El Aikido como un Arte de combate – Parte dos-1

Conoce tu enemigo, gana la mitad de tus batallas. Conócete a ti mismo, gana la mitad de tus batallas. Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo, gana todas tus batallasEn la primera parte, afirmé que el Aikido podría mejorar al incluir un método de fogueo que sea seguro. Expuse brevemente acerca del cambio de papel que quien recibe (Uke), debería implementar para hacerse más activo, tal como las personas que practican Judo, lucha y Jiu Jitsu Brasilero. Al incorporar dicho cambio, aprenderíamos la forma de aplicar nuestras técnicas contra otros artistas marciales bajo reglas que garanticen seguridad a la par de brindar una resistencia de tipo real.

En esta segunda parte explicaré brevemente mi trayectoria de entrenamiento y mis experiencias al entrenar de acuerdo a las ideas expuestas en la primera parte. El tiempo que he llevado entrenando me ha llevado a creer que al realizar diversos cambios en la manera que practicamos Aikido, podemos fortalecer de manera importante la aplicación práctica, el poder y la velocidad de nuestras técnicas. Simultáneamente, expondré mi experiencia y la forma en que me ha llevado a estas y otras conclusiones adicionales pero tengan en cuenta que lo cierto o no de las ideas de una persona no depende de su experiencia. Si hay algo cierto, simplemente es una realidad y no tiene nada que ver con quien lo expresó. Igualmente, si algo es falso, no importa si lo dijo la persona más experta en el mundo. La verdad y la falsedad en las afirmaciones son independientes del expositor. Así pues, los invito a evaluar las ideas presentadas en este documento basados en el sentido común y su propia experiencia en combate. Los conceptos tradicionales en combate son normalmente un muy buen punto de partida, sin embargo, la tradición y la opinión de los expertos, frecuentemente conducen a descubrir lo que para una persona específicamente es real y efectivo.

Yo crecí desarrollando una pasión por la pelea, a los cinco años me encantaba hacer estrangulamientos y técnicas de conducción a mis amigos y a mi hermano mayor. Uno de los primeros libros que de niño renté en la biblioteca fue uno llamado Junior Judo. De joven, conocí algunos amigos que estudiaban Judo y me sorprendía la forma en que ellos podían arrojar a alguien con tanta potencia. Me encantaba forcejear con mis amigos luego del colegio y pasaba muchos días luchando e intentando controlar y proyectar a mis amigos en la secundaria. Probé el Judo a los 18 años en el centro local, era bastante duro pero divertido. Debido a mis experiencias de joven, podía derribar personas mas pesadas y fuertes que yo, incluso cuando solo tenía un poco de entrenamiento; luego, los deberes de la vida llamaron y durante algunos años comencé a trabajar en un almacén. Sostuve algunas peleas con algunos de los hombres más grandes e incluso me sentí en peligro por su tamaño y actitud. Juré que aprendería a defenderme de oponentes mas grandes y fuertes. Entonces acudí al mundo de las artes marciales buscando respuestas prácticas al combate; no estaba muy interesado en filosofía, cinturones o trofeos. Quería aprender a pelear en caso de necesitarlo y porque me apasionaba.

A los 22 comencé con el estudio del Judo, tomaba clases cuatro veces a la semana en el centro comunitario que tenía uno de los mejores programas en el país. Después de dos años de Judo comencé a tomar clases de Aikido Tomiki en la noche, iba dos o tres veces por semana y así continué por un par de años. Por más de cinco años continuos practiqué Judo en clases formales. Después de entrenar, en ocasiones nos quedábamos con algunos amigos para trabajar lucha y otras técnicas. Teniendo en cuenta que se trataba de un centro comunitario, varios de los chicos que tomaban la clase de Judo, eran excelentes luchadores de secundaria o campeones estatales, me di cuenta que era muy difícil derrotarlos pero al igual que los principiantes cometían los mismos errores, daban la espalda o extendían los brazos, debido a lo anterior, frecuentemente era capaz de someterlos en el trabajo de piso.

Un día, fui con mis compañeros a un club de lucha local, luchar contra profesionales con mi corta experiencia en lucha y mis años en judo fue una experiencia reveladora. Rápidamente me di cuenta que era una manera de pelear totalmente diferente. Me encontré con luchadores que eran prácticamente imposibles de derribar por su baja postura, la falta de gi y el trabajo de piernas. Continué aprendiendo a luchar durante años y aprendí muchas cosas de ellos acerca de la lucha que no se tenían en cuenta en Judo.

