Historia Zen: El maestro tonto.

Había una vez un maestro nacido en Tanabe, Japón. Practicó un arte marcial y aprendió el Camino. Él se dió cuenta de muchas cosas en su camino y un día … siguiendo su ki ….éste lo llevó a una cueva.

Entró en la cueva y encontró a un viejo monje allí sonriendo y diciendo «Ahhh … finalmente me encontraste.» El viejo monje le dijo que tenía un par de gafas mágicas especiales y después de mirar a través de estas gafas, él lo entendería todo.

Así que se las puso y ¡guau! Se iluminó.

El monje entonces le dijo que debía llamar a su camino Aikido. Que ahora debería ir y enseñar al mundo el camino. «Todo lo que tienes que hacer es mostrar el camino y la gente vendrá, entonces como querrán saber, déjalos que también miren a través de las gafas mágicas y lo verán como lo has hecho tu», dijo el monje.

Mientras el maestro se inclinaba y a punto de salir, el monje dijo: «Oh … si hay algún problema, trae las gafas de vuelta y te las cambiaré».

Así que se fue. Pronto se difundió la noticia y muchas personas vinieron a aprender.

Él enseñaba y sus estudiantes crecieron rápidamente en número. Al ver a los que eran sinceros, compartía con ellos el secreto de su camino. Los dejó mirar a través de las gafas.

Todos estaban muy contentos y su Aikido creció y se extendió. Pero el maestro sentía una frustración en su interior. «Aunque todo va bien, ¿cómo es que no pueden ver lo que yo veo a través de las gafas?» meditó

Entonces recordó las palabras del viejo monje. Así que volvió a la cueva y le dijo al monje todo lo que había sucedido.

«Mmmm … como yo pensaba», dijo el monje. Necesitas un nuevo par. Así como lo había prometido los cambió por otro par.

El maestro volvió a sus viajes y enseñanzas y con estas gafas nuevas los estudiantes parecían ver más y el Aikido se extendió a otras tierras.

Pasaron los años y todo fue bien, pero todavía se producirían momentos de frustración y cólera temporal. Así que él volvía a ver al monje, cambiaba, y seguía adelante.

Siguieron períodos de crecimiento seguidos por la lentitud y la frustración. Esto duró treinta años.

Entonces, un día, mientras enseñaba, la frustración se intensificó … así que se marchó y se fue a su silencioso santuario. Vio que debía estar feliz. El Aikido era mundial y todos los practicantes lo amaban.

Así que miró su frustración. Woah! Todavía nadie podía ver lo que él vio !!!

Estaba confundido. Meditó.

Finalmente … se encontró mirando las gafas. «Es algo de esas gafas», pensó.

Así que su mente pasó por todas las diferentes gafas y comparado y contrastado y se dio cuenta de los diferentes resultados de los diferentes cambios …. luego se sintió triste.

«He fallado, he pasado mi vida tratando de hacerles ver lo que veo a través de ellas y todavía no lo hacen.»

Entonces vio en sus ojos de la mente … al monje sonriendo y diciendo «Realmente eres tonto.»

Se echó a reír

Toda frustración desapareció. Ahora había aprendido su última lección.

Miró las gafas.

El monje siempre le había devuelto el mismo par.

Nunca hubo nada malo en las gafas.

Paz G.

Graham Christian
Traducción Carina

Fuente Facebook

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