7 Primeras salidas

Las compras las realizaba mi madre por encima de la calle Hattinger en Hill o E-Deka, allí daban sellitos del comercio que se pegaban en una libreta y una vez llena, teniamos unos cuantos marcos para comprar. En el paquete de pudín en polvo de Reese había un cupón de 1 céntimo que era cortado por mi madre y guardado en algún lugar. Entonces, cuando el heladero tocaba en verano, yo cogía 6 cupones y obtenía un helado de 5 céntimos.

Cuando mi hermana Else entró a hacer prácticas en la tienda Suren en Bochum, se produjo entre ella y mi padre una disputa, la cual ganó mi padre al final. Se trataba del abono mensual del tranvía. Else quería tomar el tranvía diariamente a la ciudad en la esquina de la calle Hattinger con Roederschacht, pero nuestro padre insistió en que debia caminar las 3 primeras paradas a la ciudad para que el abono mensual fuera más barato. Fue entonces cuando ella dijo que ella era ahora una «noble vendedora». La pobreza siempre nos acompañaba entonces.

Padre trabajaba todos los días a excepción de unos pocos días al año cuando no se podía en la obra a causa de las heladas. Los salarios eran bajos, tal vez 80 céntimos la hora. Mi padre era capataz, a menudo cambiaba de empresa, como era costumbre en la construcción. Las «empresas» eran muy pequeñas, que tampoco tenian trabajo siempre. Al igual que a todos los constructores, le gustaba beber, pero la falta de dinero le ponía un límite. De vez en cuando me enviaba por la noche afuera, tenia que cruzar la vía férrea donde estaba el próximo bar, a comprar medio «Schopfen» de claro. Todos los bares tenían una pequeña abertura en las puertas, donde te atendía sin necesidad de entrar al bar. Medio «Schopfen» era un octavo de litro. Esta búsqueda de licor siempre fue horrible para mí, fuera estaba completamente oscuro, sólo al otro lado del terraplén del ferrocarril una pequeña luz se tambaleaba hacia atrás y adelante, y proyectaba figuras oscuras alrededor.

Los trabajadores de las obras cobraban su sueldo todos los viernes, cuando el dinero se acababa antes, comprabamos de fiado en la tienda de Dämpfer, como todavia se puede en los (supermercados y almaceneros-original), supermercados y pequeñas tiendas. Todavía recuerdo un precio de aquellos días, 1 libra (1/2kilo) mermelada de repollo remolacha costaba siete centavos, lo más barato de lo barato. Cualquier otra mermelada era mucho más cara. La mantequilla no la conociamos entonces, lo máximo era alguna vez la margarina.

Cuando ya tenía 9 o 10 años, iba alguna vez con los patines a Stahlhausen a la casa de mi abuelo.Yo diría hoy en día, que de Linden a Stahlhausen había alrededor de 7-8 km. Stahlhausen era una urbanización donde vivian los trabajadores del Bochumer Verein en pisos propiedad de la empresa. Entre otras cosas vivía muy cerca del abuelo mi tío Hans F., mi primo Willy era más o menos de mi edad. Así que cuando llegaba por la mañana a casa de mi abuelo, había el llamado «segundo desayuno». Eso siempre era el no va más, no faltaba nada, el huevo alemán, jamón, diversas salchichas y quesos y y pan fresco. Alguna noche me quedaba en lo del abuelo, entonces dormía en la habitación del ático con la tía Else. En esos tiempos el abuelo no tenía luz eléctrica, pero iluminación de gas. Por la noche nos sentabamos juntos y la tía Else tocaba en el laúd y cantaba las viejas canciones populares alemanas. Era muy acogedor.

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