Un año antes del primer Ultimate fighting Championship fui a California y tomé algunas clases de Jiu Jitsu Brasilero en la escuela de los hermanos Gracie en Torrance. Estaba muy impresionado con la ausencia de tensión de Royce cuando él luchaba conmigo. Tanto él como sus estudiantes tenían técnicas de suelo que eran de lejos de mejor calidad a aquellas que había aprendido en Judo. Al regresar, encontré una escuela de Jiu jitsu Brasilero en donde vivía y comencé a practicar de manera formal combinando esto con el entrenamiento en Judo, trataba de incluir lo que aprendía cuando hacía trabajo de suelo en Judo y el resultado siempre era tremendamente exitoso.

Después de algunos años de estas interesantes lecciones, me comencé a aburrir de las técnicas de suelo, volvía practicar lanzamientos de judo y las formas de derribar que se hacen en lucha, a pesar del tiempo que llevaba en Judo no tenía aún una muy buena técnica al estar de pie. Me concentraba en hacer un randori bastante fuerte y nunca aprendí a realizar lanzamientos de una manera simple. De esta forma decidí enfocar mi entrenamiento en los lanzamientos hasta que realmente desarrollé destreza en este aspecto. Desafortunadamente sin un sparring adecuado, mis ejercicios no eran de mucha utilidad. Continuamente mis oponentes arruinaban mis lanzamientos y proyecciones de diferentes formas. Algo hacía falta y no era el trabajo duro, no importaba cuanto trabajara en mis lanzamientos, fallaban o sencillamente no los ejecutaba de una manera sencilla. Concluí, después de varios años de constantes esfuerzos, que las ideas tradicionales de buscar le desequilibrio y proyectar eran incompletas o incorrectas. Me concentré en tácticas de lucha para resolver el problema de llevar a un oponente adiestrado y grande al suelo. Después de un buen tiempo me di cuenta que iba en la dirección correcta pero el camino aún era largo.

Estaba buscando habilidades en técnicas desde una posición erguida que funcionaran como lo hacían mis técnicas en el suelo con oponentes mas grandes y fuertes; en el tatami, no tenía problema en derrotar oponentes más grandes y fuertes, así mismo, las técnicas mas efectivas no requerían de mucho entrenamiento. Sabía que debía haber técnicas estando de pie que fuesen tan sencillas de aprender y tan efectivas como las técnicas de suelo, aún no conseguía desarrollar completamente estas habilidades a pesar de mis años de entrenamiento en judo desde posiciones erguidas.

Pensaba que sabía como luchar pues había pasado años trabajando la lucha en clubes, pero la lucha incluye un gran número de técnicas y la mayoría de ellas se veían fáciles de realizar, como resultado varias eran aprendidas de forma incompleta y sin la instrucción adecuada.

Buscando respuestas e instrucción adecuada, pasé dos semanas en la famosa escuela de lucha en virginia llamada Granby System Wrestling. El sistema y las técnicas de allí eran legendarias en los mundos de la lucha en secundaria, la lucha universitaria y la lucha olímpica. Sus técnicas habían revolucionado la lucha dado que habían desarrollado y perfeccionado series de técnicas casi imbatibles. Estas técnicas pronto fueron copiadas y estudiadas por todos los entrenadores de lucha, ellos habían enseñado lucha por muchos años y habían desarrollado mucho mas que un grupo de técnicas efectivas. Habían desarrollado la manera sistemática de enseñarle a la gente la forma de luchar. A diferencia de otras escuelas , la Escuela Granby enseñaba las técnicas en una secuencia relacionada. Cada movimiento se relacionaba con otro dependiendo de la reacción del oponente y su forma de resistir o moverse. Esta idea de aprender y practicar un sistema de movimientos relacionados, según mi concepto, es extremadamente importante en un combate. Sus métodos de enseñanza ayudaron a varias personas a aprender la forma de luchar como un luchador experimentado. Ellos tenían varios métodos, ideas y técnicas que eran únicos. Tres veces diarias, entrenaba con luchadores de secundaria o universitarios para un total de seis horas cada jornada. El entrenamiento era extenuante pero al final adquirí un entendimiento mucho más completo acerca de la enseñanza o la práctica de la lucha.

Durante los siguientes meses continué explorando y perfeccionando las nuevas técnicas de este periodo de entrenamiento. Estaba obsesionado con hallar la forma de combinar la lucha con mis técnicas de judo. Uno de los problemas principales consistía en que los ataques en lucha comienzan desde una posición un poco más baja que en judo, otro era que en la lucha de competencia, las técnicas requieren que se coloque una rodilla en la colchoneta repetidamente como parte de los movimientos para controlar y apresar.

