Aikido para niños: Cultivando la energía y la armonía

Crónica de una madre profundamente orgullosa de su hijo que practica Aikido hace un año. Los beneficios de practicar artes marciales como una alternativa a los deportes tradicionales.

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El niño bueno para la pelota tiene el éxito asegurado. Los profes y amigos lo admiran, son protagonistas y se lleva los aplausos. Pero el que no es muy amigo del balón, lo pasa mal, lo ponen en el arco y lo elijen por descarte en los equipos. Una lata. Pero no todo está perdido. No sólo de fútbol viven los niños.

Aquí comenzamos una serie de artículos relacionados con las artes marciales y sus beneficios. Hablaré de mi experiencia personal con mi hijo Gabriel, de 6 años, que le gusta el fútbol, pero que en el Aikido (que significa camino de energía y armonía) ha encontrado un espacio para divertirse, aprender y crecer.

Esta disciplina, creada por el japonés Morihei Ueshiba (1883-1969) en 1942,  es un arte marcial no competitivo, orientado a la defensa con un fuerte sello espiritual y valórico. Aquí no se ejecutan golpes, sino que se utiliza la energía del oponente para ganar el control. La clave del Aikido es la dinámica del movimiento.

Entrar al espacio de práctica ya es un cambio de ambiente inmediato. El mundo queda afuera y los niños se vinculan con sus compañeros y el Maestro (Sensei). Desde el inicio, los niños aprenden a valorar el silencio y a escuchar las instrucciones que se les dan.

El acondicionamiento físico es el punto de partida de la clase y se va combinando con historias, leyendas y datos sobre la cultura japonesa ligada al Aikido. Luego, se ejecutan una serie de ejercicios muy lúdicos, donde predomina el respeto por el compañero.

El Sensei aparece como una figura a seguir, una persona sabia dispuesta a enseñar y sobre todo a escuchar a los alumnos. No queda ninguna pregunta sin responder. Durante la clase, los niños colaboran entre sí para superar las tareas que se les encomiendan, pero lo más importante,  se miran, se conectan y al final de cada ejercicio saludan y agradecen.

Hay conceptos que entran en juego como la disciplina, el autocontrol, la coordinación, rapidez, paciencia y lealtad. En el dojo (lugar de práctica) se percibe un ambiente de solemnidad, pero también de alegría y compañerismo. De esta manera,  se construye un camino desarrollando la precisión, claridad, humildad y atención, lo que genera una experiencia mental, corporal y espiritual que hace mirar el mundo de forma diferente.

Me gusta mucho observar cada clase y ver a mi hijo feliz y orgulloso con su hermoso traje blanco y cinturón amarillo. El corazón se llena de alegría.

Fuente Guioteca

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