Más allá del Arco Iris – Fragmento – Grian

Los humanos pensáis demasiado – le vino a la memoria la voz ronca del águila. Las cosas del corazón se saben o no se saben. No hay formas ni sistemas, ni técnicas ni modos… Los seres humanos pretendéis controlarlo todo con vuestra cabeza y no os dais cuenta de cuánta eficacia perdéis al hacerlo así. Yo no me pregunto cómo tengo que volar. Simplemente siento lo que tengo que hacer con mi cuerpo y con mis plumas y lo hago. Nada más.
Nada más… Nada más… Pero, ¿qué es lo que tenía que sentir para cruzar el Arco Iris?…
– Todo tiene dos partes, dos mitades. Y en medio de esa danza nos encontramos todos los seres, gravitando de un lado a otro; desconcertados y confusos…
”¿Cuál es el reflejo..? ¿Cuál es la realidad…?
Lago… Lago… ¿me escuchas? ¿cuál es la realidad? Dímelo tú… lago…
Paradojas…
Paradojas…
– Lo que te estoy diciendo no puede entenderlo la cabeza -le parecía escuchar todavía la voz del Fuego en su cerebro-, porque no es una solución que tenga que ver con la cabeza… Debes dejar que sea el corazón el que lo sienta, el que lo perciba, el que lo palpe. El corazón sí que puede entender las paradojas
– El corazón sí que puede pero ¿cómo se renuncia al pensamiento? ¿Cómo voy a renunciar al pensamiento? ¡Soy un ser humano! ¡No puedo renunciar al pensamiento!
Debo mantener el sol a mi espalda… Quizás hoy aparezca el Arco Iris…’
– El Universo es una inmensa y maravillosa paradoja -volvía la voz del Fuego-. Incomprensible para la razón humana. Pero perfectamente accesible al pensamiento, al corazón de los hombres.
‘Pero cómo… ¿cómo se cruza el Arco Iris desde dentro?’
En las cosas importantes no existe el cómo -llegaba de pronto la memoria de la voz de la luna… Este tipo de cosas simplemente suceden…

”’La transformación es algo mágico y misterioso. Sucede por si misma. Sin que nadie la invoque. Sin que nadie la active. Vendría a ser algo así como la consecuencia del amor: cuando se deja de rechazar algo dentro o fuera de uno y aparece la aceptación amorosa, entonces todo se trasforma”

¿Pero qué es lo que estoy rechazando, Fuego? ¿Qué es lo que no acepto?
– Los humanos pensáis demasiado.. los humanos pensáis demasiado…
‘Debo mantener el sol a mi espalda…’
El Universo es mágico y misterioso y por mucho que os esforcéis en medirlo, pensarlo, predecirlo, seguirá siendo mágico y misterioso.
– Los humanos pensáis demasiado…
– Nunca sabremos en qué momento, con qué pequeña circunstancia, dará un vuelvo a vuestra historia o a la nuestra. Tan sólo podemos saber que todo está bien hecho, y que de una manera o de otra, todo se encamina hacia la culminación de su perfección…
… la culminación de su perfección…
Nunca pierdas la esperanza… Nunca pierdas la esperanza…
Y se hizo el silencio dentro de él…
Fue como un salto al vacío, una caída interminable, eterna… Y en el instante siguiente vio. Dejó de pensar y simplemente vio
Quedaron a un lado los esquemas, las ideas, las interpretaciones de la realidad… y vio directamente la Realidad Desnuda. Pura. Tal como la había visto cuando era un bebé recién nacido.
Ya no pensaba en la realidad. Simplemente la contemplaba, sin enjuiciarla, sin añadirle valores de ningún tipo, sin compararla con nada, sin encasillarla, sin limitarla con conceptos, sin plantearse otras posibilidades. Todas, absolutamente todas las posibilidades se encontraban ya allí. No sobraba nada. Todo estaba en su sitio. Todo era perfecto de una manera que jamás hubiera podido comprender su mente racional.

No existían razones que justificasen nada. Todo era perfecto, más allá del espacio, más allá del tiempo… Ciertamente… ¿qué era eso del espacio y del tiempo?
Todo en un Ahora…
Todo en un Aquí…
Todo era Consciencia. Todo era perfectamente absurdo, paradójico, ridículo, sin sentido… Todo era perfectamente innecesario… y al mismo Tiempo todo era Perfecto ya.
No había nada que cambiar. De una forma que nunca hubiera podido comprender anteriormente con la cabeza, se daba cuenta ahora de que no había nada que cambiar. Mediante una pirueta de la percepción, inconcebible para la razón, la Realidad había cobrado un sentido pleno a la vez que el sin sentido más absoluto.
No podía pensarlo, pero lo veía: Todo estaba bien
Y en su pecho sintió algo de lo que había oído hablar mucho a los hombres pero que, ahora se daba cuenta, nunca había sentido hasta ese momento. Sí, aquello era lo único a lo que se le podía aplicar de Libertad; y sabía que los hombres hablaban de oídas de la Libertad, o que más bien hablaban de la libertad, así, con letra pequeña, con la boca pequeña, con el corazón encogido por el miedo.
Era libre, total y absolutamente Libre. Libre de todo temor y miedo. Libre de todo tipo de culpa, de todo tipo de necesidad
Podía hacer lo que quisiera con su vida. Desde aquel nivel de la percepción veía que era importante o tan innecesario dedicar la vida a plantar patatas como gobernar la nación más poderosa del planeta. La vida no era un drama. Era más bien una inmensa representación teatral en donde cada uno asumía un papel y acababa perdiendo la noción de que era un actor. Ahora comprendía que, más allá del papel que tocara interpretar en aquella inmensa obra de teatro, lo importante era hacer bien el papel, pero sin perder de vista que por detrás del personaje estaba el actor, el testigo silencioso de aquel drama, aquel que se vestía de ésta o de aquella manera, aquel que jugaba a ser bueno o malo.
Algo comenzó a reír en su pecho…
Sentía algo… algo a su espalda… Con una tranquilidad y una parsimonia inimaginables en otro tiempo comenzó a volverse sabiendo lo que iba a encontrar.Y allí estaba… el Arco Iris… Entre el sol y él
No podía estar en el paisaje que se extendía delante de él. Sabía que lo había cruzado. Su corazón le decía que lo había cruzado. Allí estaba, inmenso, elevándose por encima de la cabeza, como un puente gigantesco entre el Cielo y la Tierra, brillante, intenso, sobrecogedor en su infinita sencillez.
Y la risa de su pecho subió hasta su garganta, y después a su boca, y por último a sus labios. Y rió como nunca había reído, con una risa gozosa y estúpida al mismo tiempo. Y sintió que era el Espíritu, su Espíritu, el que reía en él, y que lo hacía como si no hubiera podido reír hasta entonces, después de una vida amordazado y en silencio. Era el Universo, era la Vida la que reía, a través de su diafragma y de su garganta, con sus dientes y sus labios

Y vió que el Arco Iris también reía y que de una forma indefinible le saludaba, sin palabras, porque algo en su corazón le decía que el Arco Iris nunca le hablaría, porque la vivencia que traía no se podía describir con palabras; que siempre había sido mudo, porque su ciencia estuvo siempre más allá de todo concepto, de toda idea, de todo pensamiento…

Un regalo hoy en mi paseo

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