No tardó mucho para que mi cuerpo comenzara a quejarse por las posiciones extremadamente bajas de la lucha. Así mismo, mis rodillas, comenzaron a resentirse en los enfrentamientos, sentía también, mucho cansancio en la espalda por la postura baja. Mi cuerpo me estaba exigiendo que empezara a pensar en una forma más sencilla para entrenar. La postura erguida del Judo y el Aikido comenzaron a tener mucho más sentido para mi después de repetidos problemas en la espalda y lesiones en las rodillas. Años después, hallé la forma de hacer las mismas técnicas sin dañar mi espalda y rodillas, pero eso vendrá luego en esta historia.

Tomé un periodo de descanso en lucha por unas pocas semanas y comencé a experimentar algunas de las técnicas de Aikido que había aprendido varios años atrás. Muchas de las técnicas de lucha eran sorprendentemente similares a las de Aikido que había practicado en una forma cooperativa anteriormente.

A algunas de estas técnicas de Aikido las había clasificado como inútiles después de haberlas intentado en mis compañeros de Judo. Comencé a experimentar con las técnicas de Aikido de una forma mas seria y pronto encontré una gran serie de similitudes a lo que hacía y también aplicaciones prácticas.

De nuevo en la búsqueda de respuestas, comencé a estudiar Aikido en un club establecido y respetado. En este periodo me aproximé al Aikido de una forma bien diferente a la de un luchador experimentado. Había leído que Morihei Ueshiba originalmente había enseñado a personas de un nivel avanzado en otras artes marciales. Por mi cuenta llegué a una conclusión similar, las técnicas de Aikido no debían tomarse de una forma literal, hay muchas cosas inmersas en las técnicas que no se pueden entender sin tener cierta experiencia previa. Con el transcurrir del tiempo, comencé a visualizar muchos elementos en Aikido que no son aparentes a los practicantes que no tienen la preparación adecuada.

El concepto Zen de vaciar la propia copa (de conocimiento) como un punto de partida, es de un valor enorme para aprender cosas nuevas. La idea de vaciar la copa tiene varios significados, uno de ellos se refiere al hecho de la posibilidad existente de aprender nuevas cosas suprimiendo opiniones anteriores. Debido a mi experiencia, tenía ciertas ideas acerca de lo que era un combate real y efectivo. Estas ideas me ayudaron a entender varios de los confusos aspectos del Aikido, conocí mucha gente que constantemente se confundía, por muchos elementos del Aikido y concluí que el Aikido no era un arte marcial efectivo.

Encontré ciertas técnicas de Aikido que podían mostrar altos niveles de efectividad sin importar el tamaño, poder o resistencia del oponente pero no tenía sentido que el Aikido solo tuviese unas pocas técnicas que funcionaran poderosamente mientras que el resto fuesen completamente apartadas de la realidad. Me parecía que como muchas cosas en la vida, la gente simplemente había olvidado o mal entendido las técnicas o los principios. Por esta razón, sentí la necesidad de abordar el Aikido con cierto escepticismo y visión crítica. Una mente desprevenida acepta cualquier cosa que se le presente y no tiene capacidad de separar lo irreal de lo real. Una mente mas experimentada, puede distinguir entre lo verdadero y lo falso y puede encontrar la vía para de usar el nuevo conocimiento.

Sucedió que el aprender las técnicas Aikido desde este punto de vista diferente, me permitió llegar a una perspectiva novedosa para entender y practicar el Aikido. En lugar de basarme en el conocimiento u opiniones de otros, fui capaz de mirarlo desde mi propia vía. Debido a mi experiencia en otras artes, estaba familiarizado con la experiencia de ser un principiante y veía las cosas de una forma muy distinta a aquellos que llevaban un buen tiempo en el arte. Había visto que los avances más grandes en destreza y habilidad no venían de la práctica sino del cambio de percepción. Los progresos más relevantes venían de ver y entender una técnica en una nueva forma. En la arena deportiva, los campeones más grandes son generalmente personas que hallaron una nueva forma de combinar técnicas o de usar que se ha ignorado u olvidado. Así, al vaciar la copa con el conocimiento tradicional del Aikido, evité el modo regular de pensar en el Aikido y como resultado encontré muchas innovaciones.

Mis primeras experiencias en Aikido fueron unos pocos meses con el estilo de Ueshiba cuando tenía 21 años. En ese entonces, (y aún hoy) me sorprendía la suavidad y el poder de las técnica. Un poco después, con 24 años, estuve algunos años en Aikido Tomiki y continué practicándolo con amigos de una manera informal. Seguí con la práctica del Judo y la lucha y comencé a cuestionar lo que había aprendido de Aikido.

