El camino se hace al andar

En esta frase se resume de alguna manera, una visión personal sobre el trabajo dentro del arte del Aikido. Defino el Aikido como un arte, ya que Arte no es solo aquello que podemos tocar, ver, escuchar. Arte es también sentir lo intangible, tocar lo invisible. Arte es conjugar la palabra armonía entre tú y el universo. Muchos son los intereses de carácter personal que nos mueven a unos y a otros a practicar Aikido, estos que surgen de la propia individualidad, no constituyen las metas de este arte. Son simplemente nuestras líneas de conexión con este arte marcial.

El arte en si mismo, tiene su génesis y en ella está su razón de ser. De alguna manera debemos percibirla, cada persona a su modo, si no lo hacemos, practicaremos sobre la base de nuestros
“deseos personales”, pero nos encontraremos lejos de de la tradición del Aikido, un autentico Budo. El entrenamiento, supone ejercitarse y prepararse para algo, el intentar llegar a una vía de perfección, para que sirva de educación a nuestro cuerpo y nuestra mente. Las esencias que se “respiran” en la práctica del Aikido, son la debilidad y la fuerza, en sutil equilibrio. Porque el arte también se respira, y por eso la vida del aikidoka practicante trasciende el contenido puramente deportivo y físico hasta la forma más cotidiana de entender el mundo, tanto en la relación con uno mismo y con los demás. Pero el Aikido es algo más que no se observa en el exterior y que sólo un alma noble – a la que todo aikidoka debe aspirar – es capaz de intuir en este arte marcial: El aikidoka busca en la práctica diaria de este arte marcial el modo de hacer fluir libremente la energía que desde el interior y exterior batallan por igual en busca de un vencedor. Pero el Aikido no busca la victoria.- “El Aikido es por encima de todo “ AMOR “. – Es espíritu que desea ser uno con el universo. Palabras que O´Sensei dejó grabadas en las líneas torcidas de mi frágil memoria para que el tiempo no borre la esencia que debe guiar nuestra práctica en mente y cuerpo. El aikido también busca equilibrar los contrarios de nuestra naturaleza y armonizar los opuestos, los extremos. Busca dar respuesta a las preguntas que en el silencio dormido de nuestro cerebro laten con el temor de encontrar la respuesta. Pero, el enigma es tan simple de resolver que la respuesta es: uno mismo. El camino, el medio, la vía para encontrarse es el AIKIDO.
Fuente: Aikizasshi Nº 10, M.M.
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