Hoy día del amigo

Breves reflexiones sobre la amistad

Sobre discusiones que no son peleas «Trata de verlo de mi modo», dice una hermosa canción de Lennon & Mc Carteney, «Podemos solucinarlo». ¿Por qué pasamos tanto tiempo esperando que sea el otro el que tenga que «ceder»? Acaso porque tendemos a ver la discusión como una compentencia en la que sólo uno puede «ganar». ¿Contra quien competimos? Quizá el adversario no sea más que nuestro propio temor al cambio… descubrir que estábamos equivocados total o parcialmente y que deberíamos adaptarnos a una nueva situación. Intentar verlo de otro modo, ponerse en los ojos del otro… es poder entender mejor la realidad. Acordar más adecuadamente las observaciones intersubjetivas, ajustar la lente. Discutir es construir. Escuchar serenamente el argumento del otro es una actitud inteligente. Porque el conflicto (entre lo que yo sostego y el otro cuestiona) es el motor del conocimiento dicen los constructivistas y creo que es una buena definición. Por eso, evadir las discusiones es perderse lo más rico de la comunicación. Y es algo que solo depende de nosotros. Sobre la fragilidad del vínculo Para que exista amistad no es necesario un lazo de sangre ni que un contrato formal sea celebrado. La amistad es un vínculo frágil en el que las partes asumen un compromiso tácito en el que el respeto y la confianza son la sutil estructura sobre la que se construye la comunicación. Hay quienes creen que la amistad es incompatible con otras relaciones. Pero por el contrario, es posible que ésta no sea sino una sólida y enriquecedora base… ¿por qué no ser amigos de colegas, parejas, socios, maestros… y discípulos? Pensémoslo de este modo: la amistad puede tener tantas formas como la capacidad de dar lo mejor de nosotros mismos adaptándonos a las circunstancias. Los amigos se necesitan entre sí justamente porque no se necesitan. Esta es la desinteresada paradoja que pone en evidencia la autenticidad de una amistad. La fragilidad deja traslucir una secreta fortaleza que solamente se configura cuando en perfecto equilibrio, libertad y generosidad habilitan la serena dimensión en la que los verdaderos amigos pueden descubrirse mutuamente. No somos Irrompibles Los cristales pueden quebrarse. A veces basta un leve golpe de abanico. Las telas suelen desgarrarse al contacto de una diminuta astilla. Se rasgan los papeles… Se rompen los plásticos… Se rajan las maderas… Hasta las paredes se agrietan, tan firmes y sólidas que parecen. ¿Y nosotros? Ah!…Nosotros tampoco somos irrompibles. Nuestros huesos corren el riesgo de fracturarse, nuestra piel herirse… También nuestro corazón, aunque siga funcionando como un reloj suizo y el médico nos asegure que estamos sanos. ¡CUIDADO! ¡ FRÁGIL ! El corazón se daña muy fácilmente. Cuando oye un «no» redondo o un «sí» desganado, una especie de «nnnnsí» y merecía un tintineante «¡Sí!»… Cuando lo engañan… Cuando encuentra candados donde debía encontrar puertas abiertas. Cuando es una rueda que gira solitaria día tras día…noche tras noche… Cuando… Entonces, siente tirones desde arriba, por adelante, desde abajo, por detrás…o es un potrillito huérfano galopando dentro del pecho. ¿Se arruga? ¿Se encoge? ¿Se estira? No. Late lastimado. ¿Y cómo se cura? Solamente el amor de otro corazón alivia sus heridas. Solamente el amor de otro corazón las cicatriza. (Mi amigo y yo lo sabemos. Por eso somos amigos) Elsa Isabel Bornemann Fuente:diadelamigo.idoneos.com

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