San Martin de los Andes(Neuquén) y los Mapuches

San Martín de Los Andes
Está emplazada a orillas del Lago Lácar, a 640 m.s.n.m. y a sólo 40 km. de la frontera con Chile. San Martín es punto de llegada y partida del camino de los Siete Lagos, que une a esa ciudad con San Carlos de Bariloche a través de 184 km de espectaculares paisajes de lagos, montañas y hermosa vegetación.Por muchos años su actividad única fue la explotación de madera; recién en 1937, cuando se fundó el Parque Nacional Lanín, comenzó la actividad turística. Y el gran despegue fue en la década del ’70 gracias a la promoción del estado provincial.
Los 20.000 habitantes actuales viven casi exclusivamente de la actividad turística, ya que es el centro turístico más importante de la Provincia de Neuquén.Alli se encuentra Chapelco, un centro de esqui por excelencia.También la pesca de salmónidos y la caza mayor son atractivos de esta ciudad cordillerana y sus alrededores.

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Mapuche
Su nombre significa «gente de la tierra», en su propio idioma. Los españoles les dieron el nombre de araucanos.Los mapuches vivían predominantemente de la agricultura. Su cultura se basaba en la tradición oral, porque no conocían ni la lectura ni la escritura. Su idioma es el mapudungun(el hablar de la tierra). Adoraban a las fuerzas de la naturaleza, llamadas genéricamente los pillanes, pero nunca erigieron un panteón de dioses propios, a la manera de los griegos o los germanos. La figura religiosa por excelencia es la machi, encargada del culto. Juegan a la chueca, un deporte más o menos parecido al hockey.

Canción de cuna mapuche

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Leyenda del Limay y del Neuquen
Neuquén y Limay eran dos caciques que tenían sus toldos, uno al norte y otro al sur. Eran grandes amigos y siempre cazaban juntos.
Un día, escucharon una dulce canción que provenía de la orilla del lago. Se dirigieron hasta alli y sus ojos se dilataron al descubrir una linda joven mapuche de largas trenzas negras.
-¿Cómo te llamas? – inquirió Limay
– Me llamo Raihué – contestó ella bajando sus hermosos ojos negros.
Ambos muchachos se enamoraron de la hermosa joven y ya en el camino de regreso sintieron que los celos rompían su antigua amistad.
Como su distanciamiento se fue acentuando con el pasar de las lunas, sus padres preocupados consultaron a una machi, quien les explicó la causa de la enemistad de sus hijos. De común acuerdo propusieron a los jóvenes una prueba.
-¿Qué es lo que más te gustaría tener?- preguntaron a Raihué (flor nueva).
– Una caracola para escuchar en ella el rumor del mar – contestó -.
Los padres sentenciaron – el primero que llegue hasta el mar y regrese con el pedido, tendrá como premio el amor de Raihué.
Consultados los dioses, convirtieron a los dos jóvenes en ríos. Uno desde el norte y otro desde el sur, comenzaron el largo y fatigoso camino hacia el océano. Más el espíritu del viento, envidioso por no haber sido tomado en cuenta, comenzó a susurrar al oído de la joven enamorada.
– Neuquén y Limay jamás volverán. Las estrellas que caen al mar se convierten en hermosas mujeres que seducen a los hombres, aprisionándolos en el fondo del mar. Nunca más los volverás a ver.
El corazón de Raihué se fue marchitando de angustia y de dolor con estos pensamientos, al ver pasar el tiempo sin que sus amantes regresaran. Se dirigió entonces hacia orillas del lago, donde había conocido el amor y extendiendo sus brazos ofreció su vida a Nguenechén a cambio de la salvación de los dos jóvenes.
Dios escuchó su oración y la convirtió en una hermosa planta cuyas raíces fueron penetrando en la húmeda tierra y elevando sus ramas al cielo. Su cintura se afinó en verde tallo, su busto se esparció en tiernas ramitas y su boca se abrió en roja flor.
El envidioso viento voló a contarles lo acaecido a los jóvenes que, salvando mil obstáculos, corrían hacia el mar. Sopló con tanta fuerza que desvió el curso de los ríos hasta juntarlos para darles la noticia y gozar de su dolor.
Cuando comprendieron que Raihue había muerto de dolor por su causa, depusieron todo su resentimiento anterior y se abrazaron estrechamente vistiéndose de luto por su amada.
Así, uniendo sus aguas eternamente, siguieron su camino hacia el mar, dando origen al Río Negro.
Fuente:indígenas.bioetica

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