El cuestionarse siempre ha sido una importante forma de darle sentido a las cosas, las preguntas honestas y sinceras soportan el entrenamiento físico. El cuestionar no interfiere con el conocimiento a no ser que se use de manera incorrecta. El intelecto no debería desconectarse al aprender. El vaciar nuestra copa no requiere que se elimine el sentido común.

Muchos artistas marciales extranjeros poseen actitudes que promocionan la dominación de los estudiantes al generar posiciones diferentes entre el estudiante y el profesor. Estas tradiciones típicamente evitan responder preguntas difíciles o sencillamente promueven la generación de ambientes que no permiten los cuestionamientos en las técnicas y enseñanzas. Afortunadamente, vivimos en una época y en un país en que las preguntas sinceras se entienden como una adición al entrenamiento. En Judo y lucha, el ambiente de enseñanza cuestiona y permite a los estudiantes probar nuevas ideas y métodos alternativos. En Aikido el tradicionalismo del arte frecuentemente obstruye la exploración libre de las técnicas. Siempre he preferido una atmósfera que promueve la experimentación y el individualismo.

Muchas preguntas llenaron mi mente en el momento de buscar el sentido de lo que me era mostrado.

* ¿Porqué practicamos agarres de muñeca si en un encuentro no es común que nos agarren u sostengan de esa forma?
* ¿Porqué practicamos golpes altos que se realizan en una forma predecible si quienes golpean no entrenan normalmente de esta manera?
* ¿Porqué las técnicas de Aikido funcionan contra alguien que intente golpearme?
* ¿Porqué quien recibe la técnica no se resiste y contra ataca como en otras artes marciales?
* ¿Funcionarán mis lanzamientos e inmovilizaciones contra personas que se resistan?
* ¿Porqué no practicamos estrangulamientos o agarres de piernas y cuerpo como los luchadores o practicantes de Judo?
* En las otras artes marciales de agarres se usa mayor poder y velocidad. ¿cómo seré capaz de usar mis técnicas si nunca las practico contra otros luchadores?
* ¿Porqué no practicamos técnicas de piso y de sometimiento?

Al parecer, estas y muchas otras preguntas tienen respuestas simples tal como se aclarará más adelante.

Con el paso del tiempo estos cuestionamientos se volvieron más intensos. Comencé a encontrar respuestas prácticas y realistas a estos y otros “Problemas del Aikido” en un espacio inusual. Mis primeras respuestas no venían del Aikido sino de la práctica de lucha. En lucha, los contrincantes utilizan poderosos y rápidos movimientos que involucran empujones y agarres. Quedé impresionado al darme cuenta que las técnicas de sujeción de lucha como agarres al bíceps, cuello y muñeca podían ser contrarrestadas efectivamente con técnicas de Aikido. La lucha, que es ampliamente reconocida por su efectividad en peleas reales, usa agarres a la muñeca. ¡Si!. Pregunta uno resuelta, vaya sorpresa. Nunca habría descubierto esto si no hubiese intentado utilizar mi Aikido cuando trabajaba en un rango corto con un oponente resistente y poderoso. Una vez aprendí como manejar los agarres a las muñecas utilizando técnicas de Aikido en un ambiente de lucha cuerpo a cuerpo, comencé a aprender como manejar empujones al pecho y agarres al bíceps utilizando técnicas de Aikido. Continué experimentando y preguntándome como manejar otro tipo de agarres y ataques. Estaba obsesionado con un nuevo concepto que conducía a resultados prometedores, y era el Aikido de Rango Corto.

El trabajo de píes en Aikido (tenkan e irimi) jamás tuvo mucho sentido para mí cuando practicaba a distancia en contra de golpes. Tenía algún entrenamiento en boxeo y no me parecía posible o práctico girar al defenderse de un golpe. El trabajo de píes me parecía muy impráctico, era muy inusual al compararlo con el trabajo de pies que se realiza en boxeo o judo, pero un día al pelear en una distancia corta contra agarres y empujones, el trabajo de pies comenzó a volverse práctico y realista. Al pelear de cerca, podía sentir de una forma más fácil la presión de mi compañero y era capaz de sentir donde necesitaba poner mis pies para utilizar mi fuerza de una manera más eficiente. En lugar de practicar contra golpes que necesitaban un sentido del tiempo muy preciso combinado con un trabajo de pies coordinado, pasaba el tiempo entrenando contra la presión firme de agarres y empujones. La presión le enseñó a mi cuerpo a dar espacio y utilizar tanto el trabajo de pies como de manos del Aikido de una manera correcta. Comencé a sentir por mi cuenta la manera de moverme, en lugar de basarme en las enseñanzas de un profesor o en las opiniones de otros. A quienes enseñé posteriormente pensaban de la misma manera, ellos finalmente pudieron darle sentido a los principios y técnicas del Aikido en el momento en que se implementó el cambio de método y se incluyó la lucha en distancias cortas. Rápidamente fueron capaces de darle sentido al uso del Aikido para manejar empujones fuertes tales como los que se ven en lucha, sumo y al principio de muchas peleas callejeras.

Al usar el trabajo de pies del Aikido como base para casi todos mis movimientos, establecí los fundamentos para el resto de mis técnicas. Tenía entonces el movimiento de los pies como elemento para redirigir la fuerza de empujones reales y agarres al brazo. Posteriormente comencé a trabajar en el problema que se suscitaba al forcejear por el control de los brazos del oponente.

El problema central es que el pelear en un rango corto, requiere siempre de agarres. Tal como cualquier Judoka te lo podría explicar, en un rango corto, un oponente fuerte, puede utilizar el poder muscular y la rigidez para prevenir la aplicación de cualquier técnica. Tanto en lucha como en el boxeo, las manos se usan de diferentes formas para controlar los brazos del oponente y prevenir que el oponente aplique una técnica o efectúe algún tipo de agarre. Incluso en el Aikido tanto las manos como los antebrazos se utilizan de una manera muy interesante haciendo semejanza a una espada. Debido a mi tiempo en judo, había aprendido a manejar oponentes muy fuertes y que utilizaban agarres tan firmes que eran muy difíciles de mover así fuese un poco y era muy complicado intentar hacer un lanzamiento en ellos. Luego, en lucha me sobrevino el mismo problema de los agarres y tuve que aprender la manera en que los luchadores realizan agarres que no requieren un uniforme.

Necesité técnicas que funcionaran contra oponentes con brazos largos y que sostuvieran tan fuertemente que el oponente no podía acercarse a ellos, lidié con mucha de esa gente en Judo. Ellos te agarraban del gi y te empujaban de una manera tan poderosa con sus grandes brazos que uno no podía entrar en su terreno. Otros eran tan fuertes que simplemente te agarraban del gi y te empujaban a los lados hasta que te hacían perder el balance.

En lucha encontré varios agarres que nunca se utilizaban en Judo pero eran técnicas extremadamente poderosas. Por ejemplo, una simple técnica llamada “nudo al cuello” y tiene muchos usos. Los luchadores podían sujetarme desde mi nuca y jalar hacia los lados hasta dejarme fuera de balance, entonces buscaban bloquear mi pierna en caso que yo quisiera pararme.

Con el estudio de las dos artes, me di cuenta de un gran porcentaje de ataques de lucha y judo que están basados en controlar al oponente con un fuerte agarre. Me concentraba en la maneras de prevenir el agarre en lugar de controlar la técnica que venía posterior a este. Si el oponente no te puede controlar con un agarre, no puede entonces tener mayor poder que tú o tratar de aplicar una técnica. La idea es como si se buscara pelear con un hombre sin manos, sin manos o brazos, no se puede hacer mucho daño, si controlas las manos de una persona, habrás ganado una buena parte de la pelea.

El pelear en una distancia corta requiere que tu entiendas como vencer un oponente con mayor poder. Esta lección tan importante no se usa frecuentemente de manera práctica en ningún arte marcial. Encontré el punto de vista técnico de las preguntas que me hacía acerca de los agarres en lucha y en Aikido. En la mayoría de las escuelas de Aikido, las técnicas se practican comenzando con un agarre a la muñeca; en contraste a esto, en lucha, la mayoría de los agarres se distribuyen de manera uniforme entre las muñecas, los bíceps y los hombros.

Una cosa muy interesante de las peleas con agarres que encontré en la lucha es que una técnica puede ser realizada de la misma forma sin importar si el agarre previene de la muñeca, los bíceps, el hombro, o el cuello. Encontré que en Aikido sucede lo mismo, probé este principio y agregué a él muchas cosas que practiqué en el Aikido de Rango Corto. Luego, encontré maneras simples de utilizar los movimientos que en Aikido se practican y en los cuales la mano se utiliza a manera de espada para desequilibrar al oponente y agarrar al mismo tiempo. Todo encajaba tan bien con mi recién descubierto trabajo de pies que me indicaba que iba por un buen camino.
por Mark Tennenhouse
Traducido por César Martinez
Fuente:Aikidojournal.com

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