Psicólogos al pie de la tragedia

La intervención psicólogica masiva ante una situación de emergencia es una actuación relativamente nueva en España. La primera situación en la que se ofreció esta ayuda de profesionales a afectados por parte de la administración fue en la riada que se produjo en el camping de Biescas en agosto de 1996. Después, ha habido más como la que se llevó a cabo tras el atentado del 11-M o la que ahora se ha iniciado tras el accidente aéreo de Barajas.Estar ahí, para ayudar o acompañar,
simplemente. Ésta es básicamente la labor de los psicólogos ante personas que han perdido súbitamente a un allegado, como les ha ocurrido a los familiares de las víctimas del trágico accidente ocurrido en Barajas. Según datos de la Comunidad de Madrid, varios equipos de psicólogos se han desplazado ya a la terminal 4 del aeropuerto para atender y arropar a las familias.
Algunos de los especialistas consultados por elmundo.es consideran que está sobrevalorado el papel de estos profesionales ante personas que han sufrido una pérdida. Sin embargo, otros apuntan que, en función de las circunstancias, el tipo de muerte y el grado de parentesco, esta asistencia es imprescindible.
«La ayuda in situ es fundamental para prevenir el desarrollo de trastornos mentales», comenta Jesús de la Gándara, jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos.
Este especialista explica que, además de ayuda y acompañamiento, es fundamental que los familiares reciban una información clara, precisa y bien administrada de lo ocurrido.
«Lo peor es la incertidumbre. Esto provoca que el riesgo de trastornos aumente de forma considerable», comenta.
De la misma opinión es Fernando Chacón, presidente del Colegio de Psicólogos de Madrid, quien considera que la situación puede cambiar mucho en función del tipo de muerte. «Las ocurridas en Barajas no son normales, sino imprevistas y masivas. Además, algunos familiares pasarán por una incertidumbre que puede durar días hasta que se identifique al cadáver. Ese es el periodo más crítico y en el que pueden necesitar más ayuda».En muchos casos, ocurre la negación de la muerte. Por eso la primera intervención es dejar salir las emociones y controlar que la situación no se ‘descontrole’ demasiado. «El siguiente proceso es la aparición de ira. Nosotros debemos explicarle a la persona que es una emoción normal que debe asumir», señala Chacón.
Una función sobrevalorada
Sin embargo, algunos especialistas apuntan a una sobredimensión del papel del psicólogo en estos casos. Alejandro Bello, psicólogo del Centro de Terapia Cognitiva de Madrid, considera que «nuestra labor de verdad empieza cuando transcurren unos meses después de la muerte. Si la persona no puede reanudar su vida cotidiana o tiene reacciones emocionales exageradas debe acudir a un profesional».
De una opinión parecida es la de Violeta Suárez, psicóloga del centro de salud mental de Majadahonda de Madrid. «La mayoría de personas tiene recursos para afrontar una pérdida. Yo estuve presente en el tanatorio habilitado en el pabellón de IFEMA en el atentado del 11-M y allí cada persona lo resolvía a su modo. Aunque es cierto que lo más necesario es acompañar en momentos de incertidumbre».
Apoyo emocional y apoyo práctico. Para Alejandro Bello a veces una tarea que ayuda mucho a los familiares es facilitarles ciertos problemas prácticos en esos momentos: «solventar los trámites burocráticos, facilitarles un medio de transporte; avisar al resto de familiares… En definitiva, evitar los factores estresores del duelo».
Estos dos especialistas coinciden en que lo mejor es respetar los tiempos de cada afectado. «En general la sociedad tolera muy mal que se lloren las pérdidas. Se exige a las personas que se recuperen lo antes posible, que en dos meses estén bien. Esto no es así. El tiempo del duelo depende de cada uno, de cómo se conciba la muerte, de como se haya producido la pérdida, del grado de parentesco… No creo que el fallecimiento de un hijo sea algo que se resuelva jamás».
Existen dos tipos de pérdidas: las limpias y las complejas. Las primeras se producen cuando la relación con la persona fallecida era buena. Si el familiar tenía una relación ambivalente con la víctima, su duelo será probablemente complejo. «Quizás es lo contrario de lo que se podría pensar en un primer momento, que en aquella pareja que se llevaba extraordinariamente feliz, el superviviente lo pasará peor que otra persona que ha perdido a un allegado con una relación conflictiva, pero no es así. El dolor limpio evoluciona mejor», explica Alejandro Bello.
Los profesionales también sufren
Este especialista insiste en que la intervención psicológica, en situaciones similares a la de Barajas, es más difícil con profesionales que han estado en primera línea de la tragedia, como los médicos o bomberos, que con los familiares.
«Deben recibir una terapia de grupo en la que participen otros compañeros que han estado presentes en el accidente y con un terapeuta. Se trata de que aireen sus emociones abiertamente y guiarlos hacia una discusión para que no se culpabilicen por pensamientos como ‘podía haber hecho más’ o ‘debería haber atendido a la otra persona en lugar de a esa'».
Para Bello, estos grupos son imprescindibles como apoyo a profesionales que han estado expuestos al horror de la situación. «De hecho, el SUMMA ya cuenta con un programa de este tipo que se realiza cuando el sujeto está en condiciones para poder hablar de ello. Se trata de un apoyo externos a estos trabajadores».
Fuente:ElMundo

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