Frente al mar de Isla Negra,
aguzo el oído y percibo
el rumor oceánico, el viento
invisible en su propagación,
el sordo crujir de las olas
enroscando sus alas de espuma,
quebrando su cristalería
de antigua sal batalladora.
aguzo el oído y percibo
el rumor oceánico, el viento
invisible en su propagación,
el sordo crujir de las olas
enroscando sus alas de espuma,
quebrando su cristalería
de antigua sal batalladora.
Percibo un galope de cascos
precipitar su sordo estruendo
contra el basáltico roquerío,
y dispersar allí su embestida
en fonemas despedazados.
Frente a tu casa vacía, Pablo,
el océano azul rumoroso
emitiendo en sus lenguas salobres
sus milenarios apotegmas,
que nadie mejor que tú, hermano,
que nadie como tu voz acuosa
extrajo, tradujo y dio forma.
el océano azul rumoroso
emitiendo en sus lenguas salobres
sus milenarios apotegmas,
que nadie mejor que tú, hermano,
que nadie como tu voz acuosa
extrajo, tradujo y dio forma.
Veo tu corpulencia erguida
soplada por el viento marino,
observo tus ojos dormecidos
abarcar el océano undoso,
asumir su música rota,
viajar por sus secretas rutas.
Frente al mar de Isla negra, Pablo,
frente a tu costera guarida,
en tu sitio de asceta marino,
rumoreado por olas y pájaros.
Ulises Varsovia (de su libro Pablo)
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