«Cuando llegué a China pensé que todo el mundo me tomaba el pelo»

-Karim Nimri | Coordinador de un proyecto cultural en China
-Este getxotarra se trasladó hace 5 años a Pekín para profundizar en su medicina y las artes marciales
Su padre es jordano y su madre donostiarra. Él, sin embargo, se crió en el barrio vizcaíno de Algorta. Cerca del mar. Pero en cuanto pudo viajar, Karim Nimri no lo dudó. EE UU, India, Tailandia y Japón son algunos países donde este vizcaíno de 36 años ha pasado largas temporadas, no inferiores a un año. De ahí que reconozca estar predestinado al «nomadismo». Y es que no le gusta la vida sedentaria. Prefiere la aventura y lo desconocido. En su afán curioso se quedó prendado de la cultura china. «Pensaba en muchas cosas como los orientales, y quería conocer mejor cómo vivían y sus costumbres», reconoce. Un objetivo que le encaminó en diciembre de 2004 a China. Cinco años después se ha convertido en un referente para vascos y españoles en el gigante asiático. El perfecto asesor, con oficina y casa en Pekín.
No fue su primera opción. A la hora de escoger una carrera profesional se inclinó por el Derecho. Las leyes y el papeleo, en cambio, no estaban hechas a su medida. «Cuando me quedaban algunas asignaturas para acabar decidí dejarlo y me fui a Madrid a estudiar medicina china y a entrenarme en artes marciales», explica. Se preparó a conciencia para dar el salto a China. En esta pasión por las prácticas asiáticas le influyeron dos hechos: su madre dispone de una consulta de medicina alternativa en Bilbao y, además, durante una enfermedad recibió un tratamiento de acupuntura. «El mismo doctor que me atendió me enseñó».
La teoría estaba clara, pero Nimri no se conformó. Así que solicitó unas prácticas en un hospital de Pekín. Su aterrizaje fue algo accidentado. «Me perdieron la maleta y estuve tres días con lo puesto, una simple chaqueta, y muerto de frío. La primera sensación es de bloqueo total. Todo parecía imposible, desde comprar pan hasta conseguir una tarjeta para llamar a España», relata. Nada más recalar en China hizo un curso de acupuntura para homologar los estudios hechos en Madrid y poder optar a otros más avanzados. Al mismo tiempo, se puso en contacto con un maestro para practicar un tipo de arte marcial que llamó su atención, conocido como ‘yiyiquan’.
El entrenamiento de esta práctica resultó bastante difícil. Como si de la escena de una película se tratara, este vizcaíno entrenaba a las siete de la mañana a diez grados bajo cero en el parque. «Uno de los ejercicios consistía en permanecer de pie, sin moverse. Me congelaba». Las gélidas temperaturas son el mayor obstáculo de Nimri en su peripecia china. «Pekín es una ciudad muy dura porque el clima es muy fuerte y extremo. Físicamente no estaba preparado para tanto frío», admite. Las heladas le provocaron incluso una semiparálisis facial.
Como uno más
Otra barrera que tuvo que sortear fue el idioma. Para cualquier desplazamiento o acción requería de un intérprete y «no siempre son buenos», matiza este vasco. «Hasta que no hablas su lengua eres un extranjero. o comprenden nuestros gestos, así que cuando llegué creía que me tomaban el pelo. No te entienden ni cuando dices las palabras más sencillas. ¡Es frustrante!». Un muro lingüístico que le obligó a duplicar el esfuerzo. «Aprendí de memoria la calle donde residía por si me movía y no sabía llegar. Pero los tres primeros meses no conseguí que me comprendieran, no me quedó otra que llevarla escrita».
Una vez que logró desenvolverse en mandarín, empezó a sentirse más a gusto en su ‘país adoptivo’. «Tener acceso a leer libros en chino y nutrirse de sus conocimientos es una maravilla. Entras en su mundo y no quieres perdértelo». Y con los conocimientos básicos se puso a trabajar por su cuenta como ayudante de acupuntura.
Ya han llovido años desde que le perdiesen sus pertenencias en el aeropuerto de Pekín. Ahora este vasco se comunica a la perfección con los chinos, y conoce los más recónditos parajes del gigante asiático. Su bagaje ha hecho que se encargue de la coordinación de un proyecto cultural, llamado Nexus (www.nexuschina.net). «Se trata de una plataforma de apoyo para la gente que venga a estudiar o investigar sobre la medicina y las artes marciales. Les intento ubicar porque pueden ser una presa fácil de oportunistas», resume.
Él mismo se encarga de la traducción de muchos cursos para que los interesados puedan entender las indicaciones del maestro. Además, en este proyecto tienden la mano a aquellos que desean hacer una escapada a China. «No somos una agencia de viajes, pero ofrecemos un recorrido lejos de las aglomeraciones y con asesoramiento para que todo resulte ágil». Nimri se encarga de guiar a grupos de viajeros, pero también saca tiempo para pasar consulta a domicilio, entrenar y continuar con el estudio.
No hay día que a este vasco no le sorprendan. «Son muy vitales. Pueblan los parques a las seis de la mañana. Te encuentras a muchos haciendo artes marciales, a señoras bailando con abanicos e, incluso, gente que anda hacia atrás», desvela con una sonrisa. De ahí que confiese que tiene «entretenimiento para rato». ¿Volver a Euskadi? De momento, sólo es su opción de vacaciones.
Fuente:El correodigital.com

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