Más sobre el Aikido de Paulo Coelho

Sobre el arte de la paz
Continuando con el tema de El Guerrero de la Luz Online nº 35, prosigo mis comentarios sobre el Aikido, una de las pocas artes marciales que practiqué en mi vida. Creado por el japonés Morihei Ueshiba (1883-1969), la palabra significa «El arte (o el camino) de la paz». Recuerdo haber pasado noches en vela con mis compañeros aprendiendo a luchar de tal manera que toda la energía negativa del adversario fuera dirigida contra él mismo.
Ueshiba, que es conocido por los practicantes de Aikido como «El Gran Maestro», dejó una serie de prácticas filosóficas en sus conferencias, poesías y conversaciones con sus discípulos. A continuación transcribo algunas de sus principales enseñanzas.
Donde comienza el arte de la paz
El arte de la paz comienza en ti; trabaja para conseguir que permanezca a tu lado. Todo el mundo posee un espíritu que puede perfeccionarse, un cuerpo que pude ser entrenado, y un camino a seguir.
Tú estás aquí para cumplir con estas tres metas y para eso son necesarias dos cosas: mantener la tranquilidad y practicar el Arte en cada cosa que hagas. Nadie necesita tener dinero, poder o posición para practicar el Arte; en este exacto momento estás con los pies en el Paraíso, y debes entrenarte ahora.
El universo y el hombre
Todo el universo proviene de la misma fuente. Esta fuente, a la que llamamos «vida», contiene nuestro pasado, el presente y el futuro. En la medida que el hombre camina hacia delante, puede desintegrar o armonizar la energía vital. El mal nace en el momento en que pasamos a creer que es nuestro aquello que pertenece a todos. Eso provoca soberbia, deseos inútiles y rabia. Pero aquel que no es poseído por las cosas, termina siendo dueño de todo.
El hombre y las ocho fuerzas
Para practicar el Arte de la Paz es preciso, en algún momento, sumergirse alternadamente en las ocho fuerzas opuestas que sustentan al Universo:
Movimiento e inercia
Solidez y adaptación
Contracción y distensión
Unificación y división
Eso está presente en todo, desde la vastedad del espacio hasta la menor de las plantas; cada cosa trae en sí una reserva gigantesca de la energía universal que puede ser usada para bien de todos.
El crecimiento constante
La vida es desarrollo. Para alcanzarlo, sube a las montañas más altas y desciende hasta los valles profundos de tu alma. Inspira, y siente que estás aspirando hacia dentro de ti todo lo que existe en los cielos y en la Tierra. Expira, y siente como el aire que sale de tu cuerpo carga la semilla de fecundidad y hará a la humanidad ser más verdadera, mejor y más bella.
La respiración infinita
Todo cuanto existe por encima de ti y por debajo de ti, también está dentro de ti. Y todo respira. Cuando percibas eso, comprenderás también el Arte de la Paz. Quienes lo practican saben que son guerreros protectores de la Madre Naturaleza, y en cada respiración están colocando dentro de sí el sol y la luna, el paraíso y el mundo, la marea alta y la marea baja, la primavera y el invierno, el verano y el otoño.
Todo el aprendizaje del hombre puede ser resumido en la manera como respira conscientemente. Cada vez que lo hace, comparte la energía poderosa que sostiene a la Creación.

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