14 Campamento en la Selva Negra

A finales de 1940, el gobierno sacó bajo el nombre de»Kinderlandverschickung» un plan para enviar a los jóvenes de las ciudades del distrito durante un tiempo al campo para convivir en los campamentos y educarlos. No llegué a saber si también hubieran enviado a niñas, ni si el programa se extendió a otras ciudades. A pesar de que, en el momento las ciudades del Ruhr aún no estaban amenazadas por aviones enemigos, pero sin duda se sabía de las amenazas posteriores. El proyecto era voluntario, por lo que no nos vimos obligados a participar. El gobierno buscaba naturalmente: en primer lugar, mantener a los futuros soldados alejados de cualquier atentado futuro y en segundo lugar entrenarlos en la ideología.

Me enganché inmediatamente, simplemente estaba emocionado, e inmediatamente me inscribí en el primer transporte. A principios de enero de 1941, un tren especial con 800 niños de Bochum salió para el sur con destino a la Selva Negra. He olvidado el lugar donde cambiamos al conocido «tren suabo». Pasamos por bellos paisajes con hermosas montañas cubiertas de bosques y el murmullo de arroyos. Nuestro objetivo estaba en Bad Peterstal en el valle del Rensch, a 400 m sobre el nivel del mar, con 1900 habitantes en ese momento. Había baños de barro, tratamientos Kneipp y fuentes minerales.

Nuestro alojamiento para los próximos nueve meses seria el hotel balneario en la plaza. Cuando ahora pienso acerca de lo que por ejemplo, niños argentinos en nuestra edad harían en el hotel, inimaginable. Nos pusieron con 8 niños en una habitación en el 3er piso.Habia disponibles 4 literas con colchones de paja , además de ocho taquillas. Fuera en el pasillo estaba la zona para lavarse, cerca de 20 grifos a lo largo, sobre un lavabo. Se había reconstruido este hermoso hotel para alojar tanta cantidad de jovenes. En la planta baja habia un gran comedor y una cocina enorme. Debajo del hotel corria el Rensch.

Cuando salías del hotel, había una plaza muy grande, a la izquierda y derecha directamente montañas y enfrente un edificio pequeño y redondo donde se encontraba la fuente de agua mineral . Bebí una sola vez el agua de sabor a sulfuro y fue suficiente para mí.

Debo mencionar sin embargo que no todos los chicos estuvieron alojados en «nuestro»hotel, ni siquiera todos en Bad Peterstal. Creo que no eramos mas de 200 niños en el hotel. Mis 7 amigos en nuestra «cueva»eran todos de Bochum, pero de diferentes escuelas. Al principio no conocía a ninguno de ellos. Siempre fui tímido y reservado, lo que no significa, que era tonto. No me dejaba influenciar tan fácilmente. En una comunidad de 8 personas en un pequeño espacio, por supuesto, al tiempo sale un «líder» , Kurt L.

De él todavía hablaremos en el futuro.Él era medio huérfano, vivía y fue educado por su abuela materna. Pero volvamos a nuestro cueva. Había ocho responsables de la limpieza y el orden en nuestro cuarto. A todas las habitaciones pronto se les dió el nombre de un héroe de guerra alemán, nosotros elegimos el nombre «Teniente Prien» , un comandante de submarino que a principio de la guerra invadió el puerto de guerra inglés en la bahía Scapa Flow (al sur de las Islas Orcadas)y hundió varios buques británicos.

Nuestra máxima autoridad en el campo (hotel), era un líder de las Juventudes Hitlerianas llamado Walter E., entonces tal vez tenía 20 años de edad. Además, habían venido varios profesores de Bochum, y también había un médico militar. Este último era una especie de asistente médico, que curaba la mayoría de las enfermedades con aceite de ricino, para los casos severos,venía un médico de la aldea. Luego habia un par de jefes de departamento, también casi niños.

Nuestro programa diario era algo así: 6 horas despertarse, fuera de las camas y presentarse en pantalones cortos fuera en el porche del hotel, y media hora correr por la zona. Piensen que era en enero y había nieve por todas partes. Pero no teníamos frío, al contrario. De vuelta al campamento, lavarse, vestirse y hacer la cama. A las 7 inspección del cuarto es decir, venía
un supervisor que miraba las camas hechas y las taquillas ordenadas. Todo tenía que estar apilado con precisión, por ejemplo una camisa debía estar plegada igual como las otras para que los bordes formen una línea vertical exacta. 7.15 salir fuera para izar la bandera, a continuación, tomar el desayuno. De 8 a 12 escuela seguido de un almuerzo. De 13 a 15 tiempo libre. Por la tarde,o de nuevo a la escuela, o deportes o excursiones a los bosques cercanos.

Los viernes por la tarde nos dirigíamos al pueblo más cercano (Rippolsau) para bañarnos. Habia un gran balneario con baños de curación en grandes bañeras. Estos baños siempre eran una maravilla. Al las 19 se cenaba, a continuación, conferencias, manualidades, leer o jugar a las cartas. A las 21 toque de queda, luces apagadas y a dormir. Los sábados por la tarde y domingos por la tarde teniamos libre. Podiamos ir a la aldea, escribir a casa o hacer cualquier otra cosa .

En primavera, verano u otoño, ayudabamos a los agricultores en sus actividades, por ejemplo, apilar la paja. Entonces nos daban el mosto de la Selva Negra y sándwiches de gran espesor, o incluso leche recien ordeñada. Ninguno de nosotros pensaba en beber, fumar, las drogas o discotecas. Éramos una juventud sana. Y en cuanto a la educación política no quedó mucho de ella en mí, por supuesto, cantabamos canciones de la juventud hitleriana cuando marchábamos, pero sin pensar mucho, todo era diversión.

Para mí fue un período muy agradable. Desde casa de vez en cuando me enviapan paquetes con pasteles y tortas de papa rallada , todo lo dividiamos entre 8. Teniamos gente que mojaba la cama, niños de mamá, gente que roncaba y sonámbulos, pero todos éramos compañeros. Competíamos para tener la habitación más limpia, ya que era un honor.

La ayudante de cocina Ludwiga me habia cogido cariño y de vez en cuando me daba cosas sabrosas. Los domingos por la mañana habia pastel con chocolate, eso era una fiesta. Toda la comida siempre era muy buena y sabrosa, y cuando no me gustaba algo estaba seguro de encontrar a alquien que le gustara y viceversa.

A menudo haciamos caminatas nocturnas, recuerdo una «incursión» en un campamento en Freudenstadt. Caminamos probablemente tres horas por el bosque de noche, cuesta arriba y cuesta abajo. Un día hicimos un viaje a Estrasburgo pasando por Kehl en el Rin, que volvió a pasar a Alemania después de que tropas alemanas ocuparon Francia. Subimos, yo no sé cuantos escalones en la torre de Münster, y tuvimos en el oeste los Vosgos y la Selva Negra al este delante nuestro. Otros muchos viajes por ejemplo, a las cascadas de todos los Santos, subimos al Kniebis, a Griessbach etc. Pero todo llega a su fin. En noviembre, volvimos de nuevo a Bochum.

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