Stephen Russell, maestro taoísta: «Todo es de sentido común»

Stephen Russell, conocido como Barefoot Doctor (doctor descalzo), ha vendido más de un millón de sus libros de autoayuda
Ibiza A. F. F. —¿Qué hará hoy en Atzaró?
—Enseñaré taoísmo. Después explicaré a los que asistan qué bloqueos tienen en su vida, en su salud física y mental, en sus relaciones, su trabajo y el dinero. Después enseñaré a cada uno cómo está atascando su energía y le enseñaré a dejarla fluir. Todos los síndromes vienen de alguna de las cinco maneras en que nos bloqueamos. El grupo se beneficia de ver cómo sucede en cada caso, porque todos tenemos una gama similar de problemas. Por la tarde, les enseñaré los principios de la meditación taoísta y como producir energía –el chi–, usando la respiración, la mente y el ejercicio físico –el chi kung–. Además, les explicaré cómo visualizar lo que quieren y, con la visión clara que proporciona el tao, decidirán cómo quieren que sean los próximos 90 días. Se sentirán relajados y felices, y tendrán una serie de herramientas para estar bien con seis minutos de ejercicio al día. Mejor que el champán y la cocaína, creo.
—¿Hay un destino para cada uno?
—Es interesante. Definitivamente existe, pero creo que debes hacer algo para dar con él. Cuando lo haces, sucede algo más, un plus. Nadie sabe cómo funciona el sino pero parece que un destino potencial cambia al contacto con la energía positiva y se hace mayor. Se amplifica lo posible. El tao versa sobre la rendición de uno mismo, la aceptación. No se manifestarán 30.000 euros porque lo desee, sino que se trata de saber para qué necesitaría ese dinero cuando me siento bien con tres euros en el bolsillo. Manifestarás paz y felicidad, y entonces los detalles encajarán para que eso suceda para ti. No es avaricia, es relajación y gracia.
—¿Se necesita fe?
—Realmente no. Son ejercicios. Si aprieto muy ligeramente aquí [y pulsa un centímetro sobre mi nariz], que es el punto de la felicidad, instantáneamente, la cara se deja llevar, el ojo se empieza a relajar y experimentarás un sentimiento placentero [sucede como él dice]. En diez minutos te sentirías relativamente feliz y no necesitas fe para experimentarlo. Cuando te metes en tu cuerpo adecuadamente, eres consciente del poder que tienes. No se trata de fe, sino de naturalidad.
—Todo esto que comenta es de sentido común.
—Por supuesto que lo es. Todo es realmente obvio, pero creo que todos necesitamos saber la forma de hacerlo. Es como un avión, hay que comprobar que todo está bien antes de volar. Es como tener una lista sencilla de cosas que recordar a lo largo del día, como respirar. No se ría, es que cuando estamos tensos aguantamos el aliento. Bien, pues se comprueba la parte posterior del cuello, que se tensa en los atascos. Cosas sencillas como ésas, de sentido comun, se trata de ponerlas juntas y ver que son buenas para la gente porque funcionan.
—¿Cómo descubre el tao?
—Empecé clases de aikido con once años. El dao del japonés corresponde al tao chino, y cuando me acercaba a la veintena comencé a estudiar esta filosofía y el tai chi con un maestro chino muy anciano en Londres. Después seguí estudios con un mago de tao en Hong Kong. Más tarde fui a vivir a Nuevo México (EE.UU.) para aprender chamanismo con los nativos americanos en Taos y ejercí como aprendiz para un médico chino, con el que aprendí acupuntura y meditación. Me formé a través de toda la experiencia y de los años.
—¿Cómo fue la vida con los indios taos?
—Es un lugar increíble, a mucha altura y con una atmósfera saturada. Hice amistad con un chamán que me enseñó su modelo de vida y cómo rezaban al Gran Espíritu, sus ceremonias, sus oraciones, sus bailes. Yo no bailé, miraba solamente. Subí a la montaña sagrada, conocí sus hierbas medicinales, algunas de ellas útiles para alterar tu estado. A cambio les enseñé tai chi, para devolverles algo de lo que recibí. Fueron cuatro años que cambiaron mi vida. Es como vivir en una película de indios y vaqueros.
—Ellos creen que todo tiene un alma, parece contradictorio con el tao, que promulga la introspección.
—En realidad es exactamente lo mismo. Incluso el lugar, Taos, recuerda al tao. Y es que los nativos americanos llegaron hace 30.000 años desde el mismo lugar de Asia en el que se originó el taoísmo. Cuando hablan del Gran Espíritu se refieren al tao y cuando dicen que está en la silla, o en ti, y que puedes hablar con él, sostienen lo mismo que el tao. Te veo y veo tu forma, pero no creo que seas tú, porque detrás de ello está el espíritu, la consciencia. Eso es el tao. Saber eso cambia nuestra energía y la lleva a un nivel más profundo. Puede tener otro sabor o color, pero lo que dicen en América y Asia es lo mismo.
—¿Y cómo le trajo el tao a Ibiza?
—Viví en Catalunya durante cinco años y a menudo me daba cuenta de que los ejercicios los terminaba mirando al mar, hacia la isla. Pero no quería venir, me rechazaba, y tenía que esperar a que me llamara. Y eso sucedió hace dos años, de repente, cuando le dije a un amigo que manifestaría una misión en Ibiza para mí aquel año, simplemente lo supe. Al día siguiente, mi amigo Keith vino para decirme que Manumission me quería. Así que vine el verano pasado para traerles el tao [se ríe]. Recorría la isla en coche y pensaba: «Esto se parece a Nuevo México», pero aquí hay mar. Allá lo echaba de menos. Desde luego en Cataluña me aburría, no había mucho que ver. No tenia vibración. Este es el sitio que he estado buscando toda mi vida, me recarga. Es un buen lugar para transmitir. Hago mi trabajo en Internet.
—¿La isla tiene poder?
—Mucho. Lo intentas sentir, para mí es como cuando vas en avión por primera vez y notas el aire zumbando. Esto es un lugar muy magnético, el decimotercero más cargado del mundo. Esto aumenta las ondas cerebrales, un poco como si estuvieras viajando todo el tiempo. La energía de la diosa es mucha, como bailar con una mujer muy poderosa que te coge la cabeza y la gira. Te quiere realmente, pero no necesariamente te lo pondrá fácil. Te tienes que rendir, sin forzarla o empujarla. No sé como describirlo, pero así lo siento.
—Cuatro millones de usuarios mensuales en su web son muchos. ¿Cómo lo hace?
—Utilizo sobre todo filmaciones. La gente compra cursos y cada día reciben una. También entreno, a través de e-mail y Skype. Además, hago mucha meditación guiada en vivo en el chatroom de la web, con gente que viene de todo el mundo para que les lidere en su viaje. Les proporciono 40 piezas de conocimiento semanales, artículos o música que hago. Eso es todo.
—¿Hay mucha desesperación?
—La mayoría no, es gente como yo que necesita que le recuerden, después de un día difícil, que todo está bien y que vendrá algo bueno después, o lo que sea. Les da confianza y valentía. La gente busca un amigo, de algún modo, alguien espiritual que les reconforte.
—Parece una enfermedad: la gente no se escucha entre ella.
—Ni a sí misma. Creo que estamos todos locos, el planeta entero. Hay muchas voces que te distraen, las que dan paz y calma compensan las otras.
—¿Un consejo general?
—Lo más importante es que, a cada momento, tienes la elección de abandonarte a tus propios pensamientos, o bien parar y respirar. Cuando haces esto, tu mente se vacía y se recarga. Cuando malgastas eso discutiendo contigo mismo, te atascas y te pierdes alguna aventura. Mi mejor consejo es que imagines que es el último año de tu vida. Que pares y te imagines si lo que haces es lo que te gustaría hacer en tus últimos días.
Fuente: diariodeibiza

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