniendo los nombres de los salvadores para recompensarlos por sus esfuerzos. Una de las maneras que el estado judío tenía de reconocer su deuda para con esos héroes, consistía en plantar árboles en su homenaje. Cuando la valentía de Sugihara fue revelada, las autoridades israelitas planearon, como era la costumbre, plantar un bosque de cerezos – árbol tradicional en el Japón – en su memoria.
De repente, en una decisión sorprendente, la orden fue revocada. Decidieron que, en comparación con el valor de Sugihara, los cerezos eran un símbolo insuficiente y optaron por un bosque de cedros, más vigoroso y de connotaciones más sagradas, por haber sido usado en el Primer Templo.
Cuando los árboles ya estaban plantados, las autoridades descubrieron que «Sugihara» en japonés, podía ser escrito como….bosque de cedros.
Fuente:Página de Paulo Coelho

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