Miedo al que dirán

Hasta qué punto la confianza en uno mismo depende de la buena o mala impresión que tengan de nosotros lo demuestran muchísimos ejemplos que el lector va a recordar, seguro. Cuanto más nos importe lo que los demás piensen de nosotros, cuanto más nos frenemos en realizar acciones legítimas por temor a la impresión ajena, tanto más evidenciamos lo mucho que nuestra imagen depende del concepto que los otros tengan y esa dependencia es insana. ¡Hay que ver la cantidad de vivencias positivas y de oportunidades de las que nos privamos por ese temor! Cuanto más inseguros estemos y cuanto menos claras tengamos las ideas de lo que queremos, más expuestos estamos a actuar de forma que los demás no piensen mal de nuestra persona. Los que se quedan cortos en decir lo que piensan, en defender sus posiciones, en pedir favores, aclaraciones de un diagnóstico, unas condiciones de un seguro o una venta, un aumento de sueldo merecido, o un presupuesto, en exponer una queja, o en hacer cualquier acción legítima, todos ellos, tienen deficit de asertividad que es tanto como decir que por vergüenza pierden la libertad de expresarse a si mismos como quieren, mientras ven con envidia cómo otros se expresan y se mueven sin tantos miramientos y ganan más que pierden. Es probable que hayan sido educados excesivamente en el miedo a molestar, en el “ten cuidado con aquello que dices”, en el respeto a la autoridad o en el exceso de formas sociales de cortesía.

Como quiera que tal freno resulta nocivo en dosis elevadas es preciso proponerse, sin ofender a nadie por supuesto, actuar como nos pide nuestro ser y consideramos lícito. La próxima vez pregunte lo que ignore, pida explicaciones, quéjese si se siente afectado, libérese del miedo y hable por esa boca o actúe sin más y sin necesidad de dar explicaciones, haga lo que la lógica le dicta para que no se le encojan las tripas y las vísceras todas y se sienta bloqueado y culpable después. No consienta que su vida dependa, sin motivo, tanto del qué dirán. ¡Que digan lo que quieran! “Si dicen, que dizan, no fuéndolo”. Dormirá más tranquilo y se sentirá mucho más libre de ataduras innecesarias y confeccionadas ¡por usted! ¿Habrá cosa más sana que expresarse uno mismo de acuerdo con la lógica y moverse con libertad casi total de movimiento? El miedo al qué dirán o a lo que piensen otros debería tenerle sin cuidado siempre que no dañe a terceros intencionadamente.

Fuente:El comercio digital

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