Aikido y su influencia en el carácter

Cualquier actividad que realicemos en nuestra vida de forma frecuente y constante,influye considerablemente en nuestra actitud y carácter. La práctica de cualquier Arte, por supuesto, también. El Aikido se diferencia de otras Artes Marciales por su filosofía, pero también por su movimiento físico. Frente a movimientos rígidos, rectilíneos, destructivos,agresivos, de forcejeo, de tensión… el Aikido ofrece una gama de movimientos naturales, fluidos, relajados, circulares…
en definitiva, empáticos! Con el tiempo, el movimiento que realizamos en nuestra Arte influye en nuestro carácter; por ejemplo, si ante un movimiento de nuestro Uke nosotros reaccionamos
realizando un duro bloqueo con la intención de dañar el hueso y después lanzamos un golpe a las costillas flotantes para acabar retorciendo su cuello y morderle el lóbulo de la oreja… al final ese tipo de movimientos, practicados durante años, impregnan nuestro carácter de tal forma que nos hacen tener una actitud demasiado agresiva, demasiado Yang, frente a las situaciones cotidianas de la vida. En cambio, el movimiento del Aikido, que no ofrece resistencia sino que “escucha” a Uke, que no se impone sino que se empatiza con la intención de uke (tenkan por ejemplo) y que propone una solución positiva para las dos partes no dañando ni dejándose dañar, debe influir a la larga a convertirnos en personas que saben escuchar y entender, y que deben tomar decisiones no impulsadas por el Ego sino por el bien general. El Movimiento del Aikido debe ser una terapia para nuestras debilidades y nuestra falta de Armonía. Hay que tener en cuenta, según lo mencionado arriba, que debe haber movimiento, es decir, que la filosofía sola, sin práctica, no tendrá un efecto tan positivo, y por su puesto, aunque practiquemos Aikido, si en el entrenamiento nuestra imaginación nos lleva a un campo de batalla de la Edad Media Japonesa y nuestra intención real sería
partir articulaciones o cortar cabezas… tampoco estaremos en la Via que, humildemente creo, Ueshiba quiso legarnos, y que a veces ha sido distorsionada. Por eso no vale solamente con hacer Aikido, hay que tener muy claro durante la práctica nuestra intención de empatizar y armonizar, frente a la de imponer, dominar y someter… hay que tratar de Convencer y no simplemente de vencer… El Aikido mal interpretado, quedándose exclusivamente con la marcialidad como principio y fin, iguala nuestra Arte a un deporte de combate, mientras que la conciencia real de su Objetivo, lo convierte en un Arte Maravilloso, lleno de beneficios y felicidad. Quizás si nuestros gobernantes practicaran Aikido, otro gallo nos cantaría.
Fuente: Aikizasshi Nº 11, Nima Massoumian, Centro Ekilibrio, Burgos.
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