Fines y Medios: ¿Para qué entrenamos?

El teléfono acaba de sonar y un joven se ha lanzado a un detallado interrogatorio sobre el aikido: ¿Qué tal se defendía contra otras artes marciales?, ¿cuánto tiempo costaba aprenderlo?, ¿y si me tenía que enfrentar a un cinturón negro de otro estilo?, etcétera. Era la lista clásica de preocupaciones que parecen atormentar a muchos aspirantes a artista marcial, y cuando ya no me pude aguantar la risa, hubo un dolido silencio al otro extremo de la línea.

Me disculpé por mi involuntario alborozo y le di la vuelta a su interrogatorio, preguntándole si le había atacado recientemente un experto en karate, cuánto tiempo creía que se tardaba en aprender cualquier cosa, como por ejemplo el piano, y exactamente por qué tenía esa urgente necesidad de invencibilidad.

luego以来, no son sólo los recién llegados al aikido los que albergan estas preocupaciones, y no es infrecuente encontrar a aikidoka de larga experiencia yendo disimuladamente a estudiar artes marciales más “efectivas” para cubrirse contra los “puntos débiles” que se perciben en el aikido. Luego están los fanáticos que compensan su profunda inseguridad convirtiéndose en machacadores, dando prueba de sí mismos y de la “realidad” de su enfoque cada vez que estrellan la cabeza de algún desgraciado uke contra el tatami, o les meten un sankyo que les deja doloridos durante días o semanas.

En el otro extremo están los que citan a O-Sensei sobre “el amor” y “la armonía”, desde luego sin tener su profunda experiencia, y pasan a negar que el aikido sea un arte marcial en absoluto.

Es casi como si O-Sensei hubiera sufrido un Desorden de Personalidad Múltiple, en el que en un momento dado fuera Arnold Schwarzenegger y al siguiente la Madre Teresa, dejando un legado de seguidores polarizados, dispuestos todos a citar los dichos y hechos del Gran Maestro para apoyar sus divergentes puntos de vista.

Supongo que como la mayoría de aikidoka normales, a veces tiendo a oscilar entre los extremos, pero me esfuerzo en llegar a un compromiso, en encontrar un camino que me sirva y que sea coherente con las circunstancias que me rodean. Doy gracias por tener el lujo de poder plantearme este problema, que no debe trivializarse, puesto que como seres humanos debemos hallar respuestas para la violencia o enfrentarnos a la extinción. En el microcosmos del mundo del aikido, nos enzarzamos con cuestiones que, llevadas a sus últimas consecuencias, amenazan toda la vida del planeta. Consideremos por un momento la cuestión nuclear.

por David Lynch
合気道ジャーナル #109 (Fall/Winter 1996)
Traducido por Sergi Recio

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