El aikido y el bambú

Desde que empecé a practicar aikido, en julio harán 4 años he visto apuntarse a mucha gente que ha estado practicando algunas semanas, incluso se compraron el material para dejarlo al poco tiempo. Y es que el aikido requiere mucha paciencia, hay momentos en que parece que no avanzas, en otros artes marciales ves los resultados rápidamente. Para los principiantes que se lo están pensando porque “aparentemente”no progresan les ruego que lean este pequeño comentario que encontré navegando por internet sobre el bambu y me recuerda mucho al aikido. A final me gustaría me dijeran sus opiniones:

La principal característica del bambú es la flexibilidad y su gran capacidad de adaptación.

En Japón, se incluye el bambú dentro de la combinación llamada SHO (pino), CHIKU (bambú), BAI (ciruelo), que se usan como símbolos durante la celebración del año nuevo. Cada uno de ellos simboliza la virtud humana.

El pino, la fuerza, el bambú, la virtud, fidelidad y constancia, el ciruelo, la elegancia y resistencia. Tener espíritu de bambú, implica saber adaptarse a las circunstancias, doblarse con el viento y cuando se agacha por el peso de la nieve, esperar pacientemente a que la nieve se derrita para levantarse de nuevo. En definitiva no ser rígido, sino tan flexible como requieran los acontecimientos.
La paciencia del bambú
El bambú japonés no es apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Porém, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas… ¡la planta de bambú crece ¡mas de 30 metros! ¿Tardó solo seis semanas crecer? Não, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Porém, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. En esos momentos recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que no debemos abandonar por no ver los resultados esperados, porque sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando. Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá finalmente llegar al éxito . El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia. Tiempo…

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá solo estés echando raíces….

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