Que la belleza y lo cautivante
sólo sea un soplo, un estremecimiento
que lo delicioso, encantador,
sea favorable sin duración:
Nube, flor, burbuja de jabón,
Fuegos artificiales y risas de niños,
mirada de mujer en espejo de cristal
y muchas otras cosas maravillosas
que apenas se descubren, pasarán,
Sólo un olor y soplo del viento,
Oh, lo sabemos, con tristeza,
y lo duradero, rígido
No es tan íntimamente caro:
Piedra preciosa con fuego fresco
barra de oro macizo brillante ;
incluso las estrellas, incontables
permanecen distantes y extrañas, se asemejan
a nosotros transitorios no, no alcanzan
el interior de las almas.
No, parece lo íntimamente hermoso
Entrañable a la ruina
inclinada, siempre a punto de morir.
Y lo más valioso: los sonidos
la música, que en su inicio
ya se va, ya pasará,
sólo son soplos, flujos, caza
y envueltos por el dolor silencioso,
porque ni siquiera lo que duran los latidos del corazón
se dejan tener, desterrar;
Sonido a sonido, apenas tocado,
se desvanece, y ya corre alejándose.
Así nuestro corazón al fugitivo,
es al flujo, a la vida
leal y fraternalmente rendido
no a lo firme, eficiente duración.
A veces nos cansamos de lo permanente,
roca, el mundo de estrellas, y joyas,
a nosotros en eterno cambio movido
Viento – y pompas de jabón de las almas
casados por tiempo, indurable,
donde el rocío en el pétalo de la rosa,
a los que un cortejo de aves,
juego de nubes muerte
brillo de nieve, arco iris,
mariposa ya sobrevolada,
a los que una risa repica,
para nosotros, de paso,
apenas nos toca, significa una fiesta
o hace daño. Amamos
lo que nos da igual y entendemos,
lo que el viento ha escrito en la arena.
Hermann Hesse 1877-1962
Traducción: Carina R.L.
Fuente: Gedichte-Garten
Francisco Takahashi Sensei me pidió mi razonamiento sobre la forma en que el poema ilustra los principios Aiki.
Los momentos hermosos y felices son efímeros, como dice el poema, la conexión y unión con uke es uno, el ukemi cuando nos proyecta un tori experimentado otro.
Debemos ir en dirección de uke, nunca en contra, utilizar su irimi.
Al igual que en el aiki debemos dejar la rígidez y fluir, ser flexible, la flexibilidad del cuerpo nos lleva a la flexibilidad de la mente.
El entrenamiento sincero lleva nuestro Aiki a lo más íntimo del alma y el corazón.
Aiki nos lleva siempre a descubrir pequeñas cosas nuevas y hermosas como un aliento y darnos cuenta de la importancia de éstas, para que nunca nos cansemos de él.
Fuente: Aikido Academy USA
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