La búsqueda interior

Quisiera brevemente comentar un artículo -en relación con la conferencia que Graf Karlfried Dúrckheim pronunció hace años ante el comité Olímpico- por el interés, que a mi modo de ver, guarda con nuestra disciplina del Aikido.
El rendimiento occidental se caracteriza por la disciplina y el esfuerzo de la voluntad (racionalización y organización), frente a esta idea los Maestros Japoneses presentan un rendimiento de una sutilidad pero al mismo tiempo de una eficacia prodigiosas; no cabe duda que su fuente surge de otro concepto totalmente distinto; naturalmente nos referimos al sentido tradicional, no contaminado por el sentido del deporte occidentalizado.
Harrigel, profesor de filosofía alemán, residente varios años en el Japón, practicó con un Maestro del tiro con arco, las experiencias que vivió las describe detalladamente en su libro «El Zen en el Arte del tiro con arco», allí nos habla de la profunda relajación que tiene el maestro ante el momento clave del tiro, porque el maestro está olvidado del pequeño yo, ese yo egocéntrico y tiránico que desea éxito, fama, poder etc., y que, en definitiva, impide surgir lo verdadero en nosotros. La concepción oriental hace de la persona una totalidad -cuerpo y mente no se viven separados- es pues, una actitud interiorizada y meditativa.
También nosotros tenemos atisbos de estas luces interiores y a la vez poderosísimas; tras una intensa práctica, por ejemplo, de una técnica de Aikido, que se repite y domina suficientemente, a veces ocurre que el ejercicio sale solo, que no necesito pensar en él, que ambos participantes se armonizan como si un invisible lazo los uniera en una especie de danza, en la que hay un todo, al mismo tiempo se disfruta de una manera especial, (el cansancio que antes no se notaba, una vez finalizada la práctica y rota esa armonía, sobreviene), e igualmente en la práctica de otros deportes: la bici parece ir sola, sin que en esos momentos no haya que hacer esfuerzo, o al correr como si se fundiera el paisaje con uno mismo y se experimentara un sentimiento de felicidad, etc. Yo creo que todo practicante deportivo lo experimenta en alguna ocasión, a condición claro, que vaya libre de querer ganar, o de tener metas y tensiones en la cabeza. La repetición con el consiguiente dominio del ejercicio, y el soltar el yo egocéntrico (cosa nada fácil y que exige un trabajo personal de madurez), y añadir a esto «La gracia», o sea, que se nos dé.
La experiencia en definitiva es real, lo que K. Dúrcheim viene a señalar, es que puede y debe ser cultivada -al igual que las escuelas japonesas tradicionales lo han venido haciendo- porque no solamente merece la pena y puede alcanzarse un rendimiento extraordinario, sino sobre todo, porque es el «Do», de buscarse a uno mismo, entendido en lo más profundo y abrirse a «eso».
Bibliografía: Merece gran interés la lectura del libro «El rendimiento deportivo y la madurez humana» de K. Durckheim, Ed. Mensajero, que desarrolla la conferencia impartida por el autor años atrás; como asimismo el librito de E. Herrigel «El Zen en el Arte del tiro con arco» Ed. Kier. Manuel-A. González Colino (Aikikai España)
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