Alivia los síntomas de la alergía al polen

Con la llegada de la primavera, además de pájaros e insectos comienzan a revolotear por el cielo de campos y ciudades pequeñas sustancias, invisibles a simple vista, que suponen una amenaza para el 15% de la población española: el polen. Finalizado el invierno, muchas plantas comienzan a producir millones de granos de polen –el gameto masculino de las flores– que son esparcidos a la atmósfera para ser fecundados. Aunque resulta inofensivo para la mayor parte de las personas, el polen supone un auténtico quebradero de cabeza para casi seis millones de españoles que, con el inicio de esta estación, sufren reacciones alérgicas al inhalar estas diminutas partículas.
De todos los cambios estacionales, la primavera es la época del año que más afecta a nuestro organismo. Efectivamente, la primavera la sangre altera. Sobre todo la que corre por las venas de quienes padecen alergia al polen, o como dicen los expertos, polinosis. Para estos alérgicos, el inicio de la estación más floreada del año supone volver a lidiar, pañuelo en mano, con los síntomas característicos de la alergia primaveral por antonomasia. La enfermedad polínica más frecuente es la rinoconjuntivitis, que se manifiesta por el picor e irritación de ojos, nariz, paladar y faringe. En segundo lugar se sitúa el asma bronquial, que afecta a un 35% de la población alérgica al polen en España. No hay que olvidar que el 80% de todos los asmáticos lo son por causa alérgica.
La alergia es una reacción anormal del organismo frente a sustancias, denominadas alérgenos, que en la mayoría de la personas resultan inofensivas. Nuestro cuerpo contiene una serie de componentes –células y proteínas que conforman el sistema inmunológico– que se encargan de defenderlo cuando es agredido por agentes extraños. Sin embargo, en ocasiones, el organismo percibe como peligrosas sustancias que no lo son, produciendo una respuesta exagerada. Algunos alimentos, medicamentos y, en primavera, el polen son las sustancias que con más frecuencia producen alergias.
Cuando los síntomas antes mencionados aparecen repetidamente cada primavera, lo más probable es que se padezca polinosis. En este caso, lo primero es acudir al alergólogo para asegurarnos de que el polen es el causante. Hay que recordar que la alergia es una enfermedad crónica y que, hoy por hoy, no tiene cura. Las vacunas –que reconducen la respuesta del organismo ante el alérgeno– y los medicamentos –antihistamínicos y corticoides– ayudan a mejorar y controlar los síntomas, pero no hacen desaparecer la enfermedad.
Alimentos saludables que nos ayudan
La naturaleza nos ofrece alimentos cuyo consumo en esta época del año nos ayuda a reforzar nuestro sistema inmunológico y contribuye a mitigar los molestos efectos de la alergia al polen:
Jalea real: potencia las defensas del organismo. Es recomendable tomarla por la mañana y en ayunas.
Llantén y pulmonaria: las infusiones de estas dos plantas herbáceas son también eficaces antes y durante los procesos alérgicos. Vierte dos cucharadas en medio litro de agua y toma la infusión caliente, con miel o jengibre, a lo largo del día.
Manzana, cebolla y espinaca: son ricas en quercitina, una sustancia que ayuda a prevenir la congestión y las reacciones alérgicas al polen.
Kiwi, naranja y tomate: son ricos en vitamina C, un antihistamínico natural que alivia la congestión.
Melocotón, papaya y brócoli: son ricos en betacaroteno, que transformado por nuestro organismo en vitamina A ayuda a reforzar el sistema inmunitario.
Aguacate: es rico es magnesio. Ayuda a despejar pulmones y bronquios.
Consejos prácticos
La primera recomendación es alejarse de la sustancia que provoca la alergia. Para evitar el contacto con el polen podemos establecer una serie de medidas que ayudará a mitigar los efectos de esta alergia primaveral:
Cierra las ventanas por la noche para evitar que el polen entre en casa. Si es necesario, utiliza el aire acondicionado, que limpia, enfría y seca el aire.
Evita las actividades al aire libre entre las 5.00 h y las 10.00 h de la mañana, periodo en el que la concentración de polen es mayor en la atmósfera. Procura permanecer en espacios cerrados cuando el recuento de pólenes sea alto.
Mantén cerradas las ventanillas del coche cuando viajes. Instala filtros en el sistema del aire acondicionado del vehículo y revísalos con frecuencia. Si viajas en moto, usa un casco integral.
Evita cortar el césped, pasar junto a él cuando esté recién cortado y tumbarte en la hierba.
No cuelgues a secar la ropa al aire libre. El polen puede acumularse en ella.
Lava con frecuencia la ropa de cama.
Retira alfombras y moquetas.
Usa gafas de sol cuando salgas a la calle.
Si es posible, coge vacaciones durante el periodo de polinización de más intensidad, y viaja a una zona libre de pólenes. La Red Española de Aerobiología realiza recuentos polínicos cada semana en más de 40 puntos de la geografía peninsular. Consulta sus previsiones en el teléfono 957 218 719 o en la dirección de correo electrónico rea@uco.es.
Toma de forma regular los medicamentos prescritos por el médico y en la dosis adecuada. No aumentes la dosis con la intención de que disminuyan los síntomas.
Evita el tabaco. El tabaquismo pasivo aumenta la incidencia y la gravedad de las alergias respiratorias. El clima también influye. Así, en los días lluviosos y los días nublados y sin viento los síntomas disminuyen, ya que la lluvia limpia la atmósfera y la ausencia de viento evita el desplazamiento del polen. Por el contrario, el tiempo cálido, seco y con viento favorece una mayor distribución del polen y, en consecuencia, un aumento de los síntomas.
Fuente:Ideasana.fundacioneroski.